Portada y contraportada de Diario Habana 1804, de Alexander von Hombudt, publicado por Ediciones Bachiller. Autor: Cortesía de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí Publicado: 11/12/2021 | 08:40 pm
En mayo de 1940 cayeron sobre Alemania las primeras bombas británicas, pero no fue hasta 1942 cuando Arthur Harris, mariscal de la Real Fuerza Aérea, comenzó la guerra total contra el Tercer Reich. Cientos de bombarderos pesados abrían sus vientres casi a diario contra la topografía enemiga. Fábricas completas y pueblos y ciudades estallaban hasta derruirse en ruinas y polvo.
Vecindarios enteros quedaron reducidos por el fósforo de las municiones incendiarias. El resplandor de mil hogueras alumbraba las estructuras calcinadas; las arboledas taladas por metralla fueron convertidas en muñones pestilentes de resina. La tierra temblaba y sobre esta se corría por la vida.
Y allí, en aquel caos de terror y sacrificio, de bestialidad y sangre, un grupo de trabajadores de la Biblioteca del Estado en Berlín (Deutsche Staats-Bibliothek) llevó parte del legado de Alexander von Humboldt a un monasterio de la Polonia ocupada para preservarlo de los bombardeos aliados.
Años después, cuando los vestigios de las fuerzas nazis se encontraban en plena retirada por la ofensiva del Ejército Rojo, algunos polacos sustrajeron la colección de manuscritos alemanes Berlinka hacia la Biblioteca Jagiellońska, de Cracovia.
Durante mucho tiempo este tesoro escrito, que contiene el diario de Humboldt en La Habana, se consideró perdido, hasta que reapareció en 2005. Hoy regresa a Cuba mediante una nueva publicación en español. La Colección Ediciones Bachiller, de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (Bncjm), tiene el privilegio y la premier mundial de llevarlo al papel. Dichas páginas, escritas de puño y letra del gran científico 217 años atrás, adquiere la forma de un regalo invaluable. Esta es su historia.
Redescubrimiento
«No pensé que había un diario de Humboldt. Los especialistas tampoco lo creían. En 2005, la Doctora Ulrike Leitner, una experta en los textos humboldtianos de la Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften, me lo comunicó en un email. Era propiedad de una institución del Estado alemán de aquel entonces y fue llevado a un monasterio en Polonia para su protección. De ahí fue sacado por fuerzas polacas como botín de guerra», explicó el Doctor Michael Zeuske, profesor titular del Instituto de Historia del Departamento de Historia Ibérica y Latinoamericana de la Universidad de Colonia.
El diario se «olvidó» durante décadas dentro de la Biblioteca Jagiellońska, de Cracovia. Se trasladó de la Biblioteca del Estado en Berlín, entre septiembre de 1942 y enero de 1944, para evitar su destrucción por los bombardeos angloamericanos. «Allí estuvo muchos años hasta que Ulrike Leitner me contactó y decidí ir hasta el lugar», acotó.
«Leía el texto y era como un rayo. Había que transcribirlo. Eran 28 cuartillas escritas de la mano de Humboldt. Los primeros cinco años llegué hasta la página cinco: cinco de 28. Fue extremadamente complicado. No solo por la transcripción, sino también por la traducción y la edición. Humboldt escribía casi todo en francés, algunas citas largas estaban en español y otras palabras o conceptos en alemán antiguo».
Diario Habana 1804, escrito por Alexander von Humboldt, es un esfuerzo conjunto de Michael Zeuske, el Instituto Goethe en La Habana, la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí y la sede diplomática de la República Federal de Alemania en nuestro país.
«¿Me preguntan por qué no lo publiqué en Madrid, en Nueva York o algo así? No, este texto pertenece a Cuba», declaró, el Doctor Zeuske, quien además es el editor del volumen.
El estreno mundial de este libro fue uno de los sucesos trascendentales que coincidió con el aniversario 120 de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Durante la presentación, Omar Valiño, director de la institución, catalogó el acontecimiento como un privilegio. «Decir que Humboldt es hijo de Cuba sería un disparate en lo literal, pero no en lo metafórico. Humboldt es también cubano. La historia nacional lo ratifica con el título de Segundo descubridor de Cuba. Su obra no es solo absolutamente bella, sino que continúa vigente en Cuba y en el resto del mundo… Abrazar el caudal infinito de lo mejor de la humanidad, como el que Humboldt acrecentó y representó, es misión sagrada de esta biblioteca martiana».
