Las publicaciones de Yandy Rojas han contribuido a develar ciertos elementos insospechados de la evolución del juego ciencia. Autor: Cortesía de Alberto García Tabasco Publicado: 23/03/2024 | 09:23 pm
Entre las personas más talentosas y singulares con las que me he relacionado durante mis años de vida profesional, Yandy Rojas Barrios ocupa un lugar de excepción. Luego de haberlo conocido en la Biblioteca Nacional y haberle aportado valiosas referencias bibliográficas —como parte de mi rol asignado como especialista de Colección Cubana y, también, por la motivación que compartimos por develar los entresijos de la historia del ajedrez—, hemos fraguado importantes metas como representar a la BNCJM desde 2022 en el Festival de Ajedrez Universitario Ajeduni e impulsar dentro del ámbito de Biblioteca Abierta los topes por equipos Paul Morphy in Memoriam. A medida que hemos profundizado nuestra amistad no deja de asombrarme la capacidad de Yandy para desdoblarse en múltiples roles: tanto la colaboración con prestigiosos investigadores —Edward Winter, Miguel Ángel Sánchez, Jesús González Bayolo—, como el aprendizaje del idioma ruso y la divulgación de contenidos históricos relacionados con los trebejos en el escenario democrático y un tanto beligerante de las redes sociales.
Entre la comunidad ajedrecística el nombre de Yandy Rojas está asociado a la condición rigurosa y al sentido de alerta que caracteriza a todo investigador de respeto, al punto de que el nombre de su trabajo Fuente, por favor —con el que participó en el segmento académico del 15to. Festival Ajeduni 2023— se emplea con frecuencia a la hora de exigir a algún interlocutor que defina cuáles fuentes primarias utilizó para plasmar afirmaciones históricas de cuestionable objetividad. Esta práctica exigida para el ámbito académico y periodístico, motivó a Yandy a crear la página de Facebook Ajedrez a través de una lente, a la que cada vez se integran con mayor entusiasmo los promotores del juego ciencia.
Partiendo del ejemplo personal de Yandy Rojas, expondré algunos referentes de la historia de los trebejos que marcaron un hito por el carácter polivalente de sus carreras deportivas. Más allá del desarrollo del cálculo estratégico y la preparación física inherente a las extenuantes jornadas competitivas, descubrirán una pléyade de talentosos jugadores que plasmaron su talento al exterior de las 64 casillas.
Entre Jaques y Remates
Aunque sobrepasó los 90 años de vida, es difícil imaginar una existencia tan prolífica como la del británico George Alan Thomas. Durante el período de entreguerras en los que se codeó con la élite ajedrecística mundial se hizo sistemática su presencia en los más encumbrados escenarios competitivos —Londres, Hastings, Nottingham, Margate—, donde obtuvo rotundos éxitos ante jugadores del calibre de Max Euwe, Mijail Botvinnik, Vera Menchik y José Raúl Capablanca. A la par de su impronta ajedrecística, Thomas se convirtió en multicampeón de bádminton en el Reino Unido, donde sobrepasó una veintena de títulos entre 1906 y 1928. También fue reconocido como uno de los mejores tenistas de su generación al alcanzar las fases de cuartos de final (modalidad single) y semifinal (doubles) en Wimbledon 1911. A tan notable palmarés le correspondió alcanzar notables honores refrendados por la comunidad deportiva planetaria: la Presidencia de la Federación Internacional de Bádminton entre 1934 y 1955, y el otorgamiento del título de Maestro Internacional durante el primer Congreso de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). El calendario competitivo lo honra desde 1949 con la Thomas Cup —el equivalente a la Copa Davis de tenis—, que cada dos años confronta a las mejores selecciones del bádminton mundial.
Esta habilidad compartida tanto en los tableros como en las canchas, fue desarrollada por el atleta noruego Simen Adgestein, quien coqueteó con el título de campeón mundial juvenil en 1986 que alcanzó por mejor criterio de desempate el Gran Maestro cubano Walter Arencibia. Heredero de una talentosa cohorte de jugadores escandinavos —Fridrik Olafsson, Bent Larsen, Johann Hjartarsson—, Adgestein integró por méritos propios la selección noruega de fútbol con la que disputó ocho partidos internacionales y a la que respaldó en el proceso clasificatorio de la Copa del Mundo Italia 1990. Luego de su retiro prematuro de la grama futbolística, se consagró a partir de la década de 1990 a entrenar a las jóvenes promesas del ajedrez noruego, incluido el talentoso y carismático campeón mundial Magnus Carlsen.
