Si bien hacia Gaza han estado destinadas las principales acciones genocidas del ejército israelí, Cisjordania también ha sido víctima de la obcecación política del Gobierno de Netanyahu. Autor: L’Essentiel Publicado: 29/08/2024 | 09:47 pm
Más de mil soldados israelíes, apoyados por fuego aéreo y de artillería terrestre, así como por equipos de demolición, emprendieron desde las primeras horas del miércoles 28 de agosto y continuaba el jueves, una vasta operación militar en varios pueblos, ciudades y campos de refugiados palestinos de Cisjordania.
Según dijeron residentes, se trata de la mayor ofensiva en Cisjordania —territorio bajo ocupación militar ilegal desde la guerra de junio de 1967— desde la Segunda Intifada, un levantamiento palestino y enfrentamiento con las fuerzas sionistas que se extendió del 28 de septiembre de 2000 hasta el 8 de febrero de 2005.
La región bajo control parcial de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha sido escenario de una continua expansión de la apropiación de tierras y la expulsión de población nativa, bajo un régimen de apartheid colonial y segregación racial implantado por el Estado sionista.
La vasta operación militar se extendió por las ciudades de Jenin, Tulkarem y Tubas, en el norte de Cisjordania, con un saldo de por los menos 11 palestinos muertos y numerosos heridos.
El ejército israelí alegó que se trata de una operación antiterrorista contra militantes que presuntamente planificaban ataques a sus tropas, y el ministro de Asuntos Exteriores, Israel Katz, dijo que «la amenaza en Cisjordania» debería ser tratada como Gaza y debería implementarse una evacuación temporal de la población, considerando que «esta es una guerra contra todo».
El asalto comenzó poco después de la medianoche luego que soldados israelíes encubiertos ingresaran al campo de refugiados de Jenin y al campo de refugiados de Nur Shams en Tulkarem.
En Tubas, las tropas israelíes llegaron en helicópteros militares y lideraron el asalto allí, particularmente en el campo de refugiados de Far’a, según medios israelíes y palestinos.
Luego, un gran número de fuerzas israelíes asaltaron los campos y sitiaron los hospitales, impidiendo que los paramédicos llegaran hasta ellos, según testigos presenciales y la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina.
El asedio a las tres ciudades las deja aisladas del resto del territorio palestino, dijeron las propias fuentes y testigos de la operación militar en Jenin afirmaron a MEE que hacía mucho tiempo no presenciaban una incursión tan extensa que ha paralizado la ciudad, obligando a trabajadores y estudiantes a permanecer en sus casas y que probablemente continuaría durante varios días.
En el campamento de Far’a, el asalto a las casas fue calificado de «brutal» y los soldados israelíes utilizaron a los residentes como escudos humanos.
Se produjeron enfrentamientos y explosiones con artefactos explosivos improvisados a la entrada del campo de refugiados Al-Arroub, al norte de Hebrón, y en las ciudades de Salem, Qasra y Beit Furik, al sur y al este de Nablus; también en Tubas, el campo de refugiados de Al-Far’a, la ciudad de Tulkarem y el campo de refugiados de Nour Shams.
Un vocero de las Brigadas Al-Qassam, brazo armado del Movimiento de Resistencia Palestina Hamás, dijo en una declaración que «nuestros combatientes y el resto de facciones de la resistencia están envueltos en feroces enfrentamientos con las fuerzas de ocupación en Jenin».
El diario sionista Israel Hayom expresó que los enfrentamientos armados son difíciles e intensos, mientras la agencia estatal israelí KAN reportó el despliegue de aviones de combate, helicópteros y drones y la participación de cuatro batallones de la Guardia Fronteriza.
Organizaciones palestinas denunciaron una voluntad de «subyugar a la Cisjordania ocupada». La Yihad Islámica, movimiento islamista palestino aliado de Hamás, denunció una «guerra abierta del ocupante» para anexarse la Cisjordania «en una guerra existencial contra el pueblo palestino».
En respuesta a los acontecimientos de la noche, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, indicó que interrumpiría un viaje a Arabia Saudita para regresar a Cisjordania, donde se encuentra la sede de su Gobierno, para «seguir la evolución de la agresión israelí en el norte de Cisjordania», dijo la agencia de prensa palestina Wafa.
Hamás llamó «a nuestros combatientes de la resistencia y a nuestra juventud revolucionaria en Cisjordania para que se movilicen y escalen todas las formas de resistencia y enfrenten la ocupación y sus colonos».
Desde el 7 de octubre más de 650 palestinos han muerto en Cisjordania a manos de soldados israelíes o de colonos, entre ellos, al menos 147 menores.
Según los acuerdos de paz de Oslo, de 1993, el Ejército israelí no debería entrar en el territorio, que está, en teoría, bajo control de la Autoridad Nacional Palestina.
La extensa operación militar emprendida ahora por Israel en Cisjordania, a la sombra de la impunidad con la que lleva adelante una limpieza étnica en Gaza, con el consentimiento y apoyo de Estados Unidos, ilustra el afán del primer ministro Benjamín Netanyahu de complacer a su base electoral ultraderechista.
Su incapacidad para derrotar y liquidar a Hamás y lograr el rescate de los rehenes israelíes en su poder, lo tiene contra la pared, en una carrera a plazo fijo, que lo enfrenta a una creciente mayoría dentro del propio Israel y el repudio de la opinión pública internacional.