A pesar de las acusaciones de genocidio que recaen sobre Netanyahu, la administración de Trump no escatima el respaldo militar y financiario al régimen de Tel Aviv Autor: AP Publicado: 16/06/2025 | 08:32 pm
EN el más puro estilo hitleriano, Benjamín Netanyahu desencadenó una devastadora «blilz Krieg o guerra preventiva» contra la República Islámica iraní —de imprevisibles consecuencias— con el falso pretexto de la «defensa propia» ante una presunta o imaginaria amenaza de un potencial ataque nuclear desde la nación persa.
Semejante visión retorcida de la «legítima defensa», que convierte a la víctima en culpable, es la más exacta y flagrante violación del Derecho Internacional. Los ataques de Israel contra Irán constituyen un crimen de agresión, afirman expertos legales.
Resulta evidente que el jefe de la coalición gobernante israelí de extrema derecha y fanáticos colonizadores sionistas se sintió alentado por el apoyo político, militar y financiero del Gobierno de Estados Unidos y sus principales aliados de Occidente, como Alemania, Francia y Gran Bretaña.
La prueba está en la inmunidad consentida a su guerra genocida en Gaza, durante más de 20 meses de bombardeos contra los más de dos millones de palestinos encerrados en ese campo de concentración y exterminio a cielo abierto, en un terreno cubierto de escombros, sin agua, alimentos, combustibles, medicinas o atención médica.
Netanyahu tomó su aventurera decisión después de asesinar —hasta ahora— en total impunidad, a más de 55 000 palestinos y causar lesiones de toda índole a más de 110 000, la gran mayoría civiles, mujeres y niños.
La víspera, la aprobación por una mayoría de integrantes de la junta de gobernadores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) de una resolución promovida por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania que acusaba a Irán de incumplimientos en la información sobre sus actividades relativas al enriquecimiento de uranio cayó como el pretexto esperado por Netanyahu para abrir fuego.
Irán, país signatario del Tratado de No Proliferación (TNP) y miembro de la AIEA, ha cumplido su compromiso de no construir armas nucleares y cuenta con un programa civil, a diferencia de Israel, que desarrolló en secreto un arsenal de armas nucleares y se ha negado a firmar el TNP.
Por el contrario, gracias al consentimiento de Estados Unidos y sus aliados, Israel tiene un programa de armas no declarado y posee numerosas ojivas nucleares. Tampoco es signatario de ningún mecanismo internacional de vigilancia y salvaguardias.
Desde los años previos a la firma en 2015 del Tratado entre Irán y el grupo 5+1, formado por los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, quedó más que claro y comprobado que no existía evidencia alguna de que Irán estuviera construyendo un arma nuclear.
El tratado, firmado por la administración de Barack Obama, fue anulado por Donald Trump poco después de su primer ingreso a la Casa Blanca, en una innegable retribución al bien conocido apoyo financiero que ofreció el multimillonario lobby sionista judío a su campaña electoral.
Ahora, Benjamín Netanyahu inició la guerra con el pretexto de impedir que Irán construyera un arma nuclear. Sin embargo, la comunidad de inteligencia estadounidense coincidió en que no existían pruebas de que Irán estuviera trabajando en la construcción de un arma nuclear, y Teherán dejó claro durante las últimas semanas que estaba dispuesto a llegar a un acuerdo con Estados Unidos que reduciría significativamente los niveles de enriquecimiento de uranio y aumentaría la supervisión de su programa nuclear a cambio de un alivio de las sanciones estadounidenses.
A juicio de expertos militares, el ataque israelí de fin de semana, que mantiene en tensión a la comunidad mundial, en realidad pretende enviar una señal de que el Gobierno sionista no tolerará ningún avance hacia el enriquecimiento de uranio, incluso con fines de uso pacífico, ya sea para la producción de energía o su empleo en la medicina y otras ramas civiles.
Los ataques aéreos no provocados lanzados por Israel en territorio iraní, contra puntos cercanos a Isfahán y Teherán provocaron decenas de muertos y heridos, entre ellos científicos, altos funcionarios gubernamentales y civiles, incluidos mujeres y niños.
