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Diciembre es mes que en Cuba se aprovecha especialmente para homenajear a esos valientes de bata blanca que se dedican a salvar y mejorar la vida de las personas. Todos sabemos que el día 3 se felicita a los doctores latinoamericanos y de paso se recuerda al gran Carlos J. Finlay, científico cubano que inspiró la designación de esa importante fecha.
Sin embargo, muchos desconocen que dos días antes, el 1, se conmemora un nuevo aniversario del Instituto de Medicina Deportiva (IMD), uno de los centros que más han aportado a la gloria atlética del país.
El IMD y sus especialistas han trabajado durante 54 años para diagnosticar, tratar y sanar a deportistas de todas las categorías. Localizados bien cerca del
Cerro Pelado, principal centro de entrenamiento para atletas de élite en el país, los expertos del IMD han logrado que incontables deportistas reinicien sus carreras y obtengan los éxitos que su esfuerzo y talento les permitan.
En paralelo a la labor de esa institución y sus miembros, también hay que destacar el nombre del profesor Rodrigo Álvarez Cambras, maestro de la Ortopedia y la Traumatología, quien que desde el Complejo Científico Internacional Frank País se ha convertido en un referente internacional en el tratamiento de lesiones que perfectamente podrían haber terminado con la vida activa de unas cuantas luminarias del diamante, el campo, la pista o el ring.
Otro grupo de cracks que merecen todo el reconocimiento posible son los fisioterapeutas y sicólogos que están ahí, a «pie de obra» en cada sesión de prácticas.
Mientras los primeros atienden molestias físicas surgidas in situ y también hacen el seguimiento durante la recuperación de aquellos que se encuentran saliendo de todo tipo de dolencias, los segundos tratan asuntos que no se pueden tocar, pero que de no solucionarse sí que pueden influir totalmente en el rendimiento competitivo.
Haciendo una lista bastante breve de nombres grandes, podríamos mencionar al boxeador Teófilo Stevenson, la jabalinista María Caridad Colón, la voleibolista Mireya Luis, los peloteros Frederich Cepeda y Lázaro Vargas, así como el saltador de longitud Iván Pedroso, estrellas que no hubieran podido hacer aún más grande su legado victorioso sin la influencia de los sanadores de diversa índole que se encargaron de echarles una mano en su regreso a la cima.
