Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

R.G.: Pasé los últimos nueve años con mi exnovia. La mayor parte de ese tiempo fue maravilloso. Decidimos terminar hace unos meses porque aquel cariño y pasión de los primeros días había desaparecido casi por completo. No obstante, el encuentro sexual siempre ha sido bueno; incluso después de la separación. El problema es que con la muchacha de ahora no funciona. Me cuesta tener un orgasmo y ella se queja de molestias o peladuras. Prácticamente tenemos sexo hasta que ella dice que no puede más. Yo adoraría que todo funcionara bien y tener hijos con ella. No sé qué pasa conmigo. Tengo 30 años.

Sabes las condiciones que necesitas para el disfrute más allá de los ideales de pasión que, según tu decir, llevaron a romper una relación donde nunca falló la conversación o el deleite orgásmico. Han tenido encuentros posteriores a la separación y continúa funcionando. ¿Qué hace que esta placentera ganancia no sea suficiente para mantenerte a su lado o buscar un vínculo similar en otra relación?

Hoy te cuesta tener un orgasmo y al parecer estás dispuesto a todo por alguna otra ganancia que tendrás que definir. Aquí funciona algo que va más allá del placer para erigir dolor, molestias y peladuras en un lazo posible. Los síntomas suelen aparecer como una verdad difícil de reconocer. ¿Qué satisfacción encuentras en repetir una y otra vez la misma situación? ¿Qué impide poner límite antes de su dolorosa súplica?

Aún eres joven para elegir. Puedes tomarte un tiempo para analizar qué pasa contigo. Ya has advertido que hay más de un modo de «funcionar» entre el placer y el dolor. En cualquier caso, tendrás que elegir qué costos quieres pagar por aquello que te resulta entrañable, valioso, disfrutable. Ganas y pierdes en función de tu propia escala de medida en tus circunstancias.

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología Clínica