La respuesta iraní a lo largo del fin de semana fue contundente. Las sucesivas andanadas de misiles lanzados por Irán contra unidades militares, aeropuertos, industrias de armamentos, centros fabriles lograron evadir el renombrado sistema de defensa antiaérea israelí. Por primera vez, numerosas ciudades, entre ellas Tel Aviv, Haifa y Jerusalén oeste fueron alcanzadas.
A pesar de su superioridad aérea, basada en la masiva entrega por Estados Unidos de los más avanzados aviones bombarderos, municiones y respaldo tecnológico, la agresión no es un paseo. Y enseguida se han levantado influyentes voces que invocan la necesidad de que Estados Unidos sume su poderío directamente, para infligir el mayor daño posible a un adversario con potencial suficiente para ofrecer una férrea resistencia.
Es indudable que eso es precisamente lo que Netanyahu está procurando. Su interés ha sido iniciar una cadena de acontecimientos que arrastre a Estados Unidos a una guerra de su lado, porque al ejército israelí le resultaría muy difícil lograr una derrota de la Revolución Islámica o un cambio de régimen en Irán, como quisiera el gobernante israelí y los influyentes grupos con poder de decisión en Washington.
El primer ministro Netanyahu no hubiera podido seguir adelante con su guerra de agresión sin, al menos, el asentimiento de Estados Unidos.
Netanyahu insiste en presentar la agresión como un acto de defensa de Israel, frente a lo que describe como una amenaza inminente de la fabricación y empleo por Teherán de armas nucleares contra el Estado judío, y a medida que repite su alarma la presenta como un hecho consumado.
Tan pronto Israel lanzó su primer ataque aéreo con más de 200 aviones, además de drones infiltrados de manera clandestina en territorio iraní, líderes políticos y legisladores en occidente, secundados por sus medios de comunicación, presentaron la agresión israelí como una medida de autodefensa preventiva.
Funcionarios estadounidenses afirmaron que Israel actuó para frustrar una amenaza iraní inminente, mientras que el líder de la mayoría del Senado, John Thune, insistió en que los ataques eran necesarios para contrarrestar la agresión iraní y proteger a los estadounidenses.
«Cuanto más mata Israel, más lo retrata Occidente como víctima», subrayó el diario Middle East Eye (MEE) de Londres.
A pesar de sus constantes ataques en toda la región, la representación de Israel, como víctima de sus víctimas prevalece en Occidente desde antes del establecimiento del Estado colonial sionista en 1948.
Cuanto más tierras y pueblos conquista y oprime Israel, con más insistencia Occidente lo retrata como víctima, afirma el profesor José Massad de la Universidad de Columbia.
En 1948, y en línea con esta estrategia sionista, la narrativa occidental dominante presentó a los sionistas, que masacraron a los palestinos y los expulsaron de su patria, como pobres víctimas que simplemente se defendían contra la población indígena cuyas tierras habían conquistado.
Entre 1948 y 1967, Israel destruyó unas 500 aldeas palestinas, reemplazándolas por colonias judías. Esta destrucción fue aclamada en Occidente como un milagro: la construcción de un Estado judío tras el Holocausto, a pesar de la odiosa resistencia de los palestinos indígenas que buscaban salvar su patria.
Trump declaró el viernes que estaba informado de los planes de Israel de atacar a Irán, y no parece que haya intentado disuadir a Netanyahu del ataque. Lo celebró.
Fuentes familiarizadas con el asunto informaron a Scott Horton, director editorial de la publicación en línea Antiwar que la administración Trump está dispuesta a entrar directamente en la guerra de agresión de Israel contra Irán. Los ataques aéreos estadounidenses contra Irán, dijo, podrían comenzar este lunes.
Netanyahu, el criminal de guerra y genocida sin escrúpulos, confía en que la poderosa cúpula mundial nazisionista dominante del capital financiero, la industria bélica y las comunicaciones y la fuerza determinante en el Congreso de Estados Unidos respaldará su aventura.