El villaclareño es considerado el mejor jardinero central que ha pasado por nuestras Series Nacionales de Béisbol. Autor: Archivo Publicado: 28/10/2024 | 08:16 pm
Cuando se habla de la 28va. Serie Mundial de Béisbol Amateur efectuada en nuestro país del 14 al 28 de octubre de 1984, uno de los primeros jugadores que viene a la mente es el villaclareño Víctor Mesa Martínez, el mejor jardinero central que ha pasado por los campeonatos nacionales.
Víctor fue una de las grandes figuras en la obtención del gallardete número 17 de los 25 que ganaron las representaciones cubanas en la historia de estos eventos, que posterior a 1988 se nombraron Copas del Mundo hasta que desaparecieron en 2011, para dar paso a los Clásicos Mundiales, principal confrontación beisbolera entre selecciones.
En la justa de 1984, la Explosión Naranja, como lo bautizó el genial narrador y comentarista «Bobby» Salamanca (1931-1987), se adueñó de cuatro casilleros ofensivos: anotadas (17), jits (28), bases robadas (8) y el más importante, el liderato de los bateadores, con .475 de average (59-28), premio que no ostentaba un cubano desde hacía 13 años, cuando Rodolfo Puente Zamora se proclamó champion bate en otro torneo universal que también acogió la Mayor de las Antillas en 1971, en el que promedió .429 (21-9).
Incluso, intentó ejecutar su clásico robo de home en el choque final ante Estados Unidos, pero lo atraparon. Esta sobresaliente actuación argumentó su elección como Jugador Más Valioso y posteriormente resultó el Mejor Deportista del Año en Cuba, en Villa Clara, y le permitió abrirse un espacio en la decena de los deportistas más destacados de Latinoamérica en el año 1984.
La actuación de Víctor Mesa no pasó inadvertida para el mánager norteamericano Dave Bingham, quien calificó al guardabosque sagüero como «un pelotero excepcional al cual todo el mundo iría a verlo jugar».
El campeonato se dividió en dos zonas, los cuatro primeros avanzaron a una ronda final y el resto disputó la ronda de consolación. Ninguno de los elencos logró involucrarse invicto en el segmento decisivo. Cuba, que sucumbió en una oportunidad contra los boricuas, compartió la posición cimera con Japón en el grupo A, con idéntico saldo de cinco satisfacciones y un revés, secundados por Puerto Rico (4-2), Nicaragua (3-3), Venezuela (2-4), Antillas Neerlandesas (1-5) e Italia (1-5).
Por la otra llave, Panamá y Estados Unidos tuvieron balance de cuatro y uno, escoltados por China Taipéi (2-3), Corea del Sur (2-3), República Dominicana (2-3) y Países Bajos, convertido en la actualidad en una bestia negra para los criollos, se alojó en el sótano con uno y cuatro.
En el segmento definitorio, Cuba se alzó con el trofeo principal al sufrir solo un traspiés frente a China Taipéi, (4-7) en siete salidas al terreno, aunque los asiáticos tuvieron que conformarse con el subcampeonato, pues cedieron contra Japón (3-4) y Estados Unidos (0-7), que fue el rival de los dirigidos por Pedro Chávez González en la jornada de clausura, el 28 de octubre de 1984, en el estadio Latinoamericano.
Ese día, la novena antillana alcanzó una sonada victoria frente al elenco norteamericano, diez carreras a una, con Antonio Muñoz erigiéndose en el máximo castigador contra los estadounidenses, con noche perfecta de 4-4, incluyendo un biangular y dos batazos de vuelta completa, uno a costa del abridor Roger Williams y otro al descifrar un envío de Mark Gadner, además de empujar la mitad de las carreras de su equipo.
El pinareño Julio Romero, que en la mañana había lanzado de relevo frente a Puerto Rico, respondió a la confianza depositada en él por el mánager Pedro Chávez y solamente soportó un par de inatrapables, uno del cuarto bate de los norteños, Mc Collum, quien sacó a pasear la pelota más allá de las cercas del Coloso del Cerro, para estropearle la lechada al vueltabajero en el principio del cuarto capítulo.
Bate en mano este equipo fue uno de los más impresionantes que presentó Cuba en esa época. Todavía no habían arribado a la selección nacional Orestes Kindelán y Omar Linares, pero estaban Antonio Muñoz, Cheíto Rodríguez, Alfonso Urquiola, Luis Giraldo Casanova, Víctor Mesa, Lourdes Gourriel, Pedro Medina, Antonio Pacheco, Pedro Jova y Lázaro Junco.
Los cinco primeros en la tabla de los bateadores de esa lid planetaria fueron miembros de este poderoso conjunto: Víctor Mesa (.475), Juan Castro, .452; Alfonso Urquiola, .449; Antonio Pacheco, .429 y Antonio Muñoz, .424. El matancero Lázaro Junco se ubicó séptimo con .375 y Luis Giraldo Casanova, el Señor Pelotero, en el décimo, gracias a su promedio de .364.
Romero dominó cuatro veces a Barry Bonds
En aquella noche de gala, Julio Romero se dio el lujo de dominar en cuatro incursiones a la caja de bateo al archifamoso jonronero de las Grandes Ligas, Barry Lamar Bonds (24 de julio de 1964), puntero en impulsadas (16) por menos veces al bate que Lourdes Gourriel e integrante del Todos Estrellas del certamen mundialista.
Dos años más tarde, en 1986, Bonds ingresó en las Ligas Mayores con los Piratas de Pittsburgh y en 2007 con la franela de los Gigantes de San Francisco puso fin a una carrera de 22 temporadas, en las que se convirtió en el máximo productor de conexiones de cuatro esquinas en el Big Show con 762, superando a dos míticos toleteros en ese béisbol, como Henry Louis Aaron (1934-2021) —más conocido como Hank Aaron— que conectó 755, y George Herman Ruth (1895-1948) o simplemente Babe Ruth, el primero que rebasó los 700 bambinazos (714).
Este club de los 700 se completa con el dominicano José Alberto Pujols Alcántara (Albert Pujols), que terminó su labor en las Grandes Ligas en el 2022 con 703 vuelacercas.