Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un juego ganado por la historia

El cementerio Colón sirvió para recordar a uno de los más grandes peloteros que ha nacido del vientre de esta Isla: Cristóbal Torriente

Autor:

Norland Rosendo

Cuando iban terminando los partidos de la serie sub-23, el cementerio Colón, de La Habana, sirvió el pasado miércoles para recordar a uno de los más grandes peloteros que ha nacido del vientre de esta Isla: Cristóbal Torriente, en su 80 aniversario, homenaje que tuvo entre sus invitados a otro de los que más linaje le han dado a nuestro béisbol: Antonio Muñoz.

Lástima que muchos muchachos que hoy juegan en los diamantes de nuestro país no sepan quién fue Torriente, miembro del salón de Fama de Cooperstown, y en cuya placa se lee en el altar de los excelsos: «Un compacto y poderoso pelotero de cinco herramientas, con un tremendo poder de bateo hacia todos los sectores del campo de juego. Se encuentra entre los primeros en dobles, triples, slugging, total de bases y carreras impulsadas, guio al Chicago American Giants a ganar dos campeonatos seguidos en el circuito de color, tenía una excepcional velocidad y podía cubrir los jardines con pasmosa facilidad, famoso por superar a Babe Ruth durante un juego de exhibición en La Habana en 1920».

De él dijo Martín Dihigo, otro cubano mimado por los dioses del béisbol: «Nosotros nunca le hemos dado a Torriente la importancia que tuvo, todo lo hacía bien, fildeaba con naturalidad, tiraba de forma perfecta, cubría tanto terreno como el que más pudiera cubrir, y en lo tocante al bate, ya dejaba de ser bueno para convertirse en algo fuera de lo común. Nunca vi a Torriente hacer alarde de lo inmenso que era como jugador de pelota».

Para fortuna nuestra, sus restos aparecieron en el camposanto cubano, cuando se presumía que el alma del negro que murió pobre y enfermo, después de deslumbrar por sus habilidades como pelotero, vagaba por gélidos parajes neoyorkinos.

Allí donde la osamenta de Torriente seguirá empuñando los bates de la historia se erigirá un monumento, y en Cienfuegos, su ciudad natal, Muñoz propuso el nombre de Cristóbal para un terreno de pelota que se construyó para los niños.

Muy justo lo que hace la Sociedad Cultural José Martí y su Consejo Nacional Béisbol de Siempre para que la pelota no muera en nuestra Isla, un minúsculo montículo en medio del mar, donde no caben tantos batazos siderales.

Esa misma tarde, sin que el nombre de Cristóbal Torriente se pronunciara entre los bisoños que deberían aprender mucho de él, los equipos de Santiago de Cuba y Granma siguieron animando la que se presume una porfía hasta el último juego por el liderazgo del Grupo D en el torneo sub-23, Cienfuegos, potente escuadra que ya vaticino entre las candidatas más fuertes a la corona, continuó su paso indetenible en la llave B, ante un Villa Clara que no ha sido ni sombra del subcampeón que fue el año pasado, mientras, los apartados A y C lucen más compactos.

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