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Más libres, mejor unión

La libertad es uno de los pilares para construir relaciones saludables y duraderas 

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Yo te quiero libre, / como te viví, /

libre de otras penas / y libre de mí.

Silvio Rodríguez, cantautor cubano

La libertad es uno de los pilares para construir relaciones saludables y duraderas. En un mundo donde las dinámicas familiares y amorosas están en constante evolución, entender y fomentar ese principio alienta el bienestar de todos.

En el contexto de pareja y familia, la libertad no debe confundirse con falta de compromiso o desinterés. Por el contrario: cuando cada persona puede desarrollarse plenamente sin sentirse limitada o controlada, esa autonomía fomenta un entorno en el que todos puedan expresar sus emociones, deseos y opiniones sin temor al juicio o a la reprensión.

Construyendo espacios de confianza

La libertad en las relaciones se construye a partir de la confianza. En una pareja esto implica aceptar que cada miembro tiene intereses, amigos y actividades individuales. En familia, los padres deben permitir que sus hijos exploren sus propios caminos, respetar sus decisiones y acompañarlos sin imponer expectativas desmedidas.

Nada hay más traumático a lo largo de la vida que sentirte incapaz de cumplir con lo esperado por tus padres. No estar a la altura de sus sueños lleva a esforzarnos en caminos que no son los deseados y coarta el valioso bien jurídico que es la libertad de pensar, actuar, expresar, creer, disfrutar, y también de elegir oficio, hobbies, amores…

Por eso, un buen ejercicio de parentalidad es guardarnos nuestras frustraciones (muchas veces heredadas) y escuchar o ver a nuestros descendientes como realmente son, en la individualidad de sus talentos y capacidades, en lugar de marcarlos con el doloroso estigma de la decepción. 

La confianza también requiere comunicación abierta y honesta. Hablar sobre límites, compromisos y necesidades del clan es crucial para evitar malentendidos y fortalecer vínculos. Este diálogo continuo ayuda a las parejas y familias a adaptarse a los cambios y a enfrentar desafíos con un enfoque conjunto, sin bandazos ni agobio, y con sentido de pertenencia.

Por eso, uno de los mayores retos al promover la libertad es encontrar el equilibrio entre las necesidades individuales y las responsabilidades compartidas. En las parejas, esto puede implicar dar espacio para que cada persona persiga sus metas profesionales o personales, sin renunciar todo el tiempo a los proyectos conjuntos… y viceversa. Se trata de permitir que cada persona tenga su propio espacio para crecer, al tiempo que se fomenta la unidad y el apoyo mutuo, con apego a tradiciones propias, pero sin hipocresía.

En muchas familias rígidas, los hijos enfrentan presiones para seguir determinados caminos (credos, carreras o estilos de vida). Lo saludable es promover esos asuntos en los que creemos, pero respetar sus decisiones individuales, sin burlas ni restricciones arbitrarias, lo cual es clave para la felicidad y el éxito de todos.

Del mismo modo, en una pareja, cada miembro tiene derecho a cultivar hobbies o amistades independientes, con respeto a lo pactado, pero sin dependencia emocional excesiva.

Los beneficios de la libertad en las relaciones

Fomentar la libertad en las relaciones tiene grandes beneficios. En las parejas, genera un vínculo más fuerte basado en la elección mutua, no en la obligación. La persona se siente valorada por quien es, y eso refuerza la autoestima y reduce los conflictos derivados de celos o inseguridades.

En las familias, promover libertad ayuda a formar individuos seguros e independientes. Los hijos criados en un ambiente donde se respeta su autonomía tienden a ser más capaces de tomar decisiones responsables y enfrentar la vida adulta. Además, la relación entre padres e hijos se enriquece, ya que está basada en el respeto mutuo y no en la imposición.

No obstante, fomentar la libertad en las parejas y familias no está exento de desafíos. El miedo al cambio, la inseguridad y los estereotipos culturales pueden dificultar el proceso. Algunas personas pueden interpretar la necesidad de espacio como un signo de distanciamiento o desamor, y hacer resistencia o atacar, en lugar de aprovecharla.

Para superar estos obstáculos, es fundamental trabajar en la comunicación y el autoconocimiento. Reconocer nuestras propias inseguridades y aprender a manejarlas ayuda a evitar comportamientos de control. Asimismo, educarnos sobre los beneficios de la libertad y desafiar prejuicios culturales permite construir relaciones más abiertas y saludables, tema del que hablaremos en el ecotaller de este sábado 25 en el parque Almendares (en el 52164148 te cuento los detalles).

En última instancia, la libertad en las parejas y familias no solo es un acto de amor hacia los demás, sino también de amor propio. Personas auténticas y libres fomentan un entorno de confianza y respeto, con reglas claras y evolucionables.

Promover la libertad no significa renunciar al compromiso o a la responsabilidad compartida. Se trata de crecer y ser feliz sin renunciar a nuestra esencia, en equilibrio con lo que nos aporta la compañía, para construir un futuro donde el binomio amor y libertad se conjuguen a gusto en presente y futuro.

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