Un hallazgo reciente cambia la historia humana en los libros de texto, al datar a nuestra especie 100 000 años antes de lo pensado
Cuando uno es niño suele respetar los libros de texto como si en piedra estuvieran escritos. Hasta se pueden ganar pequeñas porfías con los amigos, «porque lo dice el libro de mi escuela». Luego vamos descubriendo que la Historia es viva, y es la realidad quien escribe cada día las nuevas verdades.
Una de esas «certezas» inscritas en piedra hace algún tiempo era la fecha original de nuestra especie, el Homo sapiens. Se estimaba que databa de unos 200 000 años, según los restos hallados en varios lugares de Etiopía. Pero esa historia también sería rescrita, hace unos pocos días, cuando todos los medios del mundo reprodujeron la noticia de una nueva (y muy alejada) fecha para los nuestros. Marruecos se adjudica, vencedor, la nueva cuna del Homo sapiens, y la técnica de termoluminiscencia dató en 300 000 años atrás los restos humanos más antiguos. La antropología, de fiesta, nos confirmó que somos mucho más ancianos de lo que creíamos.
«Este descubrimiento representa el origen de nuestra especie, se trata del Homo sapiens más viejo jamás hallado en África y en cualquier otro lugar», explicó a la prensa emocionado Jean-Jacques Hublin, coautor de la investigación publicada en Nature y director del departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck, de Leipzig, en Alemania.
El «nido» de restos, hallado en excelente estado de conservación durante unas excavaciones iniciadas en 2004 en la localidad marroquí Jebel Irhoud, contenía los restos de al menos cinco individuos: tres adultos, un adolescente y un niño.
Ya durante la pasada década de los 60, indicaron publicaciones como ABC, se encontraron fósiles humanos en Jebel Irhoud, junto a huesos de animales y herramientas de piedra asociadas con asentamientos de neandertales. A esos fósiles se les consideró como una rara forma africana de neandertal.
Ahora, las excavaciones en el mismo yacimiento, que empezaron en 2004, han sacado a la luz no solo otro fechado, sino además nuevas herramientas de piedra y fósiles humanos, cuyo número ha pasado de seis a 22, y que pertenecieron, por lo menos, a estos cinco individuos. Se destacan un cráneo parcial y una mandíbula inferior por su nivel de conservación.
Los investigadores aseguraron a varios medios que «la cara de uno de estos primeros Homo sapiens es la de cualquiera con el que podríamos cruzarnos en el metro». En palabras de Hublin, la diferencia mayor con el hombre actual radica en que el cráneo es bastante más achatado, porque hay una larga evolución antes de llegar a una morfología moderna.
«Los llamamos Homo sapiens porque pertenecen a los orígenes de nuestro linaje. Pero no pretendemos que sean humanos modernos, gente como nosotros, porque su cerebro todavía tenía que evolucionar hasta ser como el nuestro», manifestó Hublin.
La datación de estos restos fue obtenida por Daniel Richter, experto del Instituto de Leipzig, por medio de una técnica utilizada desde la década de los 80, la termoluminiscencia. Con esta nueva fecha no solo se celebra un hallazgo en los titulares del mundo, sino que se generan debates y teorías novedosas para conocer más objetivamente nuestro pasado.
Los hallazgos, según Philipp Gunz, otro de los miembros del equipo, sugieren que la moderna morfología facial humana se estableció muy al principio de la historia de nuestra especie, puesto que las comprobaciones en cuanto a fisonomía revelan diferencias en el cráneo, pero mucha similitud en el resto del rostro. La forma cerebral —y posiblemente de la función cerebral— fue evolucionando ya dentro del linaje Homo sapiens.
Además, la morfología y la edad de los fósiles de Jebel Irhoud corroboran la hipótesis de que un enigmático cráneo parcial hallado en Florisbad, Sudáfrica, es también una muestra temprana de Homo sapiens. El descubrimiento de Hublin, por lo tanto, termina de demostrar que los primeros fósiles de Homo sapiens están repartidos por todo el continente africano: Jebel Irhoud, en Marruecos (300 000 años), Florisbad, en Sudáfrica (260 000 años) y Omo Kibish, en Etiopía (195 000 años). Ello indica una historia evolutiva compleja de nuestra especie, la que se cree que coexistió con formas presapiens en una convivencia panafricana que involucra a todo el continente.
De una idea de evolución continua en cadena, se pasa a una coexistencia de especies, y de un punto original en África, se piensa en una teoría pancontinental. Como si no bastara, alrededor de los fósiles de Jebel Irhoud también se encontraron restos de instrumentos de piedra y hueso de animales —probablemente también usados como herramientas—, lo cual apunta a un desarrollo tecnológico más antiguo de lo estimado hasta hoy. Todo eso encierran estos nuevos hallazgos.
A pesar de que el estudio y el equipo han sido bien recibidos por la comunidad científica y los medios especializados más prestigiosos, hay criterios en contra de la datación y la identificación del hallazgo.
Antropólogos como el español Juan Luis Arsuaga, codirector del sitio arqueológico de Atapuerca, y la paleoantropóloga María Martinón Torres, investigadora del University College de Londres, por mencionar solo a dos especialistas, no comparten que los fósiles se puedan identificar con la especie Homo sapiens.
En declaraciones al diario español El Mundo, el investigador ha expresado que estos restos, que se añaden a los que ya se tenían de ese yacimiento, «siempre se han considerado como presapiens», un antepasado nuestro directo anterior al Homo sapiens, probablemente por la falta de los rasgos más típicos de nuestra especie, «como una frente vertical bien levantada, una mandíbula con un mentón sobresaliente y bien formado, y una cara realmente esculpida».
El genetista Carles Lalueza-Fox, uno de los expertos mundiales en ADN antiguo, también es cauteloso. «Que haya restos parecidos a los primeros Homo sapiens no es incompatible con el hecho de que todas las estimaciones genéticas siguen situando el origen de la diversidad genética actual en unos 200 000 años», opina, citado por el diario español El País.
Los investigadores de Jebel Irhoud, en cambio, han respondido a este tipo de criterios con la seguridad de que las diferencias morfológicas no justificarían una nueva denominación presapiens, y añaden que sería «irrazonable tener que multiplicar el número de nombres específicos a lo largo de un solo linaje» por cada pequeña desemejanza.
Con este debate reabierto acerca del origen del ser humano moderno, Detrás de la ciencia se dispone a abrir un ciclo de temas científicos a propósito de la etapa estival que ya se avecina. No dudes en conectarte con nuestro sitio web para dejarnos tus sugerencias de temáticas y seguirte actualizando sobre lo más reciente en el mundo del conocimiento científico.
Reconstrucción en 3D del rostro del Homo sapiens, según el hallazgo.
•El cerebro, achatado en los Homo sapiens, es una de las partes más importantes del cuerpo del ser humano moderno. Tiene un peso promedio de algo más de 1,5 kilogramos y los impulsos nerviosos viajan a una velocidad de unos 274 kilómetros por hora, aunque esto se debe a un largo desarrollo.
•Algunos remanentes evolutivos en el Homo sapiens son el coxis, el apéndice, aunque produce algunos glóbulos blancos, y las muelas del juicio.
•El corazón humano es capaz de ejercer tanta presión sanguínea como para expulsar un chorro de sangre a más de nueve metros de distancia.