De izquierda a derecha: Jonder Martínez, Yeniet Pérez y Ramón Moré. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:35 pm
SANTA CLARA.— Mi reloj anunciaba que ya era otro día cuando abandoné el estadio Augusto César Sandino de esta ciudad. Pero para los miles de aficionados que acompañaron la consagración de Villa Clara en la 52 Serie Nacional, todo era parte de una misma jornada.
Fecha histórica en la central provincia, que tanto esperó por esta fiesta. Yo, inmerso ante el teclado y apremiado por el cierre de la edición, apenas pude divisar desde cierta distancia la celebración.
Por suerte, las autoridades del béisbol cubano reconsideraron la idea de premiar in situ al nuevo monarca, para que sus miles de seguidores disfrutaran del trascendental momento. Y aunque resultó estéril por momentos la intención de contener a la multitud eufórica, toda Cuba pudo ver a Ramón Moré y los suyos levantar el trofeo mayor.
Se echó de menos el fraternal abrazo entre vencedores y vencidos, esa muestra de respeto y camaradería que nunca debe faltar ni en el deporte, ni en la vida. Aunque no aparecía en el guión ceremonial la entrega de lauros a los subcampeones, pudo suceder. Pero, solo en instantes, un férreo cordón de seguridad frente al dogout visitante y un mar de pueblo enardecido, separaron a un equipo de otro.
Dicen —mis referencias vienen de colegas que lograron estar sobre el terreno— que en las instalaciones interiores del estadio, Víctor Mesa felicitó a Moré por el triunfo. Ojalá así haya sido. Incluso, que el manager yumurino preguntó por la posible celebración de la conferencia de prensa.
Concluida la ceremonia, continuó la fiesta. Todos querían al menos rozar a sus campeones, demostrarles la gratitud por hacer realidad los sueños pospuestos durante 18 largos años.
Y allí, entre tanta gente aglomerada, avanzaba en hombros Freddy Asiel Álvarez, sin duda la punta más afilada entre las lanzas naranjas. También Pestano, héroe de la última estocada.
No menos personas rodeaban al artemiseño Jonder Martínez, para quien «es una alegría muy grande volver a ser campeón. Anteriormente fue con otro equipo y ahora siendo parte del que derroté en el 2009. Pero eso no importa. Aquí lo he disfrutado mucho con el pueblo villaclareño, porque ahora me siento como uno más de ellos.
«Lo que más me ha impresionado de esta afición es el apoyo al equipo después de tanto tiempo sin ganar. A pesar de que algunos no creyeron en las posibilidades, que pensaron que podía volver a pasar lo que sucedió antes en el famoso play off contra Industriales, el equipo demostró que este era su año», sentenció uno de los más importantes refuerzos adquiridos por el alto mando villaclareño para la segunda etapa de la campaña.
Claro que también los «autóctonos» fueron asediados en ese extenso camino en que se convirtió la ruta del podio al dogout. Así, Yeniet Pérez, uno de los hombres más decisivos con el madero para conseguir el triunfo, confesaba que «esto es lo más grande que he vivido. Se ve el esfuerzo que todos pusimos en el entrenamiento desde el pasado mes de septiembre. Nuestros familiares, la población, todo el pueblo de Villa Clara, estaba esperando por esta victoria, y nosotros, que somos los que estuvimos todos los días sobre el terreno, les damos las gracias a ese pueblo que nos apoyó y que ahora festeja junto a nosotros».
Y no faltaron las palabras del timonel. Ramón Moré, con la emoción a flor de piel, rememoró los tiempos difíciles, cuando en la pasada temporada no pudieron concretar un buen papel. «Muy pocos creían en nosotros, no había confianza. En estos momentos recuerdo una frase que siempre me dice un amigo: “El gallo, cuando muere, no tiene dueño. Pero cuando gana, tiene muchos”. Los dueños de este triunfo son las miles de personas que están allá afuera celebrando. Ese es mi mayor orgullo en estos momentos. Haberles demostrado que sí se podía», sentenció.