«En plancha» —es decir, por listas completas— votó la mayoría de la población a favor de Alianza PAÍS… y «en plancha» —¡ya sabemos la postura!— tendrán que ponerse ahora los partidos de la oposición si quisieran entorpecer otra vez el mandato de Rafael Correa, reelecto presidente de Ecuador.
Treintitantos días después de los comicios presidenciales y legislativos, el dictamen final del Consejo Nacional Electoral no solo ha certificado el ya desde antes previsible triunfo de Correa —aunque no deje de admirar el 57,7 por ciento de los votos con que retiene la presidencia. Además —y esta es la noticia—, el movimiento liderado por él y que jalona la Revolución Ciudadana se ha hecho, ¡al fin!, del Congreso, con una mayoría abrumadora que no permitirá se renueve la labor de zapa opositora.
Cien de los 137 escaños con que cuenta ahora el legislativo (un aplastante 72 por ciento) han quedado en manos de Alianza PAÍS, lo que le otorga a la agrupación no solo mayoría absoluta sino, además, los dos tercios necesarios para realizar, incluso, reformas a la Constitución.
La importancia de la victoria se valora mejor cuando recordamos el racimo de legislaciones entrampadas por la oposición en el Parlamento durante el mandato que acaba de concluir, y donde se incluían hasta proyectos de ley que habían obtenido el visto bueno mayoritario de la población, durante el referendo constitucional y consulta popular del año 2011. ¡Llegaron al extremo de pisotear la opinión del pueblo!
Ello, sin contar legislaciones tan importantes como la de Tierras, la de Aguas, la de Comunicación… que dormían el sueño eterno gracias a las cortapisas opositoras sin que se permitiera, con ellas, profundizar el proceso que ahora debe entrar en una etapa superior. Correa y Alianza País tienen vía libre para ello.
Se trata, por otra parte, de una votación inédita en la historia reciente de la nación, según sus analistas, quienes recuerdan que solo durante el mandato de Rodrigo Borja, entre 1988 y 1992, un presidente obtuvo mayoría en el Congreso… Pero entonces su partido, Izquierda Democrática, lo logró en alianza con otras dos fuerzas.
No es el caso que nos ocupa, cuando Alianza PAÍS no necesitará pactar con ninguno de los otros partidos: agrupaciones tradicionales o menos nuevas y desacreditadas como la Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez, y hasta las de presunto nuevo cuño al estilo de CREO (Creando Oportunidades), que postuló al ex banquero Guillermo Lasso, han quedado, por demás, en una minoría bochornosa.
Pero quizá la lectura que más satisfaga a quienes lideran el proceso de cambios en Ecuador no sea solo que el electorado prestara oídos al pedido de marcar en la boleta por «una sola lista» (la de Alianza País), consigna que matizó la campaña de Correa. Lo realmente motivador es comprobar que, al hacerlo, la inmensa mayoría de los ciudadanos ejerció un voto por el proyecto… Ello demuestra que se va logrando en Ecuador algo realmente difícil en las revoluciones: dotar a la población de conciencia.