Entre las asesinadas se encuentra una enfermera que estaba ayudando a los heridos. Autor: AP Publicado: 01/03/2019 | 09:17 pm
La respuesta de Israel a las graves acusaciones de expertos de Naciones Unidas por la brutal represión de las protestas palestinas en Gaza, durante el último año, revela el alto grado de impunidad que anima todas las decisiones de sus gobernantes.
Sin el menor recato ante las abrumadoras evidencias, el ministro interino de Relaciones Exteriores, Israel Katz, descartó como falsedades las conclusiones de un equipo investigador de la ONU.
Un panel de tres expertos del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU investigó las muertes de los 189 palestinos asesinados de marzo a diciembre de 2018, durante las protestas frente a la valla fronteriza que separa a Gaza de Israel.
En una airada reacción, propia de la víctima y no de la potencia que ejerce la ocupación militar y el más absoluto bloqueo aéreo, terrestre y naval sobre el territorio palestino, Katz calificó de «hostil, falso y parcial contra el Estado de Israel» el informe de los expertos.
Sin embargo, la comisión afirmó que «tiene motivos razonables para creer que durante la Gran Marcha de Regreso, los soldados israelíes cometieron violaciones del Derecho Internacional Humanitario y de derechos humanos», dijo el argentino Santiago Canton, quien presidió el equipo investigador del CDH.
Katz alegó que la comisión de investigación se basó «en información falsa en la que ni siquiera se examinaron los hechos», como si fuera posible borrar las fotos y videos filmados por testigos de todo el mundo.
La comisión encontró que las fuerzas de seguridad israelíes mataron a 183 manifestantes con munición real entre marzo y diciembre últimos.
«Treinta y cinco de estas muertes eran niños, mientras que tres eran paramédicos claramente marcados, y dos eran periodistas claramente marcados», subrayó el informe difundido en Ginebra.
Durante ese tiempo, las tropas israelíes hirieron a 6 106 palestinos con munición real en los sitios de protesta, y otros 3 098 resultaron heridos por la fragmentación de balas de metal recubiertas de goma o por cartuchos de gas lacrimógeno, puntualizaron los investigadores.
En un acto de imparcialidad, los investigadores del CDH también confirmaron que «cuatro soldados israelíes resultaron heridos en las manifestaciones».
Otro dato curioso: un soldado israelí murió en un día de manifestación, pero fuera de los sitios de protesta.
Acostumbrados a matar sin el menor rubor, gracias al perdón y la protección que le dispensa el aparato político, militar, diplomático y propagandístico de Estados Unidos, los gobernantes israelíes se limitan a mentir y encogerse de hombros.
En un verdadero alarde de desprecio por el sentido común, el Canciller israelí se atrevió a proclamar que «el único propósito del informe es desacreditar a la única democracia en Oriente Medio».
La «democrática» represión de manifestaciones de civiles desarmados, que en el peor de los casos tiraron una piedra contra los francotiradores que los tenían apuntados al seguro, arrojó un saldo que en cualquier otro país y circunstancia sería un escándalo.
Sin embargo, los líderes del Gobierno sionista, cada vez más embarcados en una política que no tiene nada que envidiar al apartheid que aplicaron los racistas sudafricanos, disparan a mansalva contra los palestinos encerrados en Gaza.
Uno de los hechos más condenables son los disparos dirigidos contra jóvenes y niños, en un claro propósito de dañar a las nuevas generaciones.
«La vida de muchas personas jóvenes se ha alterado para siempre», reconoció el informe del Consejo de Derecho Humanos de la ONU.
La comisión declaró que el tiroteo intencional de civiles «que no participan directamente en las hostilidades es un crimen de guerra».
¡Qué otra prueba más convincente que el frío dato de que 122 personas han sido amputadas desde el 30 de marzo del año pasado!
La inocencia democrática del régimen israelí salta a la vista: 20 de esos amputados son niños.