En estos días, en Israel se han sucedido las celebraciones por la proclamación de la independencia, hace ya 60 años. Triste paradoja que, mientras el pueblo judío, entonces recién salido del holocausto nazi, llegó a establecer su Estado en Palestina y sumó una fecha a su calendario de fiestas, otro pueblo, el palestino, conmemora una tragedia: la del desarraigo de cientos de miles de sus hijos de su tierra, en 1948...
Akram Samhan, embajador palestino en Cuba. Foto: Franklin Reyes Ese doloroso pasaje de su historia es llamado por los árabes la Nakba (desastre, catástrofe). Sobre ella conversó con nuestro diario el embajador de Palestina en Cuba, doctor Akram Samhan, cuya familia, coincidentemente, también debió abandonar la ciudad cisjordana de Ramala y refugiarse en Jordania, durante otra guerra, la de 1967.
«Llamamos Nakba a la usurpación de la tierra palestina por los colonos judíos, apoyados por el colonialismo inglés en aquel tiempo, y la expulsión de los refugiados palestinos hacia otros países de la región, o dentro de la misma Gaza y Cisjordania. Los sionistas decían: “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Una farsa muy grande».
—¿Cuál fue la magnitud de la catástrofe?
Por cientos de miles, los palestinos se vieron obligados a escapar a Jordania, el Líbano, Egipto y otros países. —Hubo una oleada de matanzas contra los palestinos. Los británicos apoyaban a los colonos judíos en sus acciones militares contra las poblaciones árabes, con el objetivo de infundirles terror a las personas para que abandonaran sus aldeas y hogares. En consecuencia, salieron un millón de personas, y se creó un Estado para una población que no llegaba ni a la cuarta parte de la palestina.
—Según el ex legislador y pacifista israelí Uri Avnery, en la medida en que los combates entre árabes e israelíes se trasladaban a los poblados, la gente iba huyendo de uno a otro, y así se fue desplazando...
—Sucede que los colonos judíos estaban bien equipados militarmente. Sembraban el terror, y la gente se iba con las llaves de su casa hacia otro pueblo. En principio, los palestinos no querían marcharse a los países cercanos, sino a otras ciudades palestinas, pero los israelíes tenían ya un mapa con lo que deseaban hacer.
«Del millón de palestinos desplazados, la mitad de ellos se quedó en Cisjordania y Gaza, y la otra mitad escapó hacia otros países árabes, como Líbano, Siria y Jordania. En este momento hay más de cuatro millones de palestinos en Palestina, y otros casi cinco millones en el resto de los países».
—La resolución 273 de la Asamblea General, de 1949, por la que se admite a Israel en la ONU, refería el compromiso de ese país de cumplir con la resolución 194, que estipula el regreso de los refugiados. Sin embargo, ese es un asunto aún pendiente...
—Hasta el momento, Israel no ha aceptado ninguna resolución del Consejo de Seguridad ni de la Asamblea General. Desde 1947, cuando se hablaba de la partición, ninguna de las demás resoluciones ha sido aceptada por ellos. Para nosotros, la 194 es la base de la solución de los refugiados. Sin ella, no se puede alcanzar una salida pacífica y duradera al conflicto en la zona.
—Para ampliar este tópico: los refugiados se multiplicaron allí donde se establecieron. ¿Podrían todos volver a Palestina?
—Seamos claros: Palestina tiene 30 000 kilómetros cuadrados; triplica al Líbano, y en este país hay siete millones de habitantes. Primero creo en el derecho legítimo de los refugiados a regresar a su patria. Pero incluso la misma resolución 194 señala que quienes no quisieran volver, deben obtener una compensación.
«En las tierras ocupadas en 1967, que forman el 22 por ciento del territorio nacional (6 000 kilómetros cuadrados), viven cuatro millones de palestinos, y pueden venir otros cuatro millones. La cuestión no es que vuelvan a sus casas, sino a Palestina, a sus lugares. Después de 60 años, con el aumento demográfico normal, no todos los refugiados volverán, pero tienen ese derecho, es indiscutible. Cómo resolverlo geográficamente, será tema de negociación cuando se acepte que tienen esa prerrogativa.
