Dentro de cinco días, el mundo entero disfrutará de un acontecimiento que cada cuatro años pretende encarnar lo mejor del espíritu humano y desterrar, mientras dure encendido el fuego de los Dioses, cualquier signo de violencia en el planeta.
La ciudad brasileña de Río de Janeiro, seleccionada hace seis años para organizar tan magna festividad, será epicentro de interés universal, y a la vez que concederá a todos —tanto a visitantes como espectadores— el escenario ideal para apreciar cómo los protagonistas de la 31ra. edición de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna continúan escribiendo nuevas páginas de gloria.
Hasta esa urbe sudamericana se ha trasladado una delegación de 124 atletas que nos representarán con el firme propósito de ser fieles representantes de una tradición victoriosa, capaz de poner a esta isla caribeña en la misma órbita de grandes potencias deportivas.
Como ha sido habitual, JR dará cobertura in situ, y a través de las páginas impresas, su edición digital y las redes sociales, a las actuaciones de los deportistas cubanos, así como a los desempeños más notables que se produzcan en el inminente certamen multideportivo.
Si hace ocho años en Beijing ofrecimos a nuestros lectores una Tinta china indeleble, y en el verano de 2012 brindamos con ellos a La hora del té marcada por el Big Ben londinense, ahora les proponemos esta ruta para recorrer juntos aquellos senderos que puedan llevarnos más allá de la confrontación deportiva, y acercarnos en lo posible a esos detalles tan interesantes que también conforman la historia de los Juegos.
Sin ser demasiado pretenciosos, queremos compartir con ustedes cada una de las vivencias de esta aventura en una ciudad que ha fascinado a millones, entre otras cosas por sus exóticos paisajes naturales perfectamente combinados con evidentes toques de modernidad.
Pero Río de Janeiro es más que una silueta, que su extraordinaria música, sus kilómetros de famosas playas o su exquisita gastronomía con nombres como feijolada, forofa o caipirinhas como estandartes. La ciudad no es solo Maravillosa por su eterna alegría, por los inconfundibles ritmos que han trascendido fronteras o por ese inigualable carnaval que año tras años arrastra a multitudes.
Muchas de esas cosas no fuesen posibles sin la comprobada calidez de sus habitantes, y por el compromiso que —digan lo que digan— estos han asumido para regalarnos la mejor de las fiestas posibles.
Y de esa gigantesca celebración dentro y fuera de los escenarios atléticos, de esa pasión desbordada por el deporte y la vida, queremos contarles día a día en estas pocas líneas. Así, la Ruta Carioca queda trazada. Todos están invitados a transitarla.