A veces la embarazada sí siente deseos y es la otra persona quien tiene prejuicios o teme dañarla
El sexo es parte de la naturaleza, y yo estoy en armonía con ella. Marilyn Monroe
La decisión de suspender o modificar las prácticas sexuales durante el embarazo es una potestad de cada mujer, pues aun estando físicamente apta tal vez ella desee tomarse un tiempo para asimilar los cambios en su cuerpo o en su vida, y ese es un derecho que todo el mundo debe respetar.
Este tema debe abordarse con naturalidad en consultas y charlas profilácticas, y mejor aún si es en presencia de la pareja, porque a veces la embarazada sí siente deseos y es la otra persona quien tiene prejuicios o teme dañarla. Ese diálogo con el equipo de salud es esencial para definir hasta dónde llegar en cada momento, pues a veces cambian las circunstancias y lo que era impensable en el primer trimestre resulta beneficioso al final, o viceversa.
Conocer la Táctica
En principio, no hay necesidad de renunciar al sexo durante la gestación porque ambos son procesos naturales y compatibles. Si la futura madre es muy joven o padece de alguna enfermedad crónica hay mayor riesgo de aborto, parto prematuro, bajo peso al nacer, infecciones genitourinarias y otras complicaciones que comprometen hasta la vida, según explica el doctor Jorge Peláez, presidente de la sección Infanto Juvenil de la Sociedad Cubana de Ginecobstetricia.
Por lo general la penetración vaginal es inofensiva si se hace con delicadeza porque el nuevo ser en desarrollo está aislado del exterior, pero si a la gestante se le dificulta moverse, tiene falta de aire, náuseas o dolor, es juicioso reducir el coito y variar las técnicas de estimulación según sus ventajas y desventajas, como propone el sitio español doctissimo.com.
Lo más importante es que el acto resulte placentero y eleve su autoestima, porque en esa etapa de fuertes cambios emocionales es peligroso sentirse «usada» a la vez por el bebé y la pareja, como refería una lectora recientemente.
El reposo sexual total se indica en los primeros meses cuando hay amenaza de aborto porque la vida del embrión depende de su nidaje en el endometrio (pared interior del útero) y un movimiento brusco puede desprenderlo. A partir del segundo trimestre el feto crece libre en el líquido amniótico, que lo alimenta y protege de presiones externas, pero igual hay que evitar accidentes o gestos violentos.
En las últimas semanas el sexo es beneficioso si calma las tensiones y aumenta el compromiso mutuo. En función del estado general de la mujer, ella decide si va a llegar al orgasmo y por cuál vía, o si solo estimulará a su pareja y recibirá masajes eróticos con vistas a acondicionar su cuerpo para un mejor parto y lactancia, en especial el suelo pélvico y los pezones.
Aunque la pareja sea estable, se recomienda usar condón todo el tiempo porque el semen contiene sustancias como las prostaglandinas que provocan contracciones indeseadas. Además, su retención en la vagina produce mal olor y otras molestias que es difícil controlar sin lavar mucho la zona, práctica poco recomendada porque altera la frágil flora microbiana y hay más peligro de reinfecciones como la moniliasis y la trichomoniasis.
Otra medida saludable es variar el vestuario y calzado desde el principio para proteger el sistema circulatorio. Quien rechaza prendas cómodas porque es «poco sensual» a la larga padece demás calambres, estrías o varices, y se expone a otras secuelas que la alejarán mucho más del sexo en estos meses.
Revisa tu estrategia
Toda mujer fértil y sexualmente activa sabe que puede quedar embarazada incluso usando anticonceptivos, y aunque no estaba en sus planes a corto plazo, muchas deciden seguir adelante por razones éticas, familiares o de salud.
Si el embarazo es riesgoso el sexo está contraindicado, así que vivir consciente de esa probabilidad debe ser acicate para incluir en tus prioridades una dieta adecuada y ácido fólico, además de chequeos periódicos para descartar una ITS y el control de las enfermedades crónicas.
También es recomendable eliminar las adicciones, no solo por su impacto directo en el feto, sino porque hacen más vulnerables las relaciones íntimas, sobre todo el alcohol y otras drogas que estimulan la violencia. Varios estudios en Cuba demuestran que las embarazadas violadas o víctimas de maltrato físico y sicológico están involucradas con hombres que no modifican sus hábitos sociales, aunque «se apunten» material y emocionalmente y estén orgullosos de ser papás.