Semanas atrás, en un emotivo encuentro del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con una representación de estudiantes y profesores universitarios de La Habana, recordé aquella frase que el mandatario enarbolara hace aproximadamente un año: «La Revolución triunfa cada vez que le arrebatamos al enemigo una victoria». Y pensé en que, a pesar de este tiempo siniestro, 2020 fue otro año en el que vencimos.
Estas líneas no pretenden sumar gotas al triunfalismo que nos hastía, mas comprender que estos 12 meses han sido retadores, y que con desafíos impuestos hemos sabido crecernos ante las adversidades y desgajar muchas de ellas, no es caer en el fastidio.
El mismo Presidente lo reconocía en el encuentro con los jóvenes: «2020 ha sido un año duro, difícil, de pruebas, complejo; ya desde 2019 nos venían apretando las tuercas, persiguiéndonos financieramente y arreciando el bloqueo, pero a todo ello se unió la COVID-19, que midió nuestra capacidad de resistencia, y resistimos, continuamos resistiendo».
Como en períodos primaverales, la pandemia hizo brotar la flor de la solidaridad. El pueblo se ayudó entre sí, los jóvenes con la adarga de la madurez y el esfuerzo no se recluyeron en sus hogares, sino que partieron a centros de aislamiento, a atender a los más vulnerables, a donar su sangre, a robustecer los servicios de salud, a tocar puertas y entregar su amor a todo el que lo necesitara.
Cuba no se aisló, ni entre los suyos ni con los de confines lejanos. Aún con ecos de egoísmo y dislate gravitando, este puerto fue varentierra seguro para un crucero urgido de esperanza; nuestros médicos se fueron a curar cuerpos y almas coronavíricas, perturbando con su calidez el frío de áreas distantes y dejando corazones e infantes henchidos de profunda admiración.
A la ciencia y la tecnología se les redimieron ensayos enrevesados para interconectarlas más con la gente y ponerlas al servicio de un combate como nunca antes. El Gobierno —que tanto ha impulsado la producción científica— se hermanó con esta en una confluencia semanal en aras de darles solución a los problemas que se presentaran en la sociedad. La unión está dando frutos todavía.
Ahí están los resultados de los protocolos de tratamiento y atención a los pacientes con la COVID-19, que han permitido que no falleciera ni un solo niño ni una embarazada por la enfermedad; igualmente podemos citar los estudios para incrementar la producción autóctona de alimentos, la confección de ventiladores pulmonares y los candidatos de vacunas que pronto cargarán a degüello contra cualquier SARS-CoV-2 que se les pare enfrente.
Díaz-Canel calificó, además, a 2020 como un año de aprendizajes. «Hemos aprendido de la crueldad del imperio, de cómo se orquestan las batallas en las redes sociales, de cómo es la filosofía de la guerra no convencional o golpe suave. (…) De la lucha ideológica de estos días también se adquieren experiencias; por ello 2021 tiene que ser de ampliar y aprovechar cada espacio de diálogo, de sumar, aclarar, de discutir cuando tengamos posiciones diferentes, de fortalecer el papel de las instituciones, de no aceptar diálogos basados en violencia y desorden».
El calendario que marcará una nueva década mundial, comenzará para Cuba como un año intenso desde la primera jornada, desde el día cero. No faltarán tampoco los escollos en el camino, los que nos inviten a sentarnos, pero con ansias de que no nos levantemos de nuevo.
Tampoco faltarán los agoreros y los abusones de precios, contra los que hay que pelear; los que se escuden tras funciones públicas para dañar al pueblo y al Estado; los que burocraticen hasta un nombre o los que pongan trabas por gusto. No nos dejarán de llamar tozudos, necios o «comecandelas» a quienes creemos en que todo cambio en Cuba debe ser abordado desde la base del socialismo, la libertad, la soberanía y la justicia social.
Pero no podemos desmarcarnos de nuestra ruta: hay que persistir en el perfeccionamiento como país, continuar oxigenando a la economía, ir en busca de más derechos para todos, defender los ya conquistados… Hay que seguir con el oído pegado a la comunidad, mantener a nuestras instituciones abiertas a cualquier razonamiento, deslindarnos de las ilegalidades y la corrupción, y poner afecto donde habite la marginalidad.
Este año nos puso contra las cuerdas, y hay quienes se relamieron como ladinos augurando el fin de la Revolución Cubana en la dimensión paralela de las plataformas digitales. Sin embargo, henos aquí; nos resentimos, pero no perecimos.