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Familia, escuela y equidad

La escuela, uno de los principales escenarios para el proceso educativo de las nuevas generaciones, no escapa a las influencias estereotipadas que ejerce la familia patriarcal, porque los nuevos conocimientos se construyen sobre los cimientos dejados por esta

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Lic. Miladys Pupo Batista

Solo las personas que han recibido
educación son libres.
Epicteto.

La igualdad formal entre individuos de distinto sexo es un derecho reconocido en la mayoría de los países modernos, pero en la práctica hay muchas formas de discriminación que permanecen en el entramado social, la política, la cultura y la economía.

Incluso la escuela, uno de los principales escenarios para el proceso educativo de las nuevas generaciones, no escapa a las influencias estereotipadas que ejerce la familia patriarcal, porque los nuevos conocimientos se construyen sobre los cimientos dejados por esta.

El ser humano se desarrolla en familia. Es en ese ambiente en el que aprende las primeras maneras de andar por la vida, las normas de conducta, los valores y la forma de expresar afecto. Pero también allí se dan los primeros pasos para perpetuar y legitimar un sistema que enfrenta a hombres y mujeres, generando desigualdades y relaciones inequitativas en casi todas las esferas vitales.

Por eso el personal docente debe estar preparado para estimular y sensibilizar a la familia hacia una práctica menos discriminatoria, y en lo posible sugerir actividades extracurriculares enriquecedoras.

Una de las dimensiones que se debe tener en cuenta es la sexualidad, la manera de verla, entenderla y vivenciarla en cada etapa, pues de cómo se eduque al niño o la niña dependerá en gran medida la formación de una personalidad armónicamente desarrollada.

En una educación pensada desde la equidad es indispensable tener en cuenta los componentes psicológicos de la sexualidad y la relación que existe entre estos y ciertos estereotipos, para no descuidar el análisis de pautas sexistas discriminatorias que parecen naturales porque siempre han estado ahí, sirviendo de cauce a estilos errados de comunicación, control de la conducta, apoyo emocional y distribución de tareas hogareñas.

El juego es un escenario fundamental en el que niños y niñas se apropian de normas, costumbres y modos de actuación de las diversas personalidades adultas, y además reflejan estereotipos ya incorporados en esa función simbólica del pensamiento.

La primera infancia es propicia para sentar las bases de la equidad, porque las condiciones del desarrollo biológico, psicológico y sexual favorecen ese proceso consciente de educar en el respeto a los derechos sexuales de esos futuros hombres y mujeres.

Ser como soy

La sexualidad constituye una compleja expresión de la individualidad y está muy ligada al desarrollo del sujeto. Tiene como punto de partida el sexo biológico y este se relaciona con el placer, lo erótico y la reproducción; pero va más allá, al vincularse con los sentimientos, las relaciones interpersonales y la identidad.

La edad preescolar se considera el primer período sensitivo para la construcción de la identidad de género. Hacia los cinco años ya existe una confirmación del ser masculino o femenino a partir de la observación de patrones adultos, y en cada individuo se estructuran los cimientos para esa vivencia profunda de ser hombre o ser mujer, que lo acompañará durante toda su vida.

Esto es posible por la gran plasticidad del cerebro infantil, con tantísimas posibilidades para establecer conexiones que sirven de base al registro y fijación de los más variados estímulos, lo cual conduce al desarrollo de diversas capacidades y cualidades personales y a la conformación inicial de los rasgos del carácter. En etapas posteriores se estereotipan actitudes y conductas y es más difícil reeducar o flexibilizar patrones.

Potenciar la formación de una personalidad sana implica mayor calidad de vida, no solo para la persona aisladamente sino para su familia y la sociedad en general. Pero no pueden desligarse en el análisis de lo sexual el carácter histórico de la humanidad y el desarrollo del sujeto psicológico.

Equidad de género es también lograr que las personas expresen abiertamente sus sentimientos y que su personalidad se fortalezca para un desempeño equitativo a nivel social.

Esta Pedagogía de la diversidad está en la esencia de la política educacional cubana desde el triunfo de la Revolución, al menos como intención respaldada por las leyes y la ciencia, y parte de reconocer el papel de las particularidades biológicas, el medio social y la familia como premisas para el desarrollo, en el esfuerzo por formar seres humanos con las mismas posibilidades de ser comprensivos y respetuosos ante lo diverso.

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