«Nosotros estamos dispuestos a la solución de dos Estados, uno palestino y otro israelí. Digo israelí, no judío, y es importante subrayar esto. No aceptamos un Estado de religión judía, pues hay más de un millón de palestinos que viven en Israel ahora, y conforman el 20 por ciento de la población. El otro sería un Estado árabe palestino, con musulmanes, cristianos e incluso judíos. No estamos contra los judíos. Usted sabe que Hitler los asesinaba por semitas, ¡y los otros semitas somos nosotros, los árabes!
«El otro Estado, Israel, estaría en la misma zona. Cisjordania y Gaza para los palestinos, y Jerusalén dividida, como capital para nosotros y para los israelíes. Esta sería una solución eficaz, aceptada por toda la comunidad internacional, con base en las resoluciones del Consejo de Seguridad.
«Ahora mire, en la visita que Bush acaba de hacer a Jerusalén, hubiera sido importante si hubiera dicho: “Vengo a celebrar los 60 años de un Estado palestino y uno israelí”. Habría sido muy bonito para todos. Pero no. Vino a declararse a favor de un Estado, mientras el otro nunca ha existido. Queremos una solución humanista, positiva para los dos».
—En noviembre de 2007, en Annapolis, EE.UU., se dio de plazo un año para enrumbar el proceso de paz...
—Creo que es algo muy complicado. La correlación de fuerzas en nuestra zona no está a favor de nuestros derechos nacionales, pero vamos siguiendo la línea pacifista, apoyada por las masas palestinas, hasta que lleguemos a una de dos: o vamos adelante con la negociación pacífica a la creación de un Estado palestino independiente, o pasamos a otra forma que los palestinos sabemos muy bien cómo hacer.
—Me gustaría que me hablara acerca de la situación de la Franja de Gaza, gobernada desde junio de 2007 por el Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS)...
—Gaza es una franja muy pequeña, con 1,5 millones de personas en 350 kilómetros cuadrados; es la zona más densamente poblada del mundo, y la más pobre dentro del mismo territorio palestino. También está muy cerrada: los israelíes tienen las llaves de sus puertas.
«El gobierno israelí aprovecha las diferencias entre HAMAS y la Autoridad Nacional Palestina, y quiere profundizarlas más. Así no hay conversaciones de paz claras, y se sirven de algunos misiles caseros que caen en Israel para arremeter psicológica y militarmente contra nuestro pueblo y encerrarlo como en una cárcel. La solución es, entonces, la unidad, bajo la Organización para la Liberación de Palestina, para sacar adelante la lucha de todo un pueblo contra las agresiones».
—Los cohetes caseros que algunos lanzan desde Gaza contra Israel pueden ser un pretexto para mayores represalias...
—Israel no necesita pretextos, pero hay que dejar de dárselos. Creo que la lucha del pueblo como pueblo es mucho más importante que crear grupos pequeños y disparar unos misiles por aquí o por ahí. La lucha de las masas mediante huelgas o movimientos populares es más significativa, porque los israelíes son muchísimo más fuertes en lo militar, gracias a la ayuda de EE.UU.
—Para concluir...
—Quiero agregar que el apoyo y la solidaridad internacional han sido y son muy importantes para nosotros. Es verdad que la correlación de fuerzas a nivel internacional ha cambiado; que en el tiempo del equilibrio muchos países tuvieron la suerte de obtener su independencia, su soberanía. Nosotros no la tuvimos.
«La situación en Oriente Medio es compleja, pero con la ayuda internacional y la solidaridad del Tercer Mundo, de los que aman la libertad y la justicia, llegaremos a concretar nuestros derechos nacionales. No aceptaremos menos que estos. Creo que la amistad del pueblo cubano ha sido crucial, a nivel moral y político. Nuestro pueblo nunca la olvidará, como tampoco olvida a nuestro Comandante Fidel, a quien los árabes y palestinos en particular queremos mucho. Ese es el sentimiento palestino...