Micro Procesador. Autor: Ares Publicado: 28/12/2024 | 08:42 pm
Concluye el año 2024 y el hombre ha estado preocupado por muchas cosas que ponen en peligro la existencia humana en el Planeta Azul, que, dicho sea de paso, se las está viendo negra.
Las guerras, la inflación, el cambio climático, las pandemias que no acaban y hasta mutan, entre otros tópicos, resultan parte de la agonía y alerta de las que está pendiente el pensamiento humano. Sin embargo, y no para restarle importancia a estas problemáticas, que ya resultan bien conocidas hasta cierto punto, puedo asegurar que una de las nuevas preocupantes en el pensamiento humano está dirigida exactamente hacia una variante de pensamiento: la inteligencia artificial, o AI (artificial intelligence) por sus siglas en inglés.
No se trata de lo que muchos conocemos a priori y que sirve para poner más bonitas nuestras fotos en las redes, sin necesidad de Photoshop, que ha devenido en cruel engaño, rompecorazones e, incluso, ha roto muchos matrimonios y desquiciado a más de una persona que se pregunta cómo su colega de aula, de hace 50 años, se mantiene tan bien cuando ella (o él), con la misma edad, parece un cuadro de Picasso. Y hablando de Picasso…, esta nueva modalidad, o sea la AI, en las artes plásticas, llega a realizar obras «originales» y hasta copias, que ni los mismos chinos serían capaces de lograr.
Son muchos los campos de la vida diaria (para no decir todos) en los que la inteligencia artificial ha demostrado tener grandes posibilidades y recursos, particularmente en los procesadores de grandes datos para análisis y soluciones económicas, algo que nos vendría al dedillo para revitalizar o reponer a algunos de nuestros analistas y deslumbrantes economistas… Así lo anuncian las grandes corporaciones que desarrollan esta tecnología futurista: «Será un pilar esencial para las empresas que busquen reducir costos, aumentar la productividad y minimizar errores humanos». Prometiendo además que optimizará la experiencia del cliente mediante el uso de tecnologías como los chatbots.
Un chatbot es un software basado en inteligencia artificial capaz de mantener una conversación en tiempo real, por texto o por voz, en los sistemas de atención al cliente. No sé si realmente sea eficaz, pero estoy seguro que te prestará más atención y será más servicial y comunicativo que muchos de los relacionistas públicos o funcionarios encargados de tratar con los públicos.
Ya digo, son muchos los espacios en los que ha irrumpido la AI, pero el que más me preocupa es el relacionado con las artes, particularmente con la música. Sí, porque ya puedes llegar a realizar una composición musical sin haber estudiado música y ni siquiera saber cuales son las notas musicales. Cualquiera, con una buena «nota» alcohólica, mete dos o tres instrucciones, abre y cierra un par de aplicaciones y… ya está el nuevo tema musical que bien podría titularse Opus Rondelpunto, en tres movimientos y un resbalón.
Realmente esto no es lo más acuciante. Podría nombrar unas cuantas obras artísticas (sobre todo musicales) que nacieron bajo las inspiradoras fuerzas del vino y otros estupefacientes. El problema es que, en la cultura, la AI sostiene una relación de input y output, o sea (y dicho en buen español), de mete y saca. Introduces millones de datos del patrimonio cultural humano y obtienes «nuevos» resultados artísticos. Y yo me pregunto: ¿si introduces miles de malas palabras y cientos de vulgaridades, con un par de notas musicales, se podrá obtener algo que supere a algunos de los temas actuales? No creo que sea posible. Ya veremos en 2025.