Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tiempo de pantallas vs. tiempo de calidad

Desconectarlos del mundo real con exceso de tiempo en la pantallas es robarles su derecho a crecer. ¿Hasta cuándo esperaremos para actuar? Juventud Rebelde se acerca al tema

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Avanza la semana de receso escolar, y mientras en algunos hogares disfrutan las horas extra de sueño, paseos y juegos colectivos, en otros viven la odisea de no saber cómo entretener a los menores y púberes, por falta de inventiva de los adultos, esencialmente.

Los problemas económicos influyen, pero no determinan. Una madre contó a esta redactora que su solución fue comprar una tableta nueva para la niña y ponerle diez gigas de datos al celular para que se sumerja en las redes y descargue lo que se le antoje. Así deja el televisor libre para que el hermano vea los deportes.

Dejar a sus hijos solos frente a las pantallas por largas jornadas propicia una adicción que puede mutilar su creatividad y capacidad de conectar con los demás, además de exponerles a peligros en numerosos planos, como dañar su autoestima cuando se comparan con influencers inadecuados o convertirlos en víctimas de redes de pedofilia y explotadores sexuales, que manipulan la inmadurez para obtener imágenes y videos para su venta o un chantaje posterior.

Fomentar la adicción a dispositivos electrónicos y (peor aún) a todo lo virtual sin restricción, equivale a privar a sus descendientes de derechos defendidos en las convenciones internacionales y plasmados en la Constitución, como el de crecer con dignidad al abrigo de sus adultos significativos.

Pero está cansada de percibir reproches en la prensa, las redes, los familiares, la escuela… ella se declara rendida, y por comodidad delegó en internet la tarea de educar.

LA JUSTICIA CUENTA

Muchas familias sacrifican la interacción con sus menores y renuncian a compartir actividades al aire libre, juegos de mesa, lecturas valiosas o incluso ver juntos un audiovisual para luego comentarlo, sin pensar cuánto les ayudarían esas opciones a formar criterios propios y preservar los valores e historia familiar. 

En vez de eso, los dejan consumir todo lo que aparece en el mundo digital porque confían en que no hará mella en la formación de su personalidad. ¡Justo en la etapa en que más necesitan referencias y acompañamiento para cultivar una sana identidad y el autocuidado físico, espiritual y mental!

¿La justificación? Mucho trabajo, estrés, cansancio, la propia dependencia a lo electrónico. Saben que es incorrecto, pero levantan hombros y se declaran incapaces de poner límites. Sin embargo, esas mismas personas, ni en los peores días de su ajetreo laboral o doméstico dejarían en manos de sus pequeños una caja de fósforos, armas, envases de cristal, alcohol, medicamentos, material pornográfico… ni a solas ni con otros de su edad. Saben cuan catastrófico puede ser un accidente por tales descuidos, y además están conscientes de que es un delito punible y pueden ser procesados por el sistema judicial. 

Pero ¿quién dice que no serán juzgados si la integridad de su infante peligra en el mundo virtual? También en ese sentido necesitamos desarrollar mayor cultura jurídica, porque si expones a tu prole al ciberbullying o al sexo explícito sin herramientas para procesar esos contextos, o si le permites desarrollar una adicción que perjudique su desempeño escolar o su vínculo con la realidad, estás atentando contra su normal desarrollo, y esa conducta sí está tipificada en el código penal.

Te guste o no, es tu responsabilidad crear buenos hábitos en quienes crecen a tu amparo: de higiene, alimentación, sueño, espiritualidad, cognitivas, y todo eso pasa por el uso de tecnologías sociales, con el reto agregado de que no puedes mantener el riesgo fuera de casa si das acceso a pantallas sin supervisión ni restricciones parentales, pero sobre todo sin el diálogo que debe acompañar cualquier consumo. 

Según un informe del sitio Common Sense Media, el 50 por ciento de los adolescentes de países con acceso a internet se reconocen adictos a los dispositivos móviles (nomofobia), lo cual provoca interrupciones y peleas diarias en la vida familiar. 

¿Cómo llegaron ahí? Sus adultos estaban agobiados por los retos de la crianza y recurrieron a esas niñeras electrónicas para embelesarlos mientras trajinaban en casa o adelantaban trabajo. Prefirieron apagar a los hijos en lugar del televisor o el celular, y los privaron de experiencias reales de vida.

El contacto directo era solo para obligarlos a comer, bañarse, apagar la luz, levantarse para la escuela, hacer alguna tarea… casi siempre desde el fastidio o la amenaza de quitarles el equipo. Es decir: les dedicaron poco tiempo y de mala calidad. 

No está mal sumar tecnología a la vida, pero no debe desplazar la sana interacción al aire libre con la familia y las amistades, para crear buenos recuerdos y desarrollar resiliencia y seguridad en su potencial, además de ganar en salud.

El celular es una necesidad a partir de la edad escolar, pero también lo es montar bici, caminar, enamorarse, conocer defensa personal, gestionar diálogos, elaborar alimentos con sus manos y aprender a lidiar con la frustración. A nivel bioquímico, la nueva generación no está cultivando la paciencia, vive más cargada de cortisol que de oxitocina y desarrolla apego a objetos y desapego a gente de valor en sus vidas, y a la humanidad en general.

Al comunicarse poco en la práctica, limita su vocabulario y su cultura de hablar, lo cual genera timidez, dislalia, aislamiento, miedo a interactuar, y en casos más severos trastornos de conducta y aprendizaje, autismo y diversos grados de sociopatía, con estallidos de violencia o depresión.

Ciertamente, hay una delgada línea entre beneficios y desventajas con el asunto de las pantallas, pero siempre es así con los hitos del desarrollo, desde el fuego prehistórico. Aunque la familia no sea perfecta, es la primera y mejor escuela de cada generación, y hoy le corresponde formar buenos hábitos con esos dispositivos, como antes pasó con la radio, los fonógrafos, la tele, los vehículos, los electrodomésticos y tantas otras tecnologías que cada siglo aportó a la civilización.

Si tu hijo enferma, le das medicamentos, le guste o no, y hasta de modo preventivo, si es por su bien. ¿Qué te impide entonces regular su tiempo de pantallas y suprimir acceso a contenido inadecuado para su edad? No es tiranía, sino compromiso y reciprocidad: tú aprendes de sus habilidades digitales y a cambio les reafirmas tus valores y ofreces opciones para ser feliz.

ENCUENTROS

Ya llegaron los primeros mensajes para el concurso sobre los 25 años de Sexo sentido. Si quieres participar responde estas tres preguntas: ¿Desde cuándo nos lees y qué tema te interesó más? ¿De qué modo esta sección ha marcado tu vida? ¿Qué te gustaría incorporar o eliminar de la página y sus espacios en la web? Acompaña tu respuesta con un número de contacto, tu edad y sexo, y desde qué lugar nos escribes. En justo un mes, JR elegirá un gran premio y dos premios especiales: uno para mayores de 30 años y otro para menores de esa edad. 

Escríbenos al número 52164148 o al correo de la sección (sentido@juventudrebelde.cu). También puedes participar en nuestras redes de WhatsApp, Telegram o Facebook, donde nos encuentras con el nombre Senti2Cuba.

Del resto de las actividades por el aniversario en mayo te contaremos más adelante. Tú también puedes aportar iniciativas, ¿te animas?

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