Muchos fingen un catarro o un problema familiar para justificar ausencias al trabajo. Pero hay quien apela a una gran imaginación y creatividad. Es el caso de una joven japonesa, encontrada en su casa en Tokio amarrada con sogas y cinturones, después de que se ausentara de su trabajo durante varios días. Tanto los médicos como la policía concluyeron que había sido víctima de un robo. Sin embargo, días después la policía seguía sin explicarse un dato muy particular: en la casa de la joven no había ninguna cerradura forzada, ventanas rotas, ni cualquier otra señal que indicara una entrada forzada. La misma muchacha dilucidó el misterio. «No quería ir a trabajar así que, como excusa, me até a mí misma».