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Lo bien que le va a Trump en el viaje a Londres

Ciudadanía y sectores políticoshan estado opuestos a la presencia del presidente norteamericano en Reino Unido, negados a que la Reina y la Primera Ministra le extendieran la alfombra roja de huésped oficial

Autor:

Juana Carrasco Martín

Donald Trump está de visita oficial en el Reino Unido y aun antes de que llegara ya tenía armado un guirigay, pues ciudadanía y sectores políticos estaban desde mucho antes opuestos a su presencia, negados a que la Reina y la Primera Ministra, a la que le queda menos de una semana en el cargo, le extendieran la alfombra roja de huésped oficial y distinguido.

«Mentiroso» le dijeron en los carteles con muy diversas denuncias.

Uno de los ataques más virulentos provino del primer alcalde musulmán de Londres, Sa-diq Khan, del Partido Laborista, quien considera al mandatario estadounidense un componente de la extrema derecha de es-te siglo y lo compara con la dirigencia fascista del pasado siglo, por su política xenófoba de separar a las familias de los inmigrantes, la prohibición que hizo a los musulmanes de viajar a Estados Unidos y la defensa que ha hecho de manifestaciones de los supremacistas blancos como la de Charlottesville en el año 2017, entre otros elementos.

Trump, a su vez, llamó a Khan «tonto e incompetente». Los in-sultos del mandatario se extendieron a la duquesa de Sussex Meghan Markle, —quien por su-puesto no ha estado en la ceremonia en el Palacio de Buckingham—, a la que llamó «desa-gradable» durante una entrevista con el periódico The Sun, después de enterarse de que la duquesa, cuando él era candidato en 2016, le había calificado de «misógino» y «divisivo», apelativos que en definitiva son la pura verdad. Para entender la cuestión, Markle, la esposa del príncipe Enrique, es una conocida exactriz afroamericana.

Jeremy Corbyn habló en el mitin anti-Trump en Whitehall.

Pero Trump ha hecho más que participar en un intercambio de adjetivos despectivos. Como le es habitual, se ha inmiscuido en los asuntos internos de los británicos exponiendo su posición a favor del Brexit y dándole el consejo —nada halagüeño para la Comunidad Europea—, de que debía rehusarse a pagar los 50 000 millones de dólares que les costará la retirada; al tiempo que expresó sin medias tintas que el exministro de Exteriores Boris Johnson sería un «excelente» remplazo de Theresa May, y lo antecedió con este criterio categórico: «siempre me ha gustado, es un hombre con mucho talento».

Johnson, cuya imagen física se asemeja a la del mandatario estadounidense, es miembro del Partido Conservador, fue alcalde de Londres de 2008 a 2016 —por tanto antecesor de Khan— y ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido entre 2016 y 2018, se aferró al em-pujón trumpiano, y en un video de promoción de su candidatura dice: «Si salgo elegido, saldremos (de la Unión Europea) el 31 de octubre, haya o no haya acuerdo». Esto deja claro que Boris Johnson es la línea dura, esa que le encanta al mandatario estadounidense.

Por su parte, el líder laborista Jeremy Corbyn participó este martes en un mitin anti-Trump, tal y como lo había anunciado, con el argumento de que la de-mostración sería la oportunidad de «solidarizarse con los que (Trump ha) atacado en Estados Unidos, en todo el mundo y en nuestro propio país». En su discurso acusó a Trump de diseminar el odio y la división, porque «el racismo divide, las explotación de las minorías divide. Corbyn rehusó la invitación que se le hiciera al banquete real.

El globo-Trump volvió a volar sobre Londres.

En Londres —y también en otras urbes— la población se volcó a las calles desde horas tempranas del martes, con punto de partida en la Plaza Trafalgar, en el centro de la ciudad, y en todo el trayecto que seguiría el mandatario encontraría manifestantes que repudian su presencia y rechazan sus políticas, desde muy diversas aristas.

La marcha que salió desde el centro londinense, continuó hasta la Plaza del Parlamento, donde el familiar globo. Trump, de 20 pies de altura y una caricatura robótica del Presidente de EE. UU. sentado en un inodoro dorado y tuiteando, formaban parte de la protesta multitudinaria, que tuvo allí la segunda concentración.

Mientras, la reforzada policía metropolitana impedía la llegada de los manifestantes a las cercanías del No. 10 de Downing Street, la residencia oficial de la Primera Ministra, con quien el inquilino de la Casa Blanca se reunió. Reuters llamaba la atención con un video de la llegada de Trump al lugar y señalaba: no le dio la mano a la Jefa de Go-bierno británico, por el contrario, se la estrechó al señor May…

El Presidente de EE. UU. fue caricaturizado de muy diversas maneras.

Hubo conferencia de prensa posterior a ese encuentro con la Primera Ministra en retirada, y en ella Trump dijo que las compañías estadounidenses debieran tener acceso de mercado a cada uno de los sectores de la economía británica como parte de cualquier acuerdo entre ambos países.

«Todo está sobre la mesa, así el NHS o cualquier otro», advirtió Trump, y la May tuvo que explicarle lo que esas siglas significan: el Servicio Nacional de Sa-lud, la entidad de prestaciones sanitarias públicas del Reino Unido, en las que también pretende que intervengan las corporaciones privadas de EE. UU. Dicen que esto no le hizo gracia a la Primera Ministra, pero el que se encargó de responderle fue el secretario de salud, Matt Hancock —quien también aspira a sustituir a Theresa May—. Usando el arma preferida de Trump, salió al duelo, y tuiteó: «Querido Sr.Presidente. El NHS no está en la mesa de conversaciones co-merciales —y nunca estará. No bajo mi visión».

Trump ha planteado su ambición de un «fenomenal» acuerdo comercial pos-Brexit con el Reino Unido, decía The Guardian. Por eso se reunió con los líderes del conservadurismo, pero le negó una reunión a Corbyn diciendo: «Realmente no me gustan las críticas tanto como me gusta y respeto a alguien que puede hacer las cosas». Punto final. 

«Un mundo de razones para resistir a Trump». «Hagamos al planeta grande de nuevo».

Mientras las manifestaciones continúan, @realDonaldTrump, con el tradicional uso de la mentira y del Twitter, dijo en dos mensajes que el viaje a Londres «le iba muy bien». «Tremendas multitudes de simpatizantes y personas que aman a nuestro país. No he visto ninguna protesta todavía, pe-ro estoy seguro de que ...Fake News estará trabajando arduamente para encontrarlos. Gran amor por todos lados. Además, un gran acuerdo de co-mercio es posible una vez que U.K. se deshaga de las cadenas. Ya estoy empezando a hablar!».

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