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Justicia bajo amenaza

Daniel Noboa se empeña en convocar a un referendo para remplazar a los magistrados de la sala Constitucional de la Corte Suprema y lo que es peor: los ha amenazado con un juicio político

Autor:

Marina Menéndez Quintero

LOS ecuatorianos les llaman «trolebús», así como los argentinos les dicen «ómnibus», a la megaley impuesta por Javier Milei para hacer aprobar, de golpe y porrazo, la multitud de legislaciones donde se sustenta su aplanadora: ya sabemos, los recortes y privatizaciones que han dado curso a su modelo libertario.

Cerca de allí, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa pretende algo parecido. No se trata solo de los funcionarios públicos que perderán sus empleos y la fusión de ministerios, medidas entrampadas por la negativa a aceptarlos que ha manifestado la Corte Constitucional y por el rechazo social, que empieza a estallar a apenas cuatro meses de la reelección del mandatario.

Hay motivos para el cuestionamiento a las llamadas leyes «trole».

El amplio articulado de tres proyectos con artículos suspendidos temporalmente por la Corte como la Ley Orgánica de Solidaridad, conllevaría prerrogativas que equivalen a un conjunto de legislaciones para, por ejemplo, facultar a las fuerzas del orden —léase Policía y Fuerzas Armadas— a ampliar sus capacidades contra la violencia, siempre bajo la consideración de que las bandas delincuenciales han provocado un «conflicto armado interno».

Además, permitiría endurecer las sanciones contra los delitos, y acarrearía una denominada reactivación económica que implicará una reforma tributaria, entre otras medidas. Se trata de todo un combo de decisiones que atañen a la política, la economía, y a lo social.

Las otras legislaciones cuestionadas son las de Inteligencia e Integridad Pública, según las cuales podrá procederse a la interceptación de documentos y de las telecomunicaciones para obtener información, y usar el espectro electromagnético y el ciberespacio para recopilar, analizar y utilizar datos útiles a sus investigaciones, entre otras potestades.

La mano dura

Lo que acontece no debe tomar por sorpresa ni a defensores y, mucho a menos, a los detractores del presidente Noboa, pues resulta consecuente con los 18 meses de su primer y breve mandato, tras su elección para completar la gestión de Guillermo Lasso, quien virtualmente renunció para evitar un juicio político.

Para los comicios presidenciales de febrero pasado, ya Noboa había dictaminado que la actuación de las mafias merecía declarar que el país se hallaba en medio de la figura conocida como conflicto armado, y gobernaba bajo continuas imposiciones del estado de emergencia en diversas provincias que hoy se reiteran, con prerrogativas dadas para la represión que se cobraron víctimas fatales e inocentes entre la ciudadanía.

Para entonces también había demostrado que el norte de su programa económico sería privatizar, como lo evidenció el frustrado intento de vender a un consorcio privado extranjero el campo petrolero de Sacha, uno de los más productivos de la nación, así como en materia de enfrentamiento al peor flagelo que sufre el país —la violencia provocada por el auge del narcotráfico— se contaría con las libertades dadas a las fuerzas castrenses y policiales para reprimir, hasta el concurso de mercenarios paramilitares como Blackwater, sin descontar la presencia de tropas estadounidenses que no están facultadas oficialmente para intervenir en el denominado «conflicto interno», pero se aposentarán en las bases que Noboa ha concedido a su amigo Donald Trump.

Bueno, no estaban autorizadas, porque una revelación del diario The New York Times dio a conocer hace dos días que, en otra postura intervencionista y de jactancia, Trump habría firmado una orden secreta dirigida al Pentágono mediante la cual le instruye usar la fuerza militar contra los cárteles en América Latina.

Luego terciaría su secretario del Departamento de Estado, Marco Rubio, al asegurar que el nuevo edicto trumpiano «nos da autoridad legal para atacarlos no solo como simples criminales», y permite al Pentágono ¡ir tras ellos con otras herramientas! Un verdadero peligro para la soberanía nacional de los países de la región.

En Ecuador, hallarán el camino allanado.

El triunfo del joven Noboa en febrero pasado, con casi un 50 por ciento de los sufragios en segunda ronda frente al 44 por ciento obtenido por su contrincante de Revolución Ciudadana, Luisa González, ganadora de la primera vuelta, resultó el anuncio de lo que sobrevendría.

Aquella fue una «victoria» inesperada y desconocida por ella y su organización, quienes la censuraron por fraudulenta, y preámbulo de estos males, que el mandatario justifica con los sufragios obtenidos.

Cierto que la circunstancia es difícil para el Gobierno. Noboa no ha logrado desterrar la inseguridad, que es la primera preocupación de la ciudadanía desde los tiempos de Lasso y luego de que su antecesor, Lenín Moreno, traidor a la Revolución Ciudadana, desmontara el modelo de justicia social sustentado en la capitalización, para Ecuador, de las ganancias por la explotación petrolera.

Aquellos vientos trajeron estas tempestades; y el huracán se recrudece. Los homicidios aumentaron de enero a junio en un 47 por ciento en comparación con similar período del año anterior, para un total de 4 619 asesinatos que constituyen la cifra más alta en la historia nacional.

Según el diario local El Comercio, ello significa un promedio de 25,52 asesinatos diarios. Si ese ritmo sigue, el año terminará con 52 crímenes por cada 100 000 habitantes.

No obstante, muchos se oponen a que la lucha contra la delincuencia violente sus derechos laborales y, en general, ciudadanos.

El ordeno y mando no se limita al ámbito militar y, para poder desconocer el dictamen de la sala Constitucional de la Corte Suprema, Daniel Noboa se empeña en convocar a un referendo para remplazar a sus magistrados y lo que es peor: los ha amenazado con un juicio político.

Mientras, decenas de organizaciones sociales y gremios se manifiestan en respaldo a la Corte.

Sabedores de las amenazas que planea, líderes sindicales han declarado que su propósito es respaldar e infundirles valor a los jueces «para que no den marcha atrás».

Si los magistrados se mantienen firmes, veremos otras acciones de fuerza. Noboa parece haber comprometido su pundonor con Estados Unidos.

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