El equipo cubano estrenó la camiseta que utilizará en el torneo con una buena demostración frente a los Halcones de SoftBank. Autor: Ricardo López Hevia Publicado: 21/09/2017 | 05:31 pm
Fukuoka.— Con el triunfo sobre los Halcones de SoftBank, franquicia de esta ciudad en la Liga Profesional japonesa, expiró el tiempo de calibración para el equipo cubano que animará aquí el grupo A del III Clásico Mundial de béisbol.
En la noche de hoy —mediodía dominical en este lado del mundo—, la tropa dirigida por Víctor Mesa se parará sobre la superficie sintética del Yofuoku! Dome sin más opciones que un triunfo sobre la representación de Brasil. Otro resultado, se sabe, no significaría una muerte súbita, pero comprometería sobremanera las aspiraciones de superar el primer tramo de la cita.
Luego del último éxito de la serie preparatoria, el principal estratega cubano se mostró optimista y confiado ante la prensa acreditada al torneo. «Siento que hemos adquirido ahora el punto que nos faltaba cuando estuvimos por aquí el pasado noviembre», dijo al hacer balance de toda la preparación. A su vez, restó importancia a la estrategia en el manejo del pitcheo que esbozaron los sudamericanos, al no elegir a Andre Rienzo —su mejor carta— como el abridor en su debut, más temprano hoy, ante los anfitriones japoneses.
De cierta forma, Víctor tiene motivos suficientes para mirar el futuro de la manera más esperanzadora. En las seis escaramuzas realizadas ahora en tierras asiáticas, sus discípulos han bateado para un promedio colectivo de .364, se han apuntado un total de 82 imparables —de ellos 14 dobles y siete cuadrangulares—, y con ellos han fabricado 43 carreras, poco más de siete por desafío.
De los posibles regulares, solo el enmascarado espirituano Eriel Sánchez se mantuvo por debajo del umbral de los .300, y de conjunto, han propulsado hacia home a un tercio de los hombres encontrados en posición anotadora.
Tal vez se haya echado de menos el anunciado «juego chiquito» —apenas se intentaron tres estafas—, pero queda como coartada la posibilidad de que se haya preferido no virar todas las cartas sobre la mesa. Quizá no se haya sido todo lo audaz para mover más la alineación base, sobre todo en su segmento medio, donde el estelar Yulieski Gourriel, sin estar mal ni mucho menos, no ha mostrado la efectividad exigida al tercer bate de la selección cubana.
Víctor ha sido paciente, le ha dado total confianza al antesalista yayabero, y eso, a nivel psicológico, puede arrojar mejores resultados. Pero lo cierto es que, a pesar de su promedio de .349, el muchacho apenas ha impulsado a tres de los 13 compañeros encontrados en posición anotadora. No obstante, calidad le sobra para revertir la situación.
En contraste, el panorama en el staff de lanzadores no parece todo lo prometedor que todos esperábamos. Sin especificar roles, en el duelo con los Halcones se demostró una vez más que persisten los problemas con el control y el pensamiento táctico.
Cuesta el cielo que nuestros serpentineros no se metan en problemas con el conteo, y eso reduce ostensiblemente sus posibilidades de dominar a los bateadores rivales, sin contar que, con las limitantes en la cantidad de lanzamientos per cápita, quedaría estéril cualquier planificación posible.
Urge a nuestros lanzadores minimizar ciertos indicadores en aras de sobrevivir las dos primeras fases. Por ejemplo, en las más recientes confrontaciones permitieron un poco más de seis carreras por juego, 5.83 de ellas con carácter inmaculado. Unos 24 boletos y siete pelotazos aparecen como cifras indeseables, y el .287 que le promedian los bateadores rivales, por el estilo.
Sin dudas, sobre la lomita se pudiera estar definiendo el destino del grupo en las próximas batallas, que al contrario de las vividas hasta ahora, no serán a primera sangre.
(Ver más sobre el III Clásico Mundial de béisbol)