Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un juego de voluntad

Con muchos kilómetros a la espalda, los «superhumanos» se retiran a descansar, pues tendrán que salir a darlo todo otra vez

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Cuando la gente piensa en el triatlón, como es obvio, tienden a quedarse solamente en las tres cosas que más rápido le vienen a la «bandeja de salida»: mar, ciclismo y carrera. Y es que no hay nada —aparentemente— más lógico que la referencia a las diferentes pruebas que componen esta disciplina combinada. Lo que pasa es que cuando se vive de cerca una competencia de este tipo, uno entiende que no tiene la menor idea de qué se trata este deporte.

Abstráigase por un momento, e imagínese levantándose de madrugada para participar en una carrera que puede ser como mínimo de 25 kilómetros en el caso del sprint (750 metros de natación, 20 kilómetros de ciclismo y cinco de carrera a pie); llegar hasta aproximadamente 112 en la media distancia (1.9-90-21, por ese orden) y extenderse hasta bien cerca de los 226 si se trata del Ironman (3.8-180-42.195).

Por si las distancias no le impresionan, le cuento además que el entrenamiento es acaso más duro que la prueba en sí, pues consiste en un plan que debe seguirse a diario, y que lleva al cuerpo humano a alcanzar límites que no muchos aguantarían.

Lo otro es que, incluso por encima de la extrema condición física, el apartado mental termina siendo el factor determinante para llegar a la meta. No se termina una «odisea» como esta sin una voluntad de acero, templada al calor del sacrificio constante.

El día de la carrera, son muchas las personas que participan, y no necesariamente son todos competidores. A la lista de partida se suman familiares, entrenadores —de escuela y de la calle—, amigos, o simplemente gente entusiasta que se pasa una mañana entera —y a veces hasta la tarde— pegando gritos de apoyo, alcanzando pomos de agua o cualquier otra sustancia hidratante, contando las vueltas, riendo, llorando… en fin, sintiendo el triatlón como si se tratara de una cuestión vital, cosa que al final termina siendo así.

Sobre todo en la última fase del recorrido, esa que se hace a bordo del vehículo que todos conocemos como «be-doble-pié», la cosa se torna más pintoresca. La gente se acumula alrededor de los cierres de vuelta para aupar a cualquiera, ya sea  uno de los suyos o un simple desconocido.

El cambio que se produce en las caras de los atletas cuando reciben un «vamos, tú sí puedes», «te queda poco», e incluso otras frases que no cabrían aquí por el respeto que nuestros lectores merecen (aunque sí está demostrado que funcionan de maravilla), es algo que se roba el show. Al cansancio y la monótona soledad de la carrera se les vence así, a golpe de pura emoción.

La llegada a la meta, cereza del «sudado» pastel, es otro acontecimiento lleno de sabor. Se puede encontrar allí a alguien que desfallece nada más cruzar la línea final, mientras ves que otro llega como si nada, aunque por dentro esté hecho «fufú de puré de talco». Da igual el lugar obtenido y el tiempo marcado. La palabra victoria se resume toda al dominio de la distancia.

Las celebraciones son de todo tipo: puños al aire a lo Rocky Balboa, de rodillas en el suelo al estilo futbolero, besos al crucifijo de la abuela, o una mirada al cielo, dedicada a aquel que ya no está. Solo el que supera el reto sabe el costo.

Termina el día, y con muchos kilómetros a la espalda, los «superhumanos» se retiran a descansar. Saben que solo fue una batalla más. Mañana toca salir de nuevo a darlo todo.

Resultados del 5to. Triatlón de La Habana

Sprint popular: Daniel Ernesto Pérez (CUB y Rosa Elena Ramos (CUB).

Media distancia: Michel González (CUB) e Isabel Cuéllar (CUB).

Élite: Collin Chartier (USA) y Lina María Raga (COL)

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.