L.A.: Con 77 años, mi esposo presenta disfunción eréctil, que no resuelve con sildenafilo. Fuimos atendidos hace más de dos años por una profesional, pero mi esposo no ha obtenido resultados. No padece enfermedades crónicas, su dieta y sus hábitos son sanos. Tiene deseos sexuales y puede tener buena erección, pero no la mantiene.
Esos síntomas no siempre se deben a enfermedades físicas. También pueden ser señal de que algo no marcha como se espera en nuestra subjetividad. Consultar un sicólogo puede ser la oportunidad de encontrar sentido a esos malestares. Hay razones para empezar a funcionar sintomáticamente. Cuando hablamos, tenemos la oportunidad de encontrarlas y crear nuevos modos de afrontar lo que sucede con mayor placer.
El sildenafilo o viagra no garantiza la erección si hay otras barreras diferentes a las orgánicas que limitan el erotismo, la sensualidad o el deseo. En la tercera edad se requiere una estimulación más efectiva y constante para el disfrute. Por el proceso propio del envejecimiento puede disminuir la turgencia del pene, pero se puede disfrutar muchísimo si se emprenden modos ajustados al nuevo funcionamiento. Son transformaciones a las que hay que consentir.
El erotismo en la adultez mayor se potencia cuando se aceptan los cambios propios de ese período y se buscan alternativas para arreglarse con lo que sí se puede lograr. Cuando nos aferramos al funcionamiento histórico y nos frustramos por las irregularidades, cuando solo comparamos lo que logramos con una imagen de lo que «debiera ser», se escapa el deseo. Cambia el organismo, cambia la imagen y con ellos hay cambios en nuestra vida. El placer permanece si encontramos nuestro estilo más genuino para gozar de él.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Sicología clínica