Vitrina del imperio, capital de la codicia, ciudad de los multimillonarios, pero también de los negros y latinos del Bronx, Nueva York es rostro de la crisis económica que golpea a Estados Unidos. No solo se derrumba Wall Street y el índice Dow Jones, lo hace además la vida de numerosos ciudadanos de la capital financiera del mundo.
Masacre en BinghamtonLa pequeña ciudad de Binghamton, al noroeste de Nueva York, se estremeció el 3 de abril con la acción de un hombre que asesinó a 13 personas, hirió a cuatro y después se quitó la vida, en la sede de la American Civic Association, donde los inmigrantes aprenden inglés y hacen sus exámenes para obtener la ciudadanía.
Al parecer, el homicida no dejó pistas sobre sus motivaciones, pero muchos en la apacible localidad miran hacia la crisis económica. Un pastor residente en Binghamton dio a los medios su explicación de la masacre: «Hay mucha gente acá que está padeciendo síntomas de depresión porque están perdiendo sus empleos».
Un número significativo de habitantes de la ciudad han perdido sus empleos en IBM; también ha habido despidos en la aseguradora AIG, el constructor aeronáutico Lockheed Martin y la Universidad, las principales fuentes de trabajo del lugar. El autor de los asesinatos había sido despedido recientemente.
Carrera de obstáculosPara numerosos neoyorquinos, enfermarse sigue siendo un grave dilema. Ya no solo se trata de los millones que no tienen seguro médico, sino de otros muchos que no han podido renovar sus programas de seguro.
Un estudio de la Fundación para la Salud del Estado de Nueva York revela que más de un tercio de los ciudadanos neoyorquinos con seguro médico han fallado en renovarlo por trabas burocráticas o por desconocimiento de que debían hacerlo.
Según la Fundación, un aproximado de 4 600 000 personas en el estado están inscriptos en planes como el Medicaid, Más salud para Niños y Más Salud para Familia, los cuales cubren a personas y familias por debajo del nivel de pobreza. Pero, como señala el vicepresidente de la entidad, David Sandman, «los programas intentan abrir las puertas a más ciudadanos, pero se olvidan de crear los mecanismos para dejarlos dentro».
¿Bonos para quién?Cuando los ejecutivos de los bancos que desataron esta fase de la crisis se acaban de adjudicar bonos salariales por más de 18 000 millones de dólares, según reveló The Wall Street Journal, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ha tomado la decisión de reducir los bonos de comida para las personas necesitadas de la ciudad.
Aduciendo la pertinencia de reducir costos, Bloomberg ha implementado políticas para hacer más selectiva la entrega de esta ayuda, justo en el momento en que aumenta el número de hambrientos en la ciudad como resultado de la crisis.
Un editorial del diario The New York Times, del pasado 25 de febrero, calificó la decisión de «contraproducente» y señaló: «Las personas hambrientas que reciben los bonos de comida no hacen una fiesta con ellos, ni ponen los vales bajo el colchón, sino que se apresuran a gastarlos en comestibles para sostenerse».
Sin pesarMientras la ciudad enfrenta tales recortes de presupuestos y servicios, su alcalde blasona de ser el único, entre los 20 primeros multimillonarios del mundo de la veleidosa lista de la revista Forbes, que vio crecer su patrimonio en el 2008, cuando la crisis recortó fortunas y sacó a superricos del susodicho ranking.
Michael Bloomberg, propietario de la cadena de información financiera Bloomberg y otros negocios, vio a su emporio revalorizarse tras adquirir el pasado año el 20 por ciento del atribulado banco Merryll Lynch por 4 500 millones de dólares.
Unos pierden y otros ganan en la crisis del imperio. Los de abajo pierden más; hasta lo pierden todo. Nueva York sigue siendo vitrina, pero sus cristales están cada vez más empañados.
Fuentes: Agencias, The New York Times, The Wall Street Journal, Forbes