Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Estocada electrónica

Autor:

Nelson García Santos

Se nos viene encima cabalgando, al trote, pero seguro, el control más infalible que hemos tenido, capaz de romper añejísimas marañas vigentes, a pesar, en primer lugar, de los administradores y del batallar de los inspectores, incapaces de taponear, por sí solos, los desmanes contra el consumidor.

Los arrimados a la cogioca, que abundan, más aquellos de un desempeño inadecuado detrás de los mostradores, aún sin llegar a meter la mano, favorecen sobremanera a desnaturalizar el prestigio del sector comercial estatal, lo peor que ha ocurrido.

En la tribuna de la calle, asiento de la vox populi, se desataron los comentarios alabando la ampliación de ese sistema de pago, mientras los pesimistas (sus dardos envenenados jamás faltan) alegan que ya buscarán una manera de burlarlo o se romperán los equipos sin posibilidad de repararlos o cambiarlos por falta de recursos. Obvio, el blablablá de siempre.

En realidad el uso de las tarjetas magnéticas como medio de pago electrónico se ha convertido en indispensable por su comodidad, facilidad de uso y por la seguridad al prescindir de llevar dinero en efectivo para las compras o pago de servicios.

El Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha insistido en que debemos seguir impulsando y ampliando el comercio electrónico, que demanda registrar, promover y generalizar los proyectos y propuestas existentes en el país para acercar los servicios y facilitar cada vez más los trámites a la población.

Una de las cuestiones que deviene vital está en potenciar más la cantidad de operaciones electrónicas que se realizan actualmente, debido a que no resultan proporcionales a la cantidad de tarjetas emitidas.

Más allá de facilitar un control de mayor rigurosidad, los tablazos contra la ilegalidad que propicia el empleo de la tarjeta sumirá en el pretérito, de cuajo, a más de un invento criollo para delinquir.

Van a acabar, ¡al fin!, con el negocio de introducir productos por la izquierda en los establecimientos y la subida ilegal de precios a las mercancías, dos rentabilísimas trampas para obtener pesos contantes y sonantes.

De paso se va a llevar a bolina la falta recurrente de menudo para los vueltos en los comercios de sello estatal, aguijonazo causante de la irritación del consumidor, que campea por su respeto contra viento y marea, y ahí está ahora mismo en cualquier comercio.

El hecho de no utilizar dinero en efectivo, un valladar letal para evitar los faltantes y otras estafas que demoran a veces tiempo en descubrirse, enrumban lenta pero inexorablemente a nuestro comercio y el pago de servicios hacia una modernidad universal.

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