La muestra inequívoca de que se están desgranando verdades brotó en el auditorio con un silencio profundo, acompañado de los rostros serios y meditabundos. Los impactan esas palabras que van desmenuzando, con precisión, la utilización de un lenguaje de respuestas escurridizas y carentes de precisión.
En un diálogo sostenido por Esteban Lazo Hernández, presidente del Parlamento cubano, con responsables a diferentes instancias en Villa Clara, surgieron algunas de esas acotaciones que nada definen o encubren en la generalidad la dimensión real del problema, y que, dicho sea de paso, abundan como el marabú en todos los lugares.
¿Cómo anda el enyerbamiento de la caña? «Está ligero». Obvio que la frase, por sí sola, indica la inexistencia de una situación tensa. Pero si ese calificativo abarca a cientos de hectáreas son otros cinco pesos. Más fácil y lógico resulta decir que tantas poseen una infestación leve.
¿Y el marabú? «Teníamos 24 000 hectáreas afectadas, ahora solo hay 12 000». En este caso se pone la cifra mayor por delante para que, una simple comparación, con el antes y el ahora, sugiera una buena labor, sin exponer el análisis cualitativo, ese que puede mostrar si lo hecho estaba en correspondencia con las posibilidades reales. La expresión indefinida «puede ser por esto o aquello», para referirse al origen de un problema se machaca una y otra vez, mientras la causa verdadera se queda en el aire, como si fuera necesario convocar a un consejo científico a fin de determinar el porqué.
Hay otras palabras propias de este lenguaje impreciso: «el trabajo va avanzando». Claro, puede ir adelantando, pero a paso de jicotea. ¿Y qué decir de estas respuestas: «estamos metiéndole» o «estamos fajaos» ante preguntas referidas al proceso productivo? ¡Sin comentarios!
Las expresiones no siempre forman parte de una enraizada rutina que termina enturbiando el razonamiento. A veces cuando precisan una respuesta exacta ante determinado contexto, dibujada de manera general, emergen los titubeos y los agarran fuera de base.
Al decir de Esteban Lazo, hay que ser concreto a la hora de explicar cualquier situación, evitar el floreo que nada aporta y basar la explicación del asunto de manera objetiva.
Una buena respuesta, con todas sus aristas, refleja, por sí sola, el dominio sobre su entidad del que está al frente. Nunca debe pasar, por el amargo momento, de ser sorprendido por una interrogante que no puede contestar.
Difícilmente alguien podrá mantener un desarrollo de dirección eficiente si no domina cuestiones básicas como, por ejemplo, las disposiciones legales que regulan el funcionamiento de la entidad, o si no analiza las estadísticas e interpreta lo que estas dicen. O si está rodeado por funcionarios, de menor rango, que para evitar molestarlo jamás lo alertan cuando algo anda mal, y mucho menos lo contradicen, aunque el jefe esté equivocado.
Para resumirlo en una frase criollísima como se enfatizó en el diálogo: el dirigente tiene que estar a la viva. ¡Con todo lo que esto implica!