Heidrun Tempel, embajadora de la República Federal de Alemania, destacó que este texto marca una etapa cardinal sobre la estadía del naturalista alemán en la Isla. «El mundo de la lengua española podrá conocer ahora, en su propio idioma, ideas y reflexiones que motivaron a Humboldt, incluso mucho después de sus dos visitas a Cuba… Es un diario importante para los investigadores. También para la gran comunidad de amigos de Humboldt en Cuba, en el mundo hispanohablante y más allá de él».
Mi diario de La Habana
Los documentos descubiertos fueron los apuntes originales que el mismo Humboldt llamara Mi diario de La Habana (Mon Journal de la Havane). Estas páginas se escribieron durante su segunda y breve estancia en Cuba, del 20 de marzo al 29 de abril de 1804. Sin embargo, se presume que continuó ampliando su contenido hasta 1814.
En aquella época, un joven Humboldt de 34 años absorbió como esponja toda la información que se hablaba y murmuraba en Cuba sobre la Revolución Haitiana. El naturalista plasmó el accionar represor de la burguesía plantacionista criolla, que pensó evitar una situación parecida a la de Haití aumentando la brutalidad hacia la masa esclava. Pese a su pensamiento avanzado y progresista, este texto no llega a ser un panfleto abolicionista.
«El diario cubano de Humboldt no es lo que uno se imagina hoy sobre ese género. No hay las confesiones íntimas de un viajero por el mundo, sino análisis, enumeraciones, tablas, citas de la literatura especializada e investigación empírica sobre el estado técnico, cultural y económico de la Isla. Pero al mismo tiempo es un sensible análisis social», escribió la Doctora Ulrike Leitner en su prólogo a la edición digital.
De acuerdo con Michael Zeuske, el manuscrito «representa el más extenso diario humboldtiano de una ciudad del imperio colonial español en América. Por eso lo he titulado Diario Habana 1804».
El libro resultó una oportunidad única para todo el equipo cubano que trabajó en él. Según criterio de Johan Moya, a cargo del Departamento de Publicaciones de la Bncjm, este tipo de ediciones no son frecuentes: «En la vida de un jefe editorial, estas cosas no suelen suceder mucho. Que se encuentre el diario de una figura como él, y que la humilde persona de uno tenga la posibilidad de desarrollar eso, es casi fugaz. Doy gracias por formar parte de este momento histórico».
Diario Habana 1804 no es una lectura fácil. Es un texto científico escrito por la pluma sagaz de un pensador crítico. «Para él era normal que dos esclavas le cocinaran, lavaran y demás. Analiza qué comen los esclavos, cómo viven en los ingenios, qué hacen los dueños, los mayorales, cómo es la justicia, cómo se trata a los cimarrones. Humboldt era un reformador en el sentido científico. Se declara abolicionista en los años 20 del siglo XIX, lo que para alguien de la élite de su época no era natural. También fue antirracista, algo que tampoco era normal. Para él era una mala idea separar en razas al género humano y eso es una gran herencia», manifestó Zeuske.
Parece que no existió campo cognitivo que no fuese explorado y estudiado por Alexander von Humboldt. Todavía más de 160 años después de su muerte, sus ideas científicas pueden ser consideradas como vanguardistas en muchas disciplinas.
«En los próximos años habría que hacer otra edición de Libros raros y valiosos», argumentó el investigador Michael Zeuske, dejando entrever el brillo de riquezas aún sin descubrir. «Hay mucho más texto para biólogos marinos, para especialistas de peces, sobre la química del agua… Existe un famoso viaje de Barcelona a Venezuela, casi un mes por el Caribe hasta Cuba. Se necesita una traducción entera. No hay ninguna al español, o muy poco, de los diarios de Humboldt. Ahí hay una dimensión científica para la instrucción del hombre y para la institución rectora de la cultura cubana: la Biblioteca Nacional José Martí».