M. A.: Tengo tres hijas de 21, 14 y seis años, respectivamente. Soy ingeniera informática. He tenido una vida muy difícil, por casarme a temprana edad y tratar de salir adelante. Mis dos primeros matrimonios terminaron con la misma frase: «Tú eres muy buena mujer, pero...». Por siete años fui muy feliz con mi último esposo. Ahora, he confirmado que él, con 55 años de edad, y mi prima de 20, mantienen una relación. Él se fue de la casa. Yo me la paso llorando. No entiendo cómo me pudo dejar de querer..., ni tampoco por qué ella pudo hacer algo tan feo. Tengo mucho dolor dentro de mí y lo extraño, pero estoy segura de que nunca volveré con él. ¿Alguna vez voy a confiar en alguien más (familia o pareja)? ¿Este dolor pasará? Tengo 38 años.
Esa respuesta dependerá de su deseo de ir más allá de estas circunstancias. Lo mejor que puede sucederle es volver a establecer lazos satisfactorios con familiares, amores y amigos. Para que así ocurra, se requiere un tiempo de análisis de lo acontecido. Es imperioso reconocer cómo se involucra en estos vínculos donde termina como una madre y buena mujer, sin el deseo erótico de su compañero. Según cuenta, sus inicios son felices; pero luego de la maternidad algo se desenlaza hasta ser abandonada. ¿Qué la lleva a eso?
En ocasiones las mujeres se implican tanto en sus funciones de madre, se sienten tan seguras de su matrimonio, que desatienden la vida íntima y erótica de la pareja. Por otra parte, no todos los hombres logran adaptarse a las exigencias que la vida familiar impone, ni encontrar a la madre y la mujer en la misma persona.
Sería beneficioso hablar de estos temas con un sicólogo, hasta desentrañar su lugar en esta historia, de modo que pueda volver a disfrutar su manera singular de amar, con los riesgos que ello implique.
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