Hay muchos criterios sobre seguridad, casi siempre enfocados en evitar enfermedades o un embarazo no deseado, pero estos ejemplos que comparten los lectores aportan otras miradas necesarias para disfrutar a plenitud la experiencia sexual
No vive el que no vive seguro.
Francisco de Quevedo
«El sexo es el mismo desde que el mundo es mundo», escribe Yander Rolando, un lector santiaguero, a propósito de la pregunta que lanzamos sobre seguridad en la sexualidad. Según su filosofía, lo único seguro es la muerte, y no tiene reparos en «jugársela» en relaciones ocasionales intensas.
Una joven de La Sierpe que nos lee en la web dice que para ella la seguridad radica en la confianza. Le atraen algunas fantasías intensas y quisiera vivir un amor de novela, pero hasta ahora no ha encontrado a nadie en quien confiar hasta ese punto, ni en su pueblo ni en las redes. No quiso publicar su nombre para que no la acosen en su escuela, donde algunos la tratan con prejuicios por actuar diferente.
Otro joven, estudiante de Medicina, lamenta que en su currículo de estudios se habla poco de seguridad ante las ITS, y menos (o nada) de la violencia cotidiana en las parejas y la victimización física y moral de las personas con orientaciones sexuales diversas. Luego nos falta sensibilidad para crear ambientes seguros en esos aspectos, insiste.
A través de WhatsApp, Roberto define la seguridad en el sexo como tener una pareja estable y hacer el amor con amor, pues en su criterio, utilizar a una persona sin quererla no da buenos resultados. «¿Qué puede salir de esa unión carnal, si en el fondo no quieres a esa persona?», pregunta, convencido de que usar el cuerpo de esa manera es señal de no querer a nadie y tener poco o ningún amor propio, tal vez porque nunca le han querido como deseaba y por eso se lanza al vacío.
Sin embargo, «si ambos saben que se quieren, entonces el sexo funciona a la perfección», asegura Roberto, partidario de esa seguridad antes de darle intensidad a sus prácticas.
También nos contactó un profesor mayabequense, para quien su seguridad en el sexo depende de que la otra persona se sienta bien, liberada, dispuesta a experimentar lo que cada jornada trae, que no va a ser igual en cada encuentro, porque hacer el amor no es seguir un manual de instrucciones.
Para él, la mujer está a gusto en la cama y más dispuesta a participar de la experiencia de manera activa y creativa, cuando hay un diálogo que acaricie sus oídos, y sienta libertad para decir (y hacer) lo que le gusta y lo que no, sin miedo a tomar la iniciativa.
Además es partidario de crear el ambiente adecuado, y hacer el amor sin preocupaciones de tiempo o de que alguien más escuche o vea su desarrollo, porque eso puede frenarles o llevarla a hacer poses y se pierde la naturalidad.
Otra estudiante, pero de Economía y en una sede universitaria guantanamera, decidió contarnos una experiencia nada segura: aceptó tener relaciones con una pareja mayor que ella, muy caballeroso y comprensivo hasta ese momento, y el hombre insistió en grabar el acto como recuerdo porque viven en ciudades diferentes.
A los dos meses le escribió alguien a su Messenger para chantajearla con capturas del video. Para evitar que su rostro saliera en internet, debía tener sexo con otras personas delante de las cámaras… pero le «permitirían» usar condones y una máscara.
«Lo único seguro para garantizar tu privacidad es no hacerlo nunca delante de una cámara, así sea el celular, o una computadora apagada», aconseja esta joven, quien resolvió el asunto con ayuda de un informático, una abogada y una sicóloga, porque el trauma demora en sanar.
Nos llamó la atención en particular una lectora de 73 años, de Matanzas, para quien el sexo es seguro cuando le garantiza no tener accidentes o dolores posteriores. Su pareja de dos décadas, 15 años menor que ella, toma todas las precauciones para estimularla, usa cojines adecuados para experimentar todo tipo de posiciones y garantiza contar con lubricantes vaginales, aceites de masaje, inciensos, vinos… «No de ahora, sino desde que empezamos, por eso la edad no nos afecta, y como ambos practicamos yoga regularmente, la experiencia espiritual es también muy placentera», confiesa.
Hay muchos criterios sobre seguridad, casi siempre enfocados en evitar enfermedades o un embarazo no deseado, pero estos ejemplos que compartieron los lectores aportan otras miradas necesarias para disfrutar a plenitud la experiencia sexual.
Una muchacha de Las Tunas, a punto casi de terminar la secundaria, nos escribió en un sms: «La seguridad empieza por el conocimiento. Tienes que saber más de ti y de tu pareja, y tienes que escoger bien dónde aprender de sexo, y conversar con tu familia de ese tema, le guste o no», enfatizó.