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En su visita a Cuba en 1991, el líder del Congreso Nacional Africano (ANC) Nelson Mandela, declaró que partía de la Isla «lleno de fuerzas y esperanzas». Hasta aquí lo había traído su deseo de agradecer personalmente a Fidel y nuestro pueblo, el apoyo brindado por la Revolución Cubana en la lucha del pueblo sudafricano contra el apartheid.
«Si yo antes tenía una altísima opinión de este país, ahora esta impresión es mucho más profunda, y esto ha sido así por la forma tan cálida en que he sido recibido, y por las respuestas que he obtenido a todos los problemas que hemos planteado», dijo el líder sudafricano ante periodistas cubanos y extranjeros.
El líder sudafricano tuvo palabras de elogio para la Mayor de las Antillas, que desde el triunfo de su Revolución brindó a los pueblos africanos su amor y la posibilidad de recibir educación, atención médica y el talento de otros profesionales.
Acompañado de Winnie Mandela, entonces su esposa, el líder del ANC destacó que la solidaridad ha sido parte fundamental de nuestro país. «El hecho de que Cuba haya enviado maestros, médicos, ingenieros, a los países latinoamericanos, al continente africano y a Asia, es algo que debe tener enorme repercusión en el mundo en desarrollo. Y es así cómo vemos nosotros el papel desempeñado por Cuba».
Cuba era una escala obligada para Mandela durante la gira internacional que emprendió entonces para explicar al mundo la necesidad de mantener las presiones contra Sudáfrica, pues aún el apartheid seguía vivo.
«El apartheid aún existe. Hay que obligar al régimen a que lo elimine. Y solo cuando ese proceso sea irreversible podremos comenzar a pensar en disminuir las presiones», advirtió.
