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Trump se busca rechazo del empresariado de EE. UU.

Si bien del lado cubano se pueden llegar a sentir efectos adversos como resultado del coctel de medidas planteadas por Trump, es en terreno norteamericano donde se escuchan las críticas más sonoras, en la medida que el ocupante de la Casa Blanca pone en riesgo inversiones en un mercado naciente

Autor:

Leonel Nodal

Empresarios de los sectores interesados en acceder al cercano y apetitoso mercado cubano acogieron con muestras de rechazo, irritación o repudio las medidas dispuestas por Trump para impedir o limitar los negocios con la Isla, que ofrecen prometedoras oportunidades.

La cacareada revocación de la apertura hacia Cuba de su antecesor, Barack Obama, anunciada en Miami en pago al puñado de votos de la decreciente minoría que navega contra el tiempo y favores que puede necesitar en el Congreso donde el presidente Trump está cuestionado, se revierte como arma de doble filo.

Los sectores más activos en el establecimiento de relaciones económicas y comerciales con la Mayor de las Antillas, como la industria de los viajes, en particular turoperadores, aerolíneas, compañías de cruceros, o en menor medida los exportadores de alimentos, expresaron de inmediato su inconformidad.

Si bien del lado cubano se pueden llegar a sentir efectos adversos como resultado del coctel de medidas planteadas por Trump, por ejemplo al prohibir o dificultar los viajes individuales, lo que de hecho dañará más al segmento de privados que pretende apoyar, como los arrendadores de casas particulares, es en terreno norteamericano donde se escuchan las críticas más sonoras, en la medida que el ocupante de la Casa Blanca pone en riesgo inversiones en un mercado naciente, que requiere consolidarse para ser rentable.

Aunque ahora los norteamericanos tengan que viajar en grupos, lo que podría beneficiar a las Agencias de Viajes, la medida no fue aplaudida, según lo expuso Terry Dale, presidente de la Asociación de Turoperadores de Estados Unidos, al sitio web Skift.

En primer lugar, creemos que cualquier ciudadano estadounidense tiene derecho a ir a Cuba, subrayó. Pero tenemos miembros que ofrecen excursiones individuales y eso los afectará, agregó.

La única compañía de Estados Unidos que pudiera ser más dañada, porque administra un hotel en La Habana, es Marriott International. Su principal ejecutivo, Arne Sorenson, subrayó en una declaración pública que los viajes entre los dos países continúan creciendo y fortalecen la relación bilateral.

«Sería sumamente decepcionante ver los progresos que se han hecho en los últimos dos años detenidos y revertidos por la Administración», afirmó Sorensen, quien recordó que la compañía invirtió sumas significativas para establecerse en Cuba.

Airbnb, la conocida compañía de reservas on line, dijo que desde abril de 2015, cuando comenzó sus operaciones con Cuba, ha tramitado la llegada de 560 000 clientes de todo el mundo a la Isla y subrayó que Cuba es el país de más rápido crecimiento de Airbnb en el orbe, según el aumento de su listado de hospedajes disponibles, con más de 22 000 en total.

Por tales motivos consideró apropiada la política de apertura existente hasta ahora y aseguró que trabajará ante el Gobierno y el Congreso de Estados Unidos por su mantenimiento.

Compañías aéreas como Jet Blue, primera en abrir vuelos regulares a Cuba en 2015, así como American Airlines, ratificaron que continuarán sus operaciones. Sin embargo, las dificultades y dudas que genere en los potenciales pasajeros la política de Trump necesariamente obligará a invertir en mayores campañas de publicidad sobre sus ofertas.

Algo semejante ocurre con las líneas de cruceros, que si bien no fueron mencionadas, sufrirán el efecto generador de confusiones y temores que indujo Trump con sus bombásticos anuncios.

A finales de enero, el presidente y director ejecutivo de Royal Caribbean Cruises, Richard Fain, dijo a los analistas que la adición de La Habana a las rutas de cruceros en el Caribe había generado «una excelente actividad de reservas» para el pequeño número de viajes que se habían programado en ese momento.

La apertura en agosto pasado de los vuelos regulares de una decena de líneas aéreas norteamericanas y el crecimiento de los arribos de cruceros facilitó el espectacular crecimiento del flujo de viajeros.

El hecho de que hasta mayo de este año llegaran a Cuba 284 565 estadounidenses, lo que representa un incremento de un 145 por ciento con respecto a igual período del pasado año, prueba el interés de la población del vecino del norte en acercarse amistosamente a la Isla, prohibida por más de cinco décadas, que ahora Trump intenta cercar de nuevo con una absurda visión, contraria a los propios intereses del país que gobierna.

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