Cuando hace unos meses el senador por la Florida, Mel Martínez, anunció que se retiraba inmediatamente de su escaño en el Senado Federal, todos los ojos se viraron para el Gobernador del estado, Charlie Crist, pensando que era la persona que lo iba a sustituir. No había por qué pensar que el primer mandatario del estado no fuera el sustituto natural para ese puesto.
Con gran carisma y un alto grado de popularidad, el gobernador era visto como imbatible en esa campaña electoral. Para los cubanos que residimos en la Florida y que no somos enemigos de Cuba, Crist era nuestra mejor opción.
Aunque el hombre tiene una posición política opuesta a que Estados Unidos levante el bloqueo a Cuba, no tiene la enfermiza agresividad que tenía Martínez en relación con la política norteamericana hacia nuestro país o que pudiera tener cualquiera de los políticos del sur de la Florida que aspiraran a sustituirlo. El gobernador no parece padecer de la histeria anticubana que padecen tantos por estos lares. Es un hombre más centrado, y a pesar de ser republicano, es capaz de apoyar algunas iniciativas demócratas. Muy inteligentemente, y de acuerdo con las facultades que le concede la constitución del estado, en vez de nombrarse él mismo, el gobernador nombró al sustituto de Martínez, con la condición de que el nombrado de dedo no aspirara al puesto cuando se cumpliera el término del mandato.
Seguro estaba Crist de que, desde su puesto de gobernador, le iba a ser más fácil ser elegido senador. Así fue que, inmediatamente después de nombrar al sustituto, lanzó a la luz pública su candidatura.
Pocos días después del anuncio del gobernador, el ex presidente de la cámara de representantes estadual, Marco Rubio, anunció que él también aspiraría al cargo vacante que dejaba Martínez. La proclamación era, en realidad, motivo de burla. Rubio no tenía ni la más mínima oportunidad de vencer a Crist en las elecciones por la nominación del partido republicano. Cuando salieron las primeras encuestas, el gobernador le llevaba casi el 40 por ciento de ventaja.
Rubio, un muchacho joven, nacido en Miami, hijo de emigrantes cubanos, posee un gran carisma dentro de la ultraderecha cubanoamericana de Miami y de la derecha en general del estado. A Crist se le considera más liberal y por lo tanto, bastante alejado de la caverna miamense. Sin ningún motivo específico y ante la sorpresa de los observadores políticos del estado, la candidatura del gobernador a la nominación por su partido se ha ido, poco a poco, desinflando, mientras que la de Rubio ha ido ascendiendo de forma tal, que algunas encuestas lo dan por encima de Crist.
Todo le iba yendo de maravillas a Rubio, hasta que, hace unos días, le estalló tremendo escándalo. Resulta que, mientras era presidente de la Cámara de la Florida, el hombre estuvo usando una tarjeta de crédito que le había otorgado el partido republicano para pagar gastos personales, tales como la compra de alimentos en un supermercado para su casa, de vinos en una licorería local, de arreglo de su carro, de pasaje en avión para su esposa, etc. Incluso, durante los períodos legislativos de 2007 y 2008, gastó más de 4 000 dólares en comidas en restaurantes en la capital del estado.
Ahora Rubio acusa al equipo de campaña de Crist de haber filtrado a la prensa los documentos de la tarjeta de crédito en cuestión y declaró al periódico local de Miami que «tuvo mucho cuidado en ahorrar dinero al contribuyente al cargar estos gastos al partido». ¿Qué les parece? El hombre pagaba hasta los frijoles negros que compraba en el mercado con el dinero del partido y declara que estaba ahorrando dinero a los contribuyentes. ¿Se puede ser más descarado? Este personaje es el nuevo ídolo de la caverna de Miami, y me pregunto: con estos truenos, ¿quién duerme?
Yo no sé si fue o no el equipo de campaña de Crist el que filtró a la prensa los documentos de la tarjeta de crédito de Marco Rubio. Lo más probable es que sí fueron ellos quienes le pusieron la zancadilla. De todas formas, eso no tiene la menor importancia, ya que, en las contiendas electorales de este país, es perfectamente natural este tipo de cosas.
Ahora que en Cuba están en el proceso de nominar delegados a las asambleas municipales, no está de más que los cubanos le den un vistazo a la forma en que aquí se nominan los candidatos: se sacan los trapos sucios, se ponen zancadillas políticas, se dan puñaladas traperas, y todo para ser nominados por sus partidos.
*Periodista cubano radicado en Miami