El canciller y vicepresidente político, Elías Jaua, saluda a Roberto López, jefe de las misiones cubanas en Venezuela, y a miembros de la colaboración médica. Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
CARACAS.— Un ingreso por una neumonía convirtió a Marianela Aulart en testigo y víctima del asedio en la tarde y noche del lunes contra el centro médico de diagnóstico Integral (CDI) Piedra Azul, en el municipio mirandino de Baruta.
Junto a los trabajadores venezolanos de la instalación, y a pesar de su delicado estado de salud, salió al paso a los residentes de un condominio de clase media alta donde viven muchos opositores y que está al lado de ese CDI, donde también está enclavada una sala de rehabilitación integral (SRI).
El grupo de opositores rodeó la unidad médica y empezó a sonar cacerolas y agredir verbalmente a quienes estaban en la edificación. Marianela no se iba a quedar callada.
En el desarrollo del altercado, un vándalo empezó a ofenderla y, para intimidarla, se abrió la camisa y le enseñó la pistola que portaba. Ella no se amilanó, avanzó hacia él y se abrió de pecho. «Como se usa aquí, le dije: tú no tienes c... para hacer nada... Sí, parece que les faltaban».
Ante la arremetida fascista, se avisó a la policía y al consejo comunal de La Limonera, una cercana urbanización socialista fundada por el presidente Hugo Chávez en mayo de 2011, un Día de las Madres; era su regalo a la mujer venezolana.
De La Limonera bajaron militantes chavistas, unos venían en ómnibus; detrás, motorizados que lideraba José Luis Ponce, militante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y miembro de las Milicias Bolivarianas.
Las fuerzas populares entraron al CDI y establecieron un cordón humano para proteger al centro y a los trabajadores cubanos que se encontraban de guardia médica.
De un lado cacerolazos; del otro, consignas revolucionarias. Cuando los motorizados aparecieron —cuenta Marianela—, los opositores corrieron hacia el condominio. Habían tirado piedras y dos cocteles Molotov que cayeron en el techo del SRI.
Al llegar la policía y restablecerse la normalidad, los motorizados volvieron a La Limonera para proteger la pequeña ciudad de 6 000 habitantes de una posible agresión.
Baruta es zona de dinero. Para ellos La Limonera no existe. Nunca han querido tener a gente de pueblo en la vecindad.
El miliciano José Luis Ponce, de 46 años de edad, se quedó un rato más para verificar que todo iba bien en el CDI y que la protección a los médicos cubanos fuera efectiva.
Salió en su moto hacia La Limonera, llevando detrás a la miliciana Rosiris Reyes, de 44 años. A la entrada del viaducto de la urbanización, un grupo de autos con opositores pretendía interrumpir el tráfico y se alistaba a hostigar la barriada.
Dejaron pasar a José Luis y a Rosiris. Cuando los rebasaron, les dispararon a mansalva, a traición. La mujer fue herida por la espalda; y mientras caía, otra bala hizo blanco en Ponce.
El miliciano fue llevado a Piedra Azul, el CDI que antes protegió. Llegó muerto. Rosiris fallecería el miércoles en el CDI de Chuao, también en el estado de Miranda, donde «gobierna» el ex candidato opositor Henrique Capriles Radonski.
Capriles es el líder de las acciones vandálicas que se han desarrollado durante esta semana en el país. Despuntaron cuando exhortó a los sectores más reaccionarios que lo apoyan a que salieran a «descargar su arrechera (molestia)».
A Ponce, Rosiris y seis revolucionarios más que fallecieron a manos de la derecha, se le condecoró post mórtem con la más alta distinción de Venezuela, la Orden de Libertadores y Libertadoras en su Primera Clase, la Espada.
El decreto del presidente Nicolás Maduro fue cumplido la víspera por el canciller y vicepresidente político Elías Jaua, quien entregó la condecoración a los hijos de ambos milicianos. José Luis Ponce dejó seis hijos, el más pequeño de los cuales tiene un año y medio de edad; Rosiris, tres.
Rodilla en tierra
Miembros de la misión médica isleña, encabezados por los cooperantes que trabajan en Piedra Azul, acompañaron durante la mañana de este jueves a los familiares de Ponce y Rosiris y a los habitantes de la comuna en las dos capillas levantadas en la urbanización para rendir homenaje a ambos revolucionarios.
Roberto López, jefe de las misiones cubanas en Venezuela, expresó a las familias de los mártires de La Limonera: «Estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros por ustedes», y ratificó que los cubanos no retirarán su ayuda solidaria al país sudamericano, «ni nos pueden retirar», dijo refiriéndose a los sectores ultrarreacionarios.
También expresó el eterno agradecimiento a esta comunidad y a todo el pueblo venezolano por la protección que les están brindando a los misioneros de la Isla.
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Por los saludos y confianza con que la tratan, la doctora Lexcenia Llerena Águila es conocida en La Limonera. La quieren. Médica general integral (MGI), cuenta la trágica jornada del lunes para el pueblo venezolano y también para los cubanos, aunque ninguno fue lastimado físicamente.
«En Piedra Azul estaban ese día unos 15 colaboradores, la guardia administrativa, la guardia médica y la de laboratorio clínico. Los opositores salieron a hacer su cacerolazo, a lo que están acostumbrados, pero esta vez se colocaron en la reja del CDI y empezaron a gritar palabras obscenas y a adoptar actitudes muy desagradables.
«Nada nos ocurrió, los venezolanos nos resguardaron. A pesar de lo difícil que fue, hoy nos mantenemos más firmes que nunca. Estas agresiones nos han servido para levantarnos cada día con mayor disciplina y con mayor ímpetu para demostrarle al mundo y a la oposición venezolana que seguiremos leales al proceso revolucionario que fundó el Comandante Hugo Chávez».
A Rubén Delgado García, técnico de rehabilitación del SRI de Piedra Azul, también se le saluda como si fuera de la casa.
«El CDI salió ileso, pero no porque los opositores lo evitaran, querían destruirlo, la suerte fue que muchos de los objetos que tiraron contra el centro se quedaron incrustados en un árbol grande que tenemos al frente. De no haber estado...
«Fueron muy violentos. Eran vecinos de la urbanización de clase media alta que nos queda al lado. Tristemente, no pocos acuden a nuestro CDI y reciben rehabilitación en el SRI. A muchos de ellos o a sus familiares, yo mismo los he atendido...»
La derecha quiere ir por más
Hasta el jueves, el llamado a la violencia del ex candidato Henrique Capriles ha dejado ocho muertos, más de 60 heridos y decenas de instalaciones y viviendas destruidas.
En la madrugada del jueves, solo en el oriental estado de Bolívar fueron quemadas tres casas de familia construidas por la Gran Misión Vivienda Venezuela.
El presidente Nicolás Maduro informó la víspera que la oposición va a continuar con acciones desestabilizadoras. En su cuenta @NicolasMaduro, expuso: «Todos debemos reaccionar. Acabamos de derrotar un golpe de Estado y ellos van a continuar con el saboteo a la vida del país. Alerta a Tod@s».