El líder del DUP, Ian Paisley, y el número dos del Sinn Fein, Martin McGuinnes, deben quedar como primer y viceprimer ministros del gobierno compartido entre protestantes pro-británicos y católicos nacionalistas. Foto: AFP
En poco más de una semana, se sabrá si el buen juicio y el deseo de paz triunfó sobre el inmovilismo político en Irlanda del Norte. El 26 de marzo debe estar constituido y apto para gobernar un gabinete de poderes compartidos entre protestantes pro-británicos y católicos nacionalistas.Los principales actores de la negociación para formar gobierno —el Partido Unionista del Ulster (DUP y el Sinn Fein, independentista— deberán acomodarse en el mismo espacio. De otro modo, Londres no devolverá la autonomía a su todavía provincia, detendrá la millonaria ayuda prometida para paliar sus problemas sociales e implicará más a la República de Irlanda en la toma de decisiones sobre ese territorio.
Dominic Doherty, responsable de la Oficina de Prensa del Sinn Fein, conversó brevemente con nuestro diario por vía del correo electrónico acerca del diálogo entre las fuerzas políticas norirlandesas.
—¿Qué futuro aguarda al proceso de paz si el DUP y el Sinn Fein no logran formar gobierno?
—El proceso de paz continuará avanzando a pesar de que se constituya o no el ejecutivo, pero el Sinn Fein cree que este se establecerá dentro de poco, y trabajaremos positivamente para que sobreviva.
«Ahora bien, en el caso de que no llegue a formarse el gabinete, los gobiernos británico e irlandés están llamados a continuar con el programa en un proceso de cooperación. Esto significa que los dos gobiernos implementarían entonces todos los elementos del Acuerdo de Viernes Santo, de 1998 (en referencia a la devolución de la policía y la justicia a la provincia, y a un reforzamiento de la colaboración entre esta y la República de Irlanda).
—¿Un escenario así le convendría al Sinn Fein?
—Esto es lo que los dos gobiernos han llamado el Plan B. De fallar la constitución del ejecutivo, ambos gobiernos tomarían el control.
«El Sinn Fein preferiría una Asamblea trabajando, con políticos a cargo. Sin embargo, si fracasara, el proceso tiene que continuar bajo el tutelaje de Londres y Dublín. No es lo ideal, pero hasta que el DUP acepte que tiene que haber poderes compartidos sobre bases de igualdad, el proceso tiene que mantener su impulso.
«No obstante, con optimismo, estas cuestiones serán solo académicas después del 26 de marzo, pues tendremos un ejecutivo funcionando completamente».
La Asamblea resultante de los comicios del 7 de marzo, otorga 36 de los 108 escaños al DUP y 28 al Sinn Fein. De constituirse el nuevo gobierno de diez ministros, cuatro pertenecerían a la primera fuerza —su líder, Ian Paisley, sería el Primer Ministro—. La segunda contaría con tres, con Martin McGuinness como vicepremier, mientras el Partido Socialdemócrata y Laborista (nacionalista) y el Partido Unionista del Ulster se quedarían con uno y dos asientos respectivamente.
Valgan pues los buenos deseos de Doherty, tanto como la advertencia que este sábado pronunció el ministro británico para el Ulster, Peter Hain: «La restauración de la autonomía no es un hecho (...) Quiero que todos los políticos estén absolutamente claros como el cristal de que el 26 de marzo es la fecha tope dada por el Parlamento» británico.
La paz, se sabe, hallará su propio camino. Pero es imperdonable tenderse sin más a la orilla, a esperar que pase...