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Es bonito conectar a través del cine

Para la cineasta chilena Katherina Harder, jurado en la categoría de cortometrajes del certamen cinematográfico, el evento es una oportunidad para conectar puntos de vista y miradas diversas

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Katherina Harder no recuerda con exactitud el punto de inflexión, ese momento crucial en el que decidió dedicarse a hacer cine y aprender a contar mediante los discursos del séptimo arte. Eso sí, su padre era fanático a las películas, gusto que compartía con su hija, quien alquilaba cintas comerciales en VHS, una tras otra. Aquel hobby se unió a sus enseñanzas en la escuela, su descubrimiento de Chaplin y Kubrick, gracias a una profesora de Filosofía que le puso una primera cámara rudimentaria en las manos, con las que aprendió algunos trucos y a mirar la vida a través de un lente.

Hoy esta cineasta chilena de 35 años es jurado del 44to. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en la categoría de cortometrajes de ficción, responsabilidad que comparte con Magda González Grau, de Cuba y Antonio Medici, de Italia. Disfruta andar y desandar la avenida de 23, para apreciar las obras de distintos colegas, entre amigos queridos y creadores nuevos para su mirada. No es ajena a este evento, el cual supone un referente para su obra, pues el año pasado fue merecedora del coral a mejor cortometraje de ficción por Estrellas del desierto, reconocimiento que posibilitó que esté nuevamente en esta cita cultural.

Para Harder, estos días de festival constituyen una oportunidad muy importante para afianzar el reconocimiento de su obra, que consta de cuatro cortometrajes y ya prepara su primer largo de ficción ―también tiene el mérito de ser fundadora del Festival Internacional de Cine Iquique, al norte de Chile―. Pero también es un momento para crecer como creadora y ayudar a avanzar a las nuevas generaciones de cineastas que confían en el evento para exponer sus producciones. Por eso JR no quiso perder la oportunidad de conversar con esta joven creadora que debuta como jurado de este histórico certamen.

―Te alzaste vencedora el año pasado en la categoría de cortos de ficción en el Festival con Estrellas del desierto, un hecho que ha posibilitado que estés este año participando del evento como jurado ¿Qué significó ese corto en tu carrera? 

―Ese cortometraje ha marcado mi carrera. Es mi cuarta producción, pero es el primero que yo puedo grabar en mi región. Soy del norte de chile, de Iquique. Para mí tiene un carácter especial grabar en esos rincones que también son lugares en los que yo crecí, paisajes que veo desde niña.

«Esta es una historia marcada también por la infancia, por la migración. Yo también, de alguna forma, tuve que irme para poder estudiar en la capital, que es donde está la escuela de cine: en todo el norte de Chile no hay escuelas de ese tipo y se produce muy poca ficción, entonces para mí era muy importante poder volver y hacer un cortometraje allá en la región, representando una problemática que para el norte del país es un gran tema desde hace mucho tiempo: las consecuencias para la gente del estractivismo minero y el cambio climático.

«Era muy importante reflejar ese fenómeno y hacerlo desde el prisma de la infancia, desde una historia muy cotidiana, de un grupo de amigos y amigas que simplemente juegan fútbol juntos y que sufren porque se le van sus amigos del pueblo, teniendo este background de la crisis climática, la falta de agua, porque la crisis climática puede quitarnos nuestro hogar, nuestra infancia, nuestros afectos más cercanos».

―¿Por qué escoges el cortometraje como medio para expresarte hasta ahora?

―Me encanta mucho hacer cortos, aunque ahora escribo el que será mi primer largometraje, pero para mí tiene varias razones elegir ese género, unas más creativas y otras de producción. Primero te hablo de las de producción: evidentemente, hacer un cortometraje, a nivel de presupuestos, es más factible.

«Para mí, como realizadora, suponía una bonita exploración poder ir descubriéndome a mí misma como creadora, las historias que me interesan. El corto te da esa posibilidad de poder contar una historia y producir una película en menor tiempo. Por otra parte yo creo que las historias encuentran su formato. Para mí Estrellas del desierto era una historia cuyo formato era el cortometraje, tenía que ser “una flecha al corazón”, como dice Eliseo Altunaga, gran guionista cubano, pero claro, hay otra historia que sientes que necesita más tiempo y entonces el formato tiene que ser el largometraje.

―¿Qué condiciones crees que debe tener un cortometraje para que sea esa flecha al corazón, directa, punzante, que impacte en el espectador?

―Uno siempre habla desde un lugar muy personal, porque al final, el cine consta de muchas visiones posibles. Ya sea un corto, un largo, una serie, primero me tiene que mover todas las células del cuerpo esa historia, sentir la convicción de que es necesario e importante contar esa historia, porque en el fondo es un proceso a largo plazo y estás movilizando todo un equipo para que cuente esa historia: tiene que haber una conexión muy profunda desde un lugar muy honesto.

«Me gustan mucho las historias que hablan desde lo cotidiano. Me moviliza mucho el cine social, creo que es una ventana para conocer nuestra identidad, nuestra geografía, nuestras inquietudes como sociedad, entonces me mueven mucho esas historias que conectan con lo que está pasando, con lo que resuena como sociedad, creo mucho en ese cine social que es el que me interesa hacer. Por otra parte, siempre he escuchado esta frase de “menos es más”. Creo que las historias, mientras más sencillas, mejor, y trabajar bien esos pequeños elementos.

―¿Son esos elementos los que has ido buscando como jurado durante esta edición del Festival?

―Claro, sí. Porque esas son las películas que yo hago, pero el cine es más diverso y amplio. Al final, lo que uno busca es una historia, entender el punto de vista del realizador, o realizadora, y que todos los elementos sean coherentes y que se sienta una historia honesta y bien contada. Disfruto de esa diversidad y esa búsqueda.

―La muestra en la categoría de cortometrajes y mediometrajes de ficción está compuesta por 21 obras ¿Cómo valoras el panorama del cortometraje regional, tomando en cuenta dicha selección?

―Es muy grato como realizadora poder ser testigo de miradas diversas del cine latinoamericano, así que siempre ser jurado te ayuda además como creadora, ver qué se está haciendo, diversificar la mirada.

Es muy valioso y me parece que el cine latinoamericano está en un punto muy interesante, con muchos realizadores jóvenes que están saliendo y eso siempre es bueno, porque renuevas las miradas, ves qué pasa con esas nuevas generaciones, también hay búsquedas desde lo estético, de cómo contar una historia que quizá se ha contado en otros momentos pero quizá con una estética distinta, con un punto de vista distinto.

Siento también que el cine latinoamericano está muy preocupado de lo que está pasando en nuestras sociedades, de mirarnos desde el interior de la sociedad e intentar representar un rinconcito de lo que es esa identidad latinoamericana, de lo que es esa problemática en el territorio. Entonces me parece que es un momento muy interesante que también nos conecta porque al final yo que soy chilena si veo una película de Brasil, de México, de Cuba, de cualquier territorio latinoamericano, creo que hay inquietudes que nos conectan, que estamos resonando en la misma frecuencia en ese sentido, entonces es bonito conectar a través del cine.

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