BAGDAD, abril 30.— Las tropas británicas finalizaron oficialmente este jueves la ocupación de la provincia de Basora, en el sur de Iraq, luego de seis años de acciones armadas, aunque quedará un remanente de 400 efectivos para «adiestrar» a las tropas iraquíes.
El secretario de Defensa del Reino Unido, John Hutton, encabezó la ceremonia de tributo a los soldados británicos muertos en el país árabe, adonde llegaron para secundar a Estados Unidos en la ilegal invasión lanzada en marzo de 2003 para derrocar al gobierno de Saddam Hussein, reportó PL.
Junto a un destacamento estadounidense, la 20 Brigada Blindada, subordinada a Londres, dio por concluidas sus operaciones combativas y protagonizó el acto de arriado de la bandera.
En declaraciones desde la capital británica, el primer ministro Gordon Brown definió este día como «el inicio de un nuevo capítulo en las relaciones entre los dos países».
Para el inquilino de Downing Street número 10, «Iraq es hoy una historia exitosa», a pesar de que el clima de violencia e inseguridad prevalece en ese país, y de que no han logrado sofocar a la resistencia.
Según EFE, la repatriación de los 3 700 soldados británicos que quedan en Basora se acelerará en los próximos días. A finales del mes pasado, las tropas del Reino Unido iniciaron su retirada de esa ciudad, en una ceremonia en su aeropuerto internacional, donde entregaron su posición a un comandante estadounidense.
Se espera que a partir del próximo mes permanezca en Iraq un contingente de 400 militares, dedicados a tareas administrativas y al entrenamiento de las fuerzas navales iraquíes.
La retirada culminará a finales del próximo mes de julio. El Reino Unido aprobó en 2003 el envío de 45 000 efectivos para participar en la agresión, los que se han visto envueltos, como los norteamericanos, en varios escándalos de tortura y asesinato de civiles iraquíes.
Durante la jornada, y como signo de que la violencia está lejos de remitir, la cifra de muertos por el doble atentado con coche-bomba contra un concurrido mercado de Bagdad (centro del país), se elevó a 51, según Reuters.
Los coches-bomba del miércoles, que también hirieron a 76 personas en el barrio capitalino de Ciudad Sadr (de mayoría chiita), se produjeron tras una serie de atentados en las últimas dos semanas que han despertado temores de un retorno a la violencia sectaria. Los chiitas son mayoría en el centro-sur del país, pero Bagdad es esencialmente un bastión sunnita.
El Partido Islámico Iraquí, el principal que representa a la minoría sunnita, que en el pasado dominó el país, denunció el atentado como un intento patente de alimentar nuevas luchas entre ambas facciones del islam.