Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De tradiciones y tradiciones

Autor:

Darío Machado Rodríguez

Los países cultivan sus tradiciones de modo natural, propio, porque es algo sembrado en su cultura. Algunas son ancestrales, otras más recientes, pero en cualquier caso responden al espíritu de la nación. Van transmitiéndose de generación en generación y resultan manifestaciones que devienen perdurables porque se identifican con la identidad cultural de una sociedad. De hecho, la palabra, de raíz latina, proviene de tradere, que significa «entregar, transmitir».

En Cuba, los guateques, por ejemplo, son fiestas tradicionales, como lo son los carnavales y las parrandas. Otras más recientes, como lanzar al mar flores a Camilo, los desfiles masivos el 1ro. de mayo en el país, en La Habana el cañonazo de las nueve y dar tres vueltas a la ceiba son tradiciones arraigadas por derecho propio, el pueblo las siente suyas.

También hay tradiciones inventadas que dependen de su reiteración, la cual puede ser multiplicada por las industrias culturales, la literatura, la producción cinematográfica, y hoy mediante el empleo de las nuevas tecnologías de información y comunicación, que generan las iniciativas de sembrar su presencia en la sociedad.

No es la primera vez que he escuchado sobre la celebración en Cuba del Halloween (Noche de brujas, Noche de los muertos), una tradición anglosajona que arraigó en Estados Unidos no a través de las industrias culturales, sino como parte de las extendidas oleadas de inmigrantes irlandeses para quienes era ya una celebración tradicional, sin exonerar de su expansión al interés comercial que la ha acompañado.

El cine de corte hollywoodense ha producido y produce numerosas películas en las que la tradición originalmente celebrada por los irlandeses se presenta transfigurada en historias de horror, violencia y morbo.

La pregunta de por qué es tan frecuente que el día de Halloween haya en los Estados Unidos alarmantes cifras de muertos y heridos parece tener una respuesta elemental, cuando ya en esa nación y en muchos lugares de Europa donde ha anidado esa tradición anglosajona las mentes más lúcidas se preocupan por sus consecuencias ante la desfiguración de la tradición en clave de violencia.

El Halloween que toca a Cuba no es como el de las migraciones irlandesas llegadas a Estados Unidos que entre los siglos XIX y XX cultivaron esa tradición que se expandió al país. El que está manifestándose aquí no deja de tener cierto sabor a imitación impía. Lo dice ese disfraz del KKK que se vio por el malecón la Noche de los Muertos.

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