Diversas inquietudes provocaron los recientes trabajos sobre el comercio electrónico publicados en esta página
La publicación en semanas anteriores en Juventud Rebelde de dos trabajos dedicados a analizar diferentes aristas del comercio electrónico, especialmente su desarrollo en Cuba, ha suscitado un interesante intercambio de comentarios con nuestros lectores a través de la página web www.juventudrebelde.cu.
El primero de estos trabajos, titulado Tarjeta roja para la economía (30 de octubre de 2013), se refería al desconocimiento por muchas personas de la existencia de mecanismos de compra electrónica a través del uso de tarjetas magnéticas emitidas por los bancos, incluyendo las de moneda nacional.
En el segundo, llamado B2C, la asignatura pendiente (13 de noviembre de 2013), se habló sobre la extensión del comercio electrónico a nivel mundial y su impacto en Cuba, donde todavía es muy incipiente.
Ambos temas, relacionados entre sí de una u otra forma, son de gran importancia no solo para avanzar en el proceso de informatización de la sociedad cubana, sino también en la facilitación de muchas gestiones en la vida cotidiana de los ciudadanos, que incluso podrían ayudar a dinamizar y hacer más eficiente la economía del país.
Uno de los comentarios más recurrentes entre los lectores, referente a las tarjetas magnéticas y el uso de los post en centros comerciales, fue precisamente el desconocimiento para muchos de esta opción, a pesar de haberse implementado desde hace más de un año.
Al respecto, un cibernauta identificado como Roberto argumentaba: «Una buena idea “en secreto” para la mayoría del pueblo... estoy casi seguro de que este mecanismo llegó como una bomba a las tiendas y centros de gastronomía, porque este método tiende a eliminar o hacer más difícil imponer “multas”, o sea, productos que se venden por encima de su precio y que también se introducen en los establecimientos; lo que no entiendo es porqué esto no se divulga más, con tantos medios de que disponemos».
Otros, como Amílcar, al referirse a la presencia de los post en las tiendas se quejaba de que «en la práctica muchas veces lo tienen escondido, o sencillamente dicen que no hay conexión. En otras ocasiones no está en el departamento donde se hace la compra y a la hora de realizar el pago nos demoramos un poco más».
Elio era de los que preguntaba: «¿La cuenta de formación de fondos puede generar una tarjeta red?», y otro lector se cuestionaba «por qué no se permite a cualquier persona natural obtener una tarjeta magnética para realizar sus transacciones. Esta limitación deben suplirla los bancos cubanos y permitir obtener tarjetas magnéticas personales sin que dependan de una empresa; por otro lado eliminaríamos las inmensas colas de los bancos y muchas complicadas transacciones en los mismos»
A José Raúl Galindo Picayo igualmente le preocupaba cómo desde una zona apartada se podría hacer una tarjeta RED en una oficina bancaria; mientras que Yordanis, de Ciego de Ávila, aseguró que llevaba días llamando al banco y le decían que no prestan el servicio de hacer tarjetas porque no tienen.
Por su parte, Ernesto Bustos enfatizaba en el hecho de que existen «centros de trabajo a los que el banco no les ha admitido más tarjetas a sus trabajadores, y los últimos que han entrado a trabajar tienen que cobrar en efectivo porque no hay disponibilidad».
Y fue un lector, Ihosvany Robles Cruzata, quien puso el dedo en la llaga con una pregunta clara y concisa: «¿Por qué muchos nos estamos enterando hoy por Juventud Rebelde de una medida que lleva un año puesta en vigor?».
El tema del desarrollo de servicios de comercio electrónico en Cuba también fue otro de los que suscitó una encendida polémica en la web de Juventud Rebelde, especialmente porque la mayoría de los lectores, además de los escépticos, reconocen que es de vital importancia para el desarrollo del país.
En este caso el argumento más común es la necesidad de seguir extendiendo y acercando los servicios de conectividad a las redes a la mayoría de la población, en la medida de lo posible. No obstante, esos no fueron los únicos planteamientos.
Así, por ejemplo, un cibernauta identificado como Caro aseguraba que «Cuba debía abrir mucho más las posibilidades de este comercio tanto hacia el extranjero como también para los cubanos. No sé qué son los post de pagos en la red de tiendas en moneda libremente convertible; en cuanto a pagar servicios en los cajeros electrónicos, creo que esto es demasiado incipiente comparado con el verdadero comercio electrónico que existe en el mundo, donde desde la computadora de mi casa puedo pagar cualquier servicio o comprar cualquier producto».
Otro lector nombrado Yasser es de los que creen que «con la cantidad de informáticos que tiene Cuba se podría poner una directiva para que se oriente la creación de aplicaciones web en todas las tiendas de divisas y todas las empresas grandes, que podrían ofrecer servicios y productos en la red para que resulten accesibles a todos los cubanos y extranjeros».
Lidia San enfatizaba en que de extenderse estos mecanismos, «hasta los trabajadores por cuenta propia tendrían posibilidades de mejorar servicios y ampliarlos»; y Alexis, con toda razón, recordaba que actualmente «una simple reservación de pasajes se convierte en un día de trabajo perdido; el simple pago de una factura eléctrica nos lleva horas de cola, y si debemos acudir a un trámite legal de cualquier tipo se vuelve el cuento de la buena pipa, salvo pocas excepciones».
En este tema también otro lector, José Alberto, reclamaba que «alguien debe responder a las inquietudes de nosotros los lectores. No hacemos nada si a los pocos días desaparece la noticia de la página y “asunto olvidado”».
Y hubo un ciberlector identificado solo con el apellido Grajales, evidentemente informado sobre el tema, que en sus comentarios enfatizó: «Para lograr el desarrollo del comercio electrónico internacional se necesita un escenario donde converjan, como mínimo: infraestructura y tecnología adecuadas, y un marco legal de Derecho interno que tenga en cuenta inclusivamente las reglas de organismos internacionales».
Más allá de las dificultades tecnológicas y económicas por las que atraviesa el país, y de las limitaciones que impone el absurdo e irracional bloqueo económico de los Estados Unidos, existen todavía muchos mecanismos y medidas que se implementan, los cuales son poco conocidos por la población.
Es responsabilidad de las autoridades competentes, tanto en el ámbito bancario como en el empresarial involucrado en el desarrollo tecnológico y de las infocomunicaciones, trabajar por seguir extendiendo estos servicios.
No obstante, a la par también se deben despejar dudas, aclarar las inquietudes sobre el funcionamiento de mecanismos o las regulaciones existentes, y particularmente informar más sobre el estado actual y las perspectivas en estos ámbitos de desarrollo.
Juventud Rebelde abre sus páginas para ello.