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Mohamad Yavad Zarif se reúne con el presidente Al Assad Autor: SANA Publicado: 21/04/2020 | 11:07 pm
En un paso decisivo frente a las amenazas militares y las brutales sanciones económicas de Estados Unidos, que aumentan los riesgos de la pandemia de la Covid-19, Siria e Irán acaban de reforzar y elevar la coordinación estratégica entre las dos naciones.
El nuevo nivel de coordinación entre Damasco y Teherán aparece como el resultado central de las conversaciones sostenidas el lunes entre el presidente sirio Bashar al-Asad y el canciller iraní Mohamad Yavad Zarif.
La visita oficial de Zarif a Damasco ocurre «en uno de los momentos más críticos que atraviesa toda Asia Occidental, algo que requiere profundizar aún más en la coordinación entre ambos aliados para enfrentar los desafíos comunes», subrayó Hispantv.
Estados Unidos aplica un régimen de máxima presión diplomática, económica, política y militar a Irán y Siria, dos países claves para sus pretensiones hegemónicas en Oriente Medio, que defienden su soberanía frente a los intentos de Washington de someterlos con el respaldo de Israel y otros subordinados en la región.
A juzgar por las informaciones públicas del encuentro de Zarif con los gobernantes sirios, un año después de su anterior visita oficial a Damasco, ambas partes hicieron un balance del período y delinearon nuevas acciones para fortalecer una relación que atormenta a la Casa Blanca.
El Canciller iraní y sus anfitriones abordaron «los horizontes del proceso político», el Comité Constitucional sirio y el trayecto de Astaná, además del escenario actual en Idlib (noroeste de Siria).
Cada uno de los asuntos, explicitados por fuentes oficiales, implica un duro desafío político y diplomático, y en el caso de la situación en la región del noroeste sirio, donde se encuentra enclavada Idlib, un fuerte compromiso estratégico-militar.
El Gobierno del presidente Assad, con el apoyo de Rusia, Irán y otros países amigos viene promoviendo reformas políticas, jurídicas y legislativas a fin de alcanzar un consenso con los sectores opositores dispuestos a negociar una solución que culmine en la elección de un Gobierno ajustado a la Constitución.
El proceso de pacificación que ha tenido por escenario Astaná, bajo los auspicios de Rusia, Irán y Turquía, requiere de una reactivación, hasta cierto punto dilatada por la aparición de la pandemia de la Covid-19.
Ese proceso implica un rejuego diplomático internacional que involucra de modo cuestionable a Turquía y su pretensión de ejercer un protectorado en una franja territorial siria habitada por población kurda, a la que Estados Unidos procura inclinar a su favor.
Washington suministra armamento, apoyo logístico y financiero a una fuerza militar kurdo-árabe bajo sus órdenes, llamada Fuerzas Democráticas Sirias, bajo el pretexto de combatir a los extremistas islámicos.
La presencia de tropas estadounidenses en la región del noreste y en las proximidades de la frontera con Irak, muy rica en yacimientos petroleros vitales para la economía siria, que Estados Unidos saquea y vende sin tapujos por orden del presidente Donald Trump, ha elevado la tensión a peligrosos niveles en las últimas semanas.
Según fuentes oficiales iraníes, «las vías para hacer frente al terrorismo económico y las medidas unilaterales impuestas por EE. UU. a los pueblos de ambos países, han sido el eje principal» de la reunión del Canciller persa con su homólogo sirio.
Los informes también destacaron que ambos diplomáticos abordaron la necesidad de intercambiar experiencias para «consolidar la capacidad de sus países a la hora de contrarrestar el coronavirus», un factor humanitario que Washington aprovecha sin rubor, al impedir y dificultar la adquisición de material sanitario.
La renovada y fortalecida coordinación estratégica sirio-iraní, que de hecho es secundada por Rusia y países amigos como China, partícipe vital en la reconstrucción, indica al Gobierno del presidente Trump que, lejos de atemorizar, sus presiones fortalecen la resistencia a sus pretensiones geopolíticas.
