Ultraortodoxos observan las excavaciones junto a las mezquitas. Foto: AP
TEL AVIV, febrero 12.— El primer ministro israelí, Ehud Olmert, indicó este lunes que su posición respecto al gobierno de unidad nacional que se está gestando en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) puede «cambiar» si el soldado Guilad Shalit, capturado desde junio en Gaza, es puesto en libertad, reportó EFE.El gobierno israelí rechazó, en un principio, cualquier gobierno palestino que no cumpla las condiciones del Cuarteto de Madrid (reconocer a Israel y los acuerdos con este país y renunciar a la violencia), pero el domingo decidió seguir estudiando el pacto entre las facciones palestinas para formar un nuevo gabinete.
En el acuerdo al que llegaron el pasado jueves en La Meca (Arabia Saudita) el Movimiento de la Resistencia Islámica (HAMAS) y el nacionalista Al Fatah, se prevé que el nuevo gobierno «respete» los acuerdos pasados, pero las partes no se comprometen a nada más específico respecto a las condiciones del Cuarteto.
En una intervención ante la Comisión de Asuntos Exteriores y de Defensa del Parlamento israelí (Kneset), Olmert desmintió informaciones según las cuales no participaría en la cumbre tripartita con el presidente palestino, Mahmud Abbas, y la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice.
El primer ministro señaló que acudirá a la cita, fijada para el próximo 19 de febrero, «para explorar el horizonte diplomático».
Señaló, no obstante, que Abbas deberá demostrar con la configuración del nuevo gobierno que no se ha acercado a las posiciones de HAMAS, que Israel considera «inaceptables».
«Hasta ahora —dijo Olmert— Abbas se ha opuesto a HAMAS. Pero si el nuevo gobierno mantiene las mismas exigencias exageradas frente a Israel, se demostrará que Abbas se ha acercado a HAMAS».
Por otra parte, el alcalde de Jerusalén, Uri Lupolianski, anunció su decisión de posponer las obras en la Puerta Mugrabi, una de las entradas a la Explanada de las Mezquitas, hasta que sean aprobadas por una comisión que las examine, después de días de protestas por parte de las comunidades árabes y musulmanas, que temen que la Mezquita de Al Aqsa sufra daños con los trabajos de reconstrucción.
El texto de la decisión ha sido redactado por Lupolianski y el rabino del Muro de las Lamentaciones, Shamuel Rabinovich, después de conversar con el fiscal general Menajem Mazuz, con funcionarios de planificación del municipio, con líderes de la comunidad musulmana del país y con representantes de los vecinos árabes de Jerusalén oriental.
El presidente del Movimiento Islámico de Israel, el jeque Abdulá Nimr Daruish, dijo a los periodistas que los israelíes no tienen derecho a la soberanía en la rampa de la discordia, y tampoco en la explanada del Muro de las Lamentaciones, que está a su lado.
«El plan para construir la rampa», que se transformará en un puente de más de cien metros, «engendró una ola de rumores u conjeturas acerca de las intenciones de Israel respecto de la mezquita de Al Aqsa», explicó el alcalde, miembro de la comunidad judía ortodoxa.
«Por tanto —agregó— decidimos ser totalmente transparentes con todos los vecinos de Jerusalén, para que conozcan con claridad el plan de construcción y puedan expresar sus opiniones al respecto».
Los judíos ortodoxos son alrededor de un tercio, así como los palestinos, en su mayoría musulmanes, entre los cerca de 700 000 habitantes de la Ciudad Santa, sagrada para esas dos comunidades religiosas, y para el mundo cristiano.