La bacteria chlamydia trachomatis afecta a uno de cada diez hombres sexualmente activos, puede causar infertilidad e incluso esterilidad Pregunte sin pena Sabías que...
¿¡CLAMIDIA!? ¿Qué provoca eso? ¿Puede hacerme infértil? ¿Eso no es de las mujeres? Estas fueron exclamaciones e interrogantes que plantearon la mayoría de los varones encuestados esta semana por Sexo Sentido en busca de un acercamiento a cuánto saben los jóvenes sobre la llamada clamidia.
Para algunos resultó extraño el nombre. Otros lo habían oído antes, pero no conocían ni sus síntomas, ni sus consecuencias. Y al comentarles sobre la influencia que tiene en la fertilidad masculina, los sobresaltos no faltaron.
Aunque «silenciosa», esta enfermedad, causada por la bacteria chlamydia trachomatis, afecta a uno de cada diez hombres sexualmente activos, y según investigaciones recientes puede provocar una infertilidad que, si no se trata, puede causar esterilidad.
El estudio realizado en el hospital Juan Canalejo, en España, y presentado este año en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva, reveló que esta ITS afecta la concentración de los espermatozoides, su capacidad para desplazarse y puede generar otros defectos en los mismos.
En la pesquisa se analizó el esperma de 193 hombres que se sometieron a tratamientos de fertilidad porque no lograban tener hijos. De ellos 143 estaban contagiados con clamidia.
Luego, por medio de una nueva técnica de análisis microscópico, los científicos descubrieron que el nivel de los daños, o fragmentación del ADN en su esperma, era tres veces más alta que en hombres sanos.
Se trató a 95 de los pacientes con antibióticos, y se revirtieron los daños en el ADN del esperma en un 36 por ciento en un plazo de cuatro meses.
Durante ese período, el 13 por ciento de las parejas logró el embarazo tan deseado y después de terminar el tratamiento más del 85 por ciento logró concebir.
Peligroso silencioAl ser una infección «silente», como la llaman los especialistas, en la mayoría de los casos, tanto hombres como mujeres ignoran su presencia y continúan la cadena de transmisión al tener relaciones sexuales desprotegidas, sin el uso del preservativo.
Según indican los expertos, este microorganismo destruye las células del aparato reproductor femenino y masculino, y se contagia principalmente a través de las relaciones sexuales, o por el contacto de la boca o los ojos con mucosa infectada del aparato reproductivo, urinario o anal.
En las mujeres puede ocasionar una inflamación en el cuello del útero, dañar las trompas de Falopio, dificultar su funcionamiento, e incluso puede bloquear el paso de los óvulos hacia el útero.
Las nuevas investigaciones revelaron que en el caso de los hombres, esta enfermedad puede causar inflamación de los testículos o del escroto, y en ambos casos su incidencia está directamente relacionada con la calidad futura y movilidad de los espermatozoides.
Los especialistas la describen como una «inflamación silenciosa» de todo el tracto genital, generando un ambiente no propicio para el desa-rrollo exitoso de la fecundación, o para el normal funcionamiento de estos órganos, tanto en los hombres como en las mujeres.
El principal problema es que la población masculina es el reservorio natural de esta bacteria, pero muy pocas veces provoca una reacción en ellos, lo que hace que «no se controlen» y se contribuye a la propagación.
Solo en algunos varones la clamidia origina secreciones transparentes o cremosas, dolor o sensación de ardor al orinar y uretritis (inflamación del conducto uretral).
Además las personas que practican la penetración anal, pueden contraer la infección clamidial en el recto, que provoca dolor rectal, secreciones o sangrado.
La clamidia puede hallarse también en la garganta de quienes han tenido relaciones sexuales orales con una pareja infectada.
En ocasiones ocurre que la bacteria se aloja en el epidídimo, destruyendo los canales por los que pasan los espermios, pero estos casos en hombres son más aislados.
Las estadísticas revelan que tres de cada cuatro mujeres infectadas y cerca de la mitad de hombres no presentan síntomas, y si aparecieran, generalmente sucede entre una y tres semanas después del contagio.
Según reportes de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia la tasa de incidencia de las ITS y dentro de ellas la clamidia se convierte en una de las causas de infertilidad. En países como Estados Unidos se estima que más de dos millones de personas resultan infectados cada año.
En América Latina el número se duplica. Una parte importante de la población de los países subdesarrollados no tiene acceso a los métodos anticonceptivos, especialmente el condón, que es la única barrera que podría evitar el contagio.
Entre mayor número de parejas sexuales tenga la persona, mayor es el riesgo de infección. Las adolescentes y las jóvenes que son sexualmente activas están más expuestas a la infección, pues su cuello uterino no se ha desarrollado completamente.
Un peligro para dosAl decir de la mayoría de los jóvenes entrevistados, las ITS producen daños en la fertilidad solo de las mujeres. Ellos no reconocen en su organismo el peligro latente al contraer tales enfermedades.
De ahí que muchos expertos lanzan hoy una alerta a la población joven, que además de ser la más propensa a contraerla —dados los niveles de promiscuidad—, también se exponen a consecuencias físicas y psicológicas al no poder concebir cuando lo deseen.
Si la clamidia no es tratada, la infección puede avanzar y causar graves problemas reproductivos y de salud con consecuencias a corto y largo plazos.
En el mundo existen pruebas de laboratorio para diagnosticar la clamidia. Algunas de ellas pueden realizarse en la orina, mientras que otras pruebas requieren de una muestra obtenida directamente del pene o el cuello del útero.
La clamidia puede ser fácilmente tratada y curada con antibióticos, y si se detecta a tiempo puede pasar sin complicaciones. Por ello es necesario realizarse exámenes periódicos que descarten la existencia de ITS.
Para quienes ya la tienen, se debe mantener un período de abstención hasta que ambos miembros se sometan al tratamiento y se verifique la desaparición de la enfermedad.
Se trata de cuidar a la pareja, de entender que hombres y mujeres tienen iguales deberes de evitar a tiempo que conductas irresponsables frustren para ellos la maravilla de ser padres.