Yasser Ramos considera que aún le queda mucha música por entregar a su público, dentro y fuera de Cuba. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 04/01/2024 | 10:07 pm
Aquel día Yasser Ramos comía una pizza dentro de su carro, estacionado en una calle del Vedado habanero. Era un momento como otro cualquiera hasta que sonó su celular, un número desconocido. «Chama, te ganaste el Cubadisco», le espetó el maestro Cesar “Pupy” Pedroso, desde el otro lado de la llamada telefónica, y el trozo de pizza por poco se le atora en la garganta.
Así lo recuerda este intérprete que acaba de celebrar una década de trabajo al frente de su agrupación, Tumbao Mayombe. Esa anécdota la rememora con mucho cariño y considera el premio Cubadisco 2020-2021 en la categoría de nuevas propuestas de música popular bailable ―reconocimiento que ganó con su segundo fonograma La resistencia (Egrem)― un punto de reafirmación que lo ayudó a convencerse de que el camino y el sacrificio iban en la dirección correcta. Hay que escuchar ese disco para comprobar el acierto.
La resistencia, de Yasser Ramos y el Tumbao Mayombe, nos habla de los orígenes de este músico nacido y criado en El Canal del Cerro, una persona que vive el barrio, es cronista de lo que le va sucediendo, de la amistad, el amor, los desencuentros, las esperanzas. Defiende su tumbao y venera el songo, respeta la obra de Juan Formell y de tantos maestros de los que, asegura, hay que defender su legado y explicarlo a las nuevas generaciones.
Su formación musical es autodidacta, pero ya se sabe que cuando hay constancia y talento el camino a transitar puede ser tan extenso y exitoso como se lo proponga el creador. Yasser Ramos (La Habana, 1982) es un válido ejemplo de ello. A los 21 años, luego de más de una década becado en escuelas deportivas, creyendo que el softbol sería su vida, se dio cuenta un día de que tal vez la cocina era un camino a explorar. «Yo me gradué de cocinero A en el hotel Sevilla», y enfatiza en la letra con cierta sorna, y a la vez orgullo, mientras conversa con Juventud Rebelde.
Su paso por la cocina fue la antesala de la música. Antes, ya rapeaba con amigos como un hobby, demostrando cierta actitud como intérprete, pero la idea de dedicarse seriamente a ese mundo era algo lejano en sus aficiones, hasta que conoció, cuenta, a alguien que le propuso una audición para integrar una agrupación cubana de principios de siglo, llamada Doble impacto. «Apréndete bien los coros», le dieron un güiro y ahí empezó todo.
Luego el azar quiso que el cantante principal de aquella agrupación perdiera la voz antes de subir a escena en un concierto en el municipio de Cotorro, recuerda Yasser. Él se había aprendido todas las canciones y pidió salir a la tarima para que el grupo no perdiera la presentación y entonces comenzó otra cosa en su vida. Se dio cuenta él y se dieron cuenta en su grupo.
Empezaron a componer para su voz: tenía las condiciones, comenzaron las clases de canto, empezó el trabajo con mayor dedicación. Y anduvo por distintas orquestas como Charanga Forever, Chispa y los Cómplices, Azúcar Negra, Partes Privadas. «Pasé por varios estilos hasta mi llegada a Salsa Mayor, donde estuve nueve años, y ahí fue donde me realicé. Aprendí mucho con Maykel Blanco, y ya estoy al frente de este barco que es Tumbao Mayombe».
—Un barco que ha tenido que enfrentar temporales difíciles en estos diez años, imagino.
—La pandemia de covid-19 cortó el mejor momento de la agrupación, cuando íbamos a salir a nuestra primera gira por Europa. Antes de ello habíamos tocado para 4 000 personas en el Viejo Continente durante un festival de música cubana que nos unió como orquesta novel a otras grandes agrupaciones de la música cubana. Era un hecho que nos permitía acceder a un mercado más amplio de promoción cultural y logramos acordar esa primera gira para 2020.