Dos cunas de gigantes
Sin lugar a dudas la República de Islandia y el Reino de los Países Bajos ocupan un lugar notable dentro de la historia de los trebejos por haber sido sede de extraordinarios eventos ajedrecísticos. Entre otros hitos competitivos, los neerlandeses presumen haber aportado a La Haya como la sede del Campeonato Mundial 1948 —el primero regido por la FIDE—, y auspiciar algunos de los prestigiosos torneos de la historia, incluido el disputado en el balneario Wijk aan Zee, que desde 1938 convoca a los mejores ajedrecistas del planeta. Mientras que los islandeses acogieron en 1972 la disputa por la corona planetaria entre Bobby Fischer y Boris Spassky, cuyas repercusiones abarcaron los ámbitos deportivo, periodístico y geopolítico. Ambas naciones también comparten el honor de haber visto nacer a dos colosos de los trebejos Max Euwe (1901-1981) y Fridrik Olafsson (1935), a quienes les correspondió ocupar en períodos sucesivos la presidencia de la FIDE.
Pese a que una perspectiva historiográfica lo califica como un campeón del mundo «accidental», Max Euwe ostenta una de las carreras ajedrecísticas más prolíficas de las primeras décadas del siglo XX. Miembro indiscutible de la élite ajedrecística durante los años 1934-1946 —período en que le arrebató el título mundial a Alexander Alekhine—, Euwe alternó su faceta competitiva con la profesión de matemático. Gracias a sus dotes científicas, Euwe se había graduado con
honores como Doctor en Ciencias Matemáticas en la década de 1920 y llegó a ejercer como profesional en instituciones de prestigio, como el Instituto Superior Neerlandés de Economía. Casi septuagenario, Euwe fue electo en 1970 como Presidente de la FIDE, luego de que su predecesor sueco, Folke Rogard, consolidó algunas de las normas competitivas vigentes en el ajedrez contemporáneo, entre ellas la normalización de los títulos de Gran Maestro, la creación de los torneos zonales, interzonales y de candidatos como parte de los ciclos por el Campeonato Mundial, el restablecimiento de las olimpiadas mundiales por naciones con carácter bienal, el surgimiento de los campeonatos mundiales juveniles y la introducción del ranking universal.
Originario del país con mayor índice de Grandes Maestros per cápita —13 trebejistas exaltados por la FIDE para una población de poco más de un cuarto de millón de habitantes—, Fridrik Olafsson fue el primero en obtener el máximo galardón en 1958. Ya desde mediados de esa década había alcanzado resultados competitivos relevantes en el Campeonato de Ajedrez Escandinavo 1953, en Hastings 1955-1956 y en el Interzonal de Portoroz, Yugoslavia, que le permitió enfrentarse en el Torneo de Candidatos 1959 a los futuros campeones mundiales Mijail Tal, Tigran Petrosian y Bobby Fischer. Luego de suceder a Euwe como presidente de la FIDE en 1978, Olafsson protagonizó uno de los hechos más insólitos de la historia del deporte al haber enfrentado (y vencido) en 1980 al vigente campeón del orbe Anatoly Karpov durante un torneo en Buenos Aires. Estas hazañas competitivas Olafsson las simultaneó con un empleo regular en el Ministerio de Justicia en Reykjavik, y con la posterior elección de Secretario General del Parlamento islandés.
Sensibles y virtuosos
Entre los campeones mundiales que prestigiaron la escuela soviética de ajedrez, Vassily Smyslov sobresalió por su preparación teórica, longevidad deportiva y efectividad en torneos por equipos. Protagonista de un enconado duelo ante el «patriarca» de los trebejos eslavos Mijail Botvinnik por la conquista y posterior defensa del título planetario, ambos sobrepasaron el centenar de enfrentamientos al máximo nivel desde que contendieron en 1948 por la corona universal vacante. Luego de sucumbir en el match revancha contra Botvinnik, Smyslov contendió de manera reiterada por el campeonato mundial, al punto de alcanzar con 63 años la Final de Candidatos 1983-1984 ante Garry Kasparov. Durante las décadas que la Unión Soviética impuso su hegemonía en las olimpiadas mundiales, Smyslov fue un recurrente ganador de medallas individuales y colectivas al contabilizar casi una veintena de preseas —en su mayor parte doradas—, entre Helsinki 1952 y Skopje 1972.
A comienzos de la década de 1950, Vassily Smyslov vigorizó su carrera como ajedrecista al desestimarse su inclusión en la troupe del Teatro Bolshoi. Luego de su «asalto» infructuoso a una de las catedrales del canto lírico mundial, Smyslov continuó potenciando sus cualidades de barítono en recitales programados dentro de los torneos ajedrecísticos y accedió a grabaciones fonográficas, acompañado por el también Gran Maestro y pianista Mark Taimanov. Considerado uno de los grandes estrategas de la historia en la fase de los finales de partida, los contemporáneos de Smyslov identificaban en su estilo de juego varios atributos del lenguaje musical, tales como la belleza y la armonía.