Escuchando a los presidentes de los países del ALBA durante su encuentro en Caracas pudo palparse mejor cuál es este nuevo amanecer que vivimos en Latinoamérica y el Caribe, y por qué tenemos que saberlo aprovechar y hacerlo irreversible.
Nunca como ahora tantos líderes de la región —enfocándose, y es lo más importante, como un todo— pusieron de modo tan claro los puntos sobre las íes decididos a no dejarnos atar más, ni fue tan diáfana y bien argumentada la necesidad de hacer valer nuestros derechos.
Son apreciaciones al margen del hito de la XI Cumbre: la decisión de conformar el Espacio Económico del ALBA (ECOALBA), un proyecto que tiene el signo distintivo en el propósito de que los países miembros produzcamos de manera concertada para incrementar la complementariedad del comercio intrarregional, hacerlo más eficaz y, por tanto, alimentar la autosustentabilidad del bloque. Se trata de un derrotero que demandará trabajo profundo y paciente, como alertara el Presidente cubano Raúl Castro, pero que podría resultar un verdadero aporte dentro de esta filosofía del buen convivir que inauguramos los del ALBA, guiados por el espíritu solidario de los fundadores: Fidel y Chávez. Un nivel de concertación y de cooperación como el que propone ECOALBA no se ha observado hasta hoy en ningún otro esquema integracionista del orbe.
Pero, reitero, siendo lo económico el plato fuerte de la reunión, las mayores emociones estuvieron en los pronunciamientos políticos.
Y conste que no la provocaron planteos de retórica. Hubo decisiones que dejaron abierta la vía para adoptar posiciones osadamente independientes que nos harán valer aún más como vanguardia.
Valga mencionar la posibilidad de adoptar sanciones contra Gran Bretaña por su sordera ante el llamado de la ONU para que converse con Argentina y reconozca la reiteradamente proclamada soberanía de la nación austral sobre las Malvinas, como quedó plasmado en una resolución. Y qué decir del propósito de abandonar el TIAR (el llamado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) asesinado, de cualquier modo, por Estados Unidos, cuando en plena guerra argentino-británica por esas islas burló el respaldo que, según el acuerdo, debía dar a la Patria de San Martín y Sarmiento, para apoyar a su verdadera aliada: la pérfida Albión. ¡Ah, las potencias siempre coludidas!
Mas los acuerdos emanados de estos debates sinceros de dos días todavía podrían deparar posiciones más radicales y seguramente admonitorias para el Imperio, como la de retirarse de ese fracasado intento de fraguar el panamericanismo que es la llamada Cumbre de las Américas si Cuba, parte no solo integrante sino insoslayable del continente, no es invitada.
La propuesta, formulada por el mandatario ecuatoriano Rafael Correa, dio lugar a reflexiones enriquecedoras luego que el boliviano Evo Morales, con la sapiencia y la modestia que lo caracteriza, apuntara que quizá no debía perderse la oportunidad de decirle a Barack Obama en su cara que no ha cumplido nada de esa «nueva relación» que prometió a Latinoamérica en la cita de Puerto España.
Fue entonces cuando surgió la interesante propuesta de Daniel Ortega, de Nicaragua. ¿Y por qué no instruir a los embajadores de los países del ALBA ante la OEA que luchen por que se introduzcan en la reunión los temas que en verdad nos interesan? ¿Hasta cuándo los otros nos impondrán la agenda?
La exhortación no solo vuelve a reivindicar nuestra soberanía como bloque; además, nos coloca ahora en la posición de bregar por cambiar el orden y, quién sabe: ¿llevar a la OEA una verdadera insubordinación?
También estimula observar cómo el ALBA se extiende con la cada vez más resuelta participación del Caribe, ostensible ahora en la entrada de Haití como invitado permanente y de Surinam y Santa Lucía como invitados especiales, en tanto se gestiona su plena integración. Nuevas membresías que, como apuntara Evo, evidencian el fracaso de la ultraderechista reacción que quiso amedrentar con el golpe al eslabón más débil del bloque: la Honduras de Manuel Zelaya.
Para el regocijo de quienes amamos a Latinoamérica y el Caribe como la Patria Grande fue el encuentro de Caracas: otra oportunidad bien empleada en favor de que esa Patria crezca, de la mano del ALBA.