Rey Isaac camina hacia el cajón de bateo en el estadio Latinoamericano, el 17 de diciembre de 1994, el día en el que se enfrentaron los equipos de Santiago de Cuba e Indrustiales y terminó su racha de imparables Autor: Juan Moreno Publicado: 21/11/2020 | 08:50 pm
Cuando en su último turno al bate en la noche del 17 de diciembre de 1994, el santiaguero Rey Issac vio cómo el guante de Javier Méndez se tragaba su línea, además de una pasajera frustración sintió alivio.
Terminaba en 37 la racha más larga de juegos seguidos conectando hits por un bateador en series nacionales, ante los ojos excitados de miles de aficionados que abarrotaron el graderío del Latinoamericano para presenciar el duelo entre el pitcher Orlando Hernández y el hombre que había roto el récord de Lázaro Vargas.
En el mismo parque donde terminó la cadena, 26 años después y con unas gradas inmensamente vacías, Issac accedió a conversar con Juventud Rebelde sobre aquella seguidilla que comenzó el 6 de noviembre ante el camagüeyano Neury Fernández.
—¿Esas rachas se buscan o salen espontáneamente?
—En mi caso, desde los entrenamientos para aquella serie nacional me propuse romper el récord de Vargas. Yo tocaba bien la bola, corría rápido de home a primera, sabía batear para la banda derecha, y con esas habilidades podía conectar muchos hits.
«Cuando pasó el juego 20 lo vi más cerca, pero estaba consciente de que debía estar muy enfocado porque había lanzadores de mucha calidad y ante cualquiera de ellos era fácil fallar cuatro turnos al bate.
«En el partido 30, no me confié tampoco. Iba a jugar en el estadio Cristóbal Labra, donde los pitchers de la Isla eran doblemente buenos. Por aquellos días trabajaba mucho en el aspecto sicológico», recuerda Issac, quien igualó la marca vigente en esa época de 31 choques ininterrumpidos, con imparable al center field en el sexto inning ante Ariel Prieto. En el siguiente juego fijó la nueva marca con hit en el octavo capítulo frente a Léster Ramírez.
«Ya con el récord en mis manos, seguí concentrado, tratando de estirarlo al máximo, hubiese querido llegar a 40».
—Hubo juegos en que el hit llegó en el último turno, ¿cómo manejabas esa situación?
—La estrategia era conectarlo rápido, en el primer o segundo viaje al plato para bajar la tensión y que el equipo se enfocara más en el éxito y no tanto en mí, pero no siempre fue así. Recuerdo que dos grandes zurdos del pitcheo, Omar Ajete y Jorge Luis Valdés, me dominaron tres veces y en el cuarto turno fue que logré mi objetivo.
—La dirección te colocó en diferentes turnos en el lineup. ¿Te sentías cómodo en alguno específicamente?
—Como el propósito era la marca, no pensaba en otra cosa que ligar buenas conexiones, empecé la racha en la parte de abajo de la alineación y terminé arriba.
—¿Buscabas el hit con un pitcheo determinado o salías a golpear todo lo que pasara por zona de strike?
—Siempre iba por un lanzamiento hasta que tuviera dos strikes, entonces sí le hacía swing a todo lo que veía en la zona. Esa estrategia me dio buenos resultados en mi carrera. Lo aprendí de varios peloteros santiagueros como Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Gabriel Pierre y otros jugadores con los cuales compartí en la selección nacional.
—¿Algún pitcher te confesó previamente que iba a romperte la racha?
—Varios me dijeron, más bien en broma, que no les iba a conectar incogibles; como nos llevábamos bien, les pedía que buscaran sacarme out, su objetivo era el out y el mío el hit, pero que no me dieran bases por bolas.
—¿Hiciste swing a pitcheos malos intencionalmente para alargar algunos turnos al bate?
—Sí, varias veces, e incluso, pegué hits con lanzamientos fuera de la zona de strike. En otros logré seguir bateando y en los siguientes envíos conecté imparable.
—Y también buscaste extender la cadena con toques de bolas y otras conexiones en las que aprovechaste tu velocidad de home a primera...
—Tenía que apelar a todas las opciones posibles, entre ellas, pegarle flojo y correr duro o tocar ante pitchers que eran lentos en sus movimientos defensivos para llegar quieto.
—¿Sentías presión por el abordaje del tema en los medios, la calle…?
—Durante esos días no escuchaba radio, no leía periódicos, ni veía noticias deportivas en la televisión. Solo prestaba atención al sicólogo, la dirección del equipo y mis compañeros. Mientras más lejos de los fanáticos mejor, pues presionan en esas circunstancias.
—¿Cómo recuerdas el juego en que El Duque Hernández cortó tu cadena?
—El Latino estaba que no cabía nadie esa noche, la gente había ido a disfrutar el duelo entre él y yo. Me ponchó dos veces, después di un roletazo por el campo corto y en el último turno me puso en tres bolas sin strike, le dije que no quería terminar mi racha con un boleto, entonces él tiró por ahí y conecté la línea al jardín central que determinó el fin de la racha.
—¿Qué impacto tuvo en ti la ruptura de la cadena?
—Ninguno, fíjate que después estuve bateando hits unos cuantos juegos consecutivos. Más bien sentí un gran alivio, ya era dueño del récord y podría trabajar para el equipo y no a la inversa.
—¿Pensaste que duraría tanto tiempo esa marca?
—A veces me siento a pensar en aquellos días y no entiendo cómo nadie lo ha roto, pues han pasado muy buenos bateadores por nuestros campeonatos nacionales.
—¿Y qué crees de César Prieto?
—Él es uno de los mejores peloteros que tenemos en Cuba hoy, su nivel ha subido mucho aunque aún es muy joven; domina las herramientas del béisbol y para mí lo rompe. Mis felicitaciones de antemano para César Prieto.
(Nota: Esta entrevista se realizó el domingo 15 de noviembre cuando aún había expectativas sobre la racha de César Prieto)