Desde chiquito me gustó trabajar y ayudar a la gente. Por eso es que tengo tantos amigos, porque ayudo sin interés. En la escuela lo hacía y luego, cuando crecí, también, empezando por mi familia, desde luego. Lo que uno se gana trabajando se disfruta más porque es el fruto de su sacrificio. A veces lo que se gana fácil no es bueno.
Así me fui desarrollando hasta que un día noté que me gustaba la gastronomía. Alguien me dijo que aquí en la ciudad de Las Tunas existía un instituto politécnico que enseñaba ese oficio. Investigué enseguida y, como yo cumplía con los requisitos que se pedían, matriculé. La escuela se llama Cucalambé. Y me encantó lo que aprendí.
Cuando me gradué, me llegó el Servicio Militar General. Fue una experiencia tremenda. Hay que cumplir no solo con el trabajo, sino también con la Patria. Así estuve el tiempo previsto vestido de militar, siempre manteniendo buena conducta. Esa etapa de la vida enseña y educa mucho, principalmente te vuelve más organizado y disciplinado.
Cuando me licenciaron de las FAR, ya estaban en vigor las nuevas leyes para el ejercicio del trabajo por cuenta propia. En ese momento yo estaba desvinculado laboralmente. Me dije: «Esta es la mía». Una conocida me propuso trabajar con ella y aquí estoy ahora como ayudante suyo, vendiendo alimentos ligeros como pizzas, refrescos, croquetas…
En este lugar trabajo solamente por la mañana. Es de venga y venga, porque, como estamos en el centro de la ciudad, viene mucha gente a comprar. No me puedo entretener demasiado, porque se me forma un cuello de botella con la acumulación de público. Tenemos muchos usuarios y eso es bueno para el negocio. Es que lo que ofertamos tiene higiene y calidad.
Pienso que el trabajo por cuenta propia es algo muy bueno en estos tiempos. Tiene ganancia doble, porque se ayuda uno mismo y ayuda al Estado. Y hasta la seguridad social se le garantiza. Por ahí hay muchos jóvenes que deberían pensar seriamente en las posibilidades que esto brinda. Se mejora la calidad de vida personal y la de la familia.
Con este trabajo uno puede hacer hasta sus ahorritos, independientemente de que nadie se hace rico, como algunos imaginan. El dinero se gana honradamente, no al margen de la ley. Mientras mejor trates a los clientes y les brindes una atención de calidad, tendrás la venta asegurada. A las personas les gusta que las traten bien y rápido.
El otro día escuché a dos adultos hablando de que la juventud cubana está perdida. Lo decían refiriéndose a unos jóvenes que andaban por allí, sin trabajar. Yo no opino como ellos, porque sé de muchos como yo que echan pa´lante en diferentes labores. Aquí se pierde quien quiere.
El trabajo por cuenta propia me ha hecho más responsable, porque sé que depende de mí el resultado de lo que hago. Me he vuelto más puntual, disciplinado, organizado, honesto, educado… Todos esos valores los tengo en cuenta al atender a un cliente y los mejoro cada mañana. Porque no es solo dinero en la vida. Aquí crezco también como persona»
*Cuentapropista, Las Tunas
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