Lisbeth, Giraldo y Ainhoa esperan volver a verse lo más pronto posible Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 17/08/2020 | 09:41 pm
¿Se imaginan a una deportista entregándose al límite en una competición, sin saber que en su vientre lleva a quien será su primer bebé? Puede parecer una situación rara, pero lo cierto es que eso le ocurrió a la polista cubana Lisbeth Santana. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014 la selección cubana femenina de Waterpolo luchó a toda costa por llegar a la final, pero a la postre regresaron a casa con la medalla de bronce. Lisbeth, sin saberlo, compitió embarazada, y al retornar a Cuba, conoció la sorprendente noticia.
Le cuenta a Juventud Rebelde la agramontina que al regresar a Cuba notó que aumentaba de peso. Le realizaron un ultrasonido y este arrojó que tenía 12 semanas. Se asustó un poco porque tantos entrenamientos físicos podían haberle producido algún daño al bebé. Sin embargo, meses después nació saludable la pequeña Ainhoa, con cinco años hoy, quien al decir de su mamá llegó para darle un vuelco total a su vida y a la de su padre, Giraldo Carales, también polista y actualmente contratado en la División de Honor, por el club Waterpolo Navarra, con el que permanece en España. La motivación de ambos no encuentra límites cuando piensan en la pequeña.
La relación tan pasional de Santana y Carales pronto cumplirá una década, desde que comenzó en un concentrado en La Habana, previo a los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Lo que surgió como un vínculo pasajero, según Lisbeth, con el tiempo se convirtió en una unión consolidada, amparada en una frase recurrente del también agramontino, «el roce hace el cariño». Dice ella que el otrora integrante de la selección nacional es su mejor consejero, nunca le ha faltado su apoyo y funge a menudo como su entrenador personal, al coincidir en la misma disciplina.
En los últimos diez meses no ha podido disfrutar de la compañía de su pareja y Ainhoa le pregunta: «¿cuándo podré besar a papi?», a quien desde Pamplona se le aguan los ojos de vez en cuando por lo mucho que extraña a su hija. Ese tiempo, asegura, ha sido el más largo que ha permanecido alejada de él, incomparable con los tres meses aquellos que Carales estuvo insertado en la Liga Nacional de Venezuela, a finales de 2013.
No obstante, el compás de espera podría cerrarse en función de que la pequeña familia se reúna, pero todo depende de que la situación desfavorable provocada por el nuevo coronavirus mejore. Lisbeth pactó un fichaje con el club Waterpolo 9802, perteneciente a la Primera División española y que lucha por ascender a la División de Honor.
La entidad deportiva interesada en sus servicios radica en Pamplona, de ahí que la cubana haya escogido esa opción para estar junto a Giraldo y haya desestimado ofertas de dos equipos integrantes de la División de Honor.
«La posibilidad de integrar este club surge mediante Giraldo. Los entrenadores del elenco femenino de Pamplona estaban buscando atletas para la próxima temporada y él les comentó que su esposa tuvo un recorrido de aproximadamente 12 años con la selección cubana. Ellos aceptaron la propuesta y yo muy feliz porque lo que deseo es estar en familia, los tres juntos. Prefiero eso que desempeñarme en el torneo élite de España, además, el 9802 es un equipo joven y me gusta mucho ayudar a las figuras jóvenes.
«Afortunadamente el conjunto me da la posibilidad de llevar conmigo a la niña. Estamos a la espera de la evolución de la Covid-19, que ha detenido nuestras gestiones en la embajada española en Cuba.Solicité mi retiro de la selección después de los Juegos Panamericanos de Lima 2019, pero mi entrenador me dijo que era elegible para los venideros Centroamericanos y del Caribe y Panamericanos, y yo acepté con mucho gusto», declara la jugadora de 29 años, doble mundialista y titular regional en Barranquilla 2018.