«Fueron casi tres años en que todas las orquestas pararon, pero en nuestro caso era el momento de hacernos de un nombre internacional, una constancia en el continente europeo. La suerte es que dentro de todo lo malo de aquella pandemia, trabajamos con Egrem y Amboss Media en la coproducción de mi tercer disco, Atando cabos, algo que nos permitió estar activos. Logramos sacar 14 temas con cuatro videoclips y así tener un presencia novedosa en redes sociales».
—¿Qué inquietudes creativas tenías en el momento que decides abandonar Salsa Mayor y fundar tu propio proyecto?
—La inquietud por tener algo personal ya la tenía desde hacía mucho tiempo. No tenía claro qué quería, pero sí quería algo propio. Salsa Mayor es mi orquesta preferida y si me preguntas ahora si volvería a fundar una agrupación para salir de ahí, yo creo que no. Me hubiera quedado en Salsa Mayor, porque realmente es muy difícil llevar un proyecto de estas dimensiones adelante en estos tiempos, pero lo estamos haciendo.
«Estoy muy conforme con lo logrado. Quería sentir que yo podía ser capaz de sacar ese compositor interno que tenía, todas las inquietudes musicales que llevaba en la cabeza, y me costó trabajo, pero lo hemos conseguido. La decisión la tomé rápido. Estaba en un concierto en la Casa de la Música de Galiano y me acerqué a Maykel, con un valor que no sé de dónde lo saqué, y le dije mi decisión. Entonces me fui a vivir a Italia, donde estuve tres o cuatro meses planeando, y desde allá formé lo que primero fue 9mm, antes de ser Tumbao Mayombe».
—¿Qué crees que distingue tu Tumbao?
—Yo defiendo el songo, y tiene elementos que si no los incorporas no es songo, al igual que otras agrupaciones. Creo que la diferencia está en mi estilo a la hora de interpretar como cantante, a la hora de componer, pero defiendo el songo, que es una creación magnífica del maestro Juan Formell, que nos ha dejado a muchas agrupaciones como sus herederas.
—¿A qué le cantas?
—Yo me siento un compositor que afortunadamente soy capaz de componerle a cualquier situación. Soy de los que ando por la vida y oigo una frase, veo una discusión, un debate y ahí mismo se me ocurre algo. Voy creando las frases, las analizo bien, soy muy cuidadoso. Si hay alguna palabra que se me ocurre trato de buscarla para no repetirme, aunque he cometido errores que han quedado plasmados en las grabaciones, pero a veces pasa inadvertido, porque el bailador se fija más en la rítmica, en el sabor del arreglo. Me considero un compositor de la vida.
«Lo creado hasta ahora han sido cuatro discos totalmente diferentes. La resistencia fue el disco en el que más songo empleé, ahí defendí el género a capa y espada. El primer disco mío fue un poco más timbero y este último, Atando cabos, fue mucho más variado, hasta hice un tema en clave de salsa boricua que normalmente no es un estilo que nosotros los cubanos empleemos, un tema que ha caminado mucho en Colombia titulado Evidencia de amor. Considero que Atando cabos es el disco más variado de mi producción, con distintos colores, musicalmente, tiene viajes diferentes».
—Estás preparando el cuarto fonograma. ¿Por dónde van esos caminos creativos?
—Hasta el tercer disco no hubo mucho violín en las cuerdas, tenía presencia de trompetas. En los inicios es muy difícil que una persona tenga claridad de lo que realmente quiere, en el camino vas buscando lo que quieres para tu orquesta y creo que ya musicalmente en esta cuarta producción encontramos la esencia de Tumbao Mayombe, así que incrementé un violín, saqué las trompetas y es a trombón solamente, y creo que ahora este es el camino en sonoridad de la agrupación.
«Ahora estamos tratando de lograr una compañía de promoción artística y la gira que se nos truncó en 2020 por la pandemia. Tenemos en septiembre y octubre la gira con la agrupación, y próximamente conciertos en Perú, en febrero. Mucho trabajo para seguir apoyando el desarrollo de nuestra música cubana. En definitiva, Tumbao Mayombe es mi proyecto de vida, es mi realidad».