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Quince años de arte puro

Dueña de una extraordinaria trayectoria, Ópera de la Calle no es simplemente una compañía de arte lírico, sino una estructura mucho más compleja: es escuela, teatro y familia

Autor:

Iris Celia Mujica Castellón

Reinventarse nunca es fácil, sobre todo cuando implica sacudir ciertos cánones para salir a flote y resurgir. En el tránsito, no perder el sello de lo que te hace auténtico puede ser lo más complejo. En una balanza pones los retos, lo que asumes o incorporas, y al lado opuesto, lo que abandonas o transformas. Al final, vuelven los cuestionamientos sobre si dará resultado.

Estamos hechos de ensayos, de riesgos, por eso el barítono Ulises Aquino rescató, hace 15 años, el arte lírico de los grandes salones. Sin dar cuentas a los incrédulos y a fuerza talento, hizo andar su Ópera de la Calle, una compañía que renovó el espíritu del lirismo, en una expresión potente y bien elaborada.

«La idea fue encontrarnos con el público», cuenta el maestro y fundador de este proyecto. «Después de mi experiencia como cantante, me percaté de que, por motivos muy diversos, el teatro lírico se iba quedando sin la gran audiencia que siempre lo caracterizó. Por otro lado, los artistas íbamos creando un gremio propio en el que solo nos escuchábamos entre nosotros. A todo esto, se sumaba la incapacidad de direcciones de cultura para entender nuestro trabajo: sus necesidades, sus códigos.

«Teníamos, entonces, la voluntad política de devolverle al teatro lírico todo lo que le pertenecía: su orquesta, su espacio y su estructura productiva. Esa fue la idea inicial. El concepto nos lo fue dando el tiempo, la calle, el encontrarnos con un público abierto que no estaba acostumbrado a nuestro discurso y era más cercano a la música popular, a las nuevas sonoridades. Fuimos víctimas de muchos experimentos que dañaron profundamente la exposición de nuestra obra, y a pesar de ello, lográbamos un éxito continuado por el empeño de los artistas».

Desde su fundación, en abril de 2006, la agrupación parte de una propuesta inclusiva y diversa. Artistas de calidad indiscutible, empíricos o profesionales, conjugan el baile, el canto y la actuación con ritmos autóctonos y foráneos sumados a la ópera clásica. «El primer grupo, del cual quedan algunos fundadores, fue muy heterogéneo. La mayoría venía de la calle. Muchos estudiaron desde la compañía y se graduaron después en nuestras academias, incluso en el Instituto Superior de Arte», explica Aquino.

Acercarse al gusto popular, sin desvirtuar o vulgarizar la integridad y estética del producto artístico ha sido el reto y mérito de Ópera… Lograr un espectáculo coherente, con más de 40 artistas que fusionan zarzuelas cubanas y españolas con ritmos populares, acompañados por música en vivo interpretada por una orquesta propia, más bailarines que
suman compases de la danza moderna, contemporánea y afrocubana, es, simplificándolo mucho, una faena agitada.

Sin embargo, lo que pudo derivar en verdadero caos conquistó ovaciones. Despojados de poses protocolares, han llevado en el último quinquenio, una amplia muestra (Portales y Carteles, Voila, Habana 2007, Benkos, 1959, Espíritus, Hatuey, Doce, Querida Cuba) a barrios y comunidades.

«Nosotros abordamos nuestro repertorio a partir de lo que queremos expresar. A la hora de conformarlo ya estamos pensando en los diferentes públicos, por tanto, analizamos al detalle la música, cada obra, cada texto», señala el también reconocido promotor y director teatral.

«Nuestra línea de trabajo no ha cambiado mucho, ni el rigor de la preparación para enfocarnos en las puestas en escena.  Incidimos más en la preparación de los artistas que en el repertorio o los ensayos. Soy del criterio de que cuando un artista está técnicamente muy bien preparado, afronta el reto con más facilidad, y puede obtener mejores resultados».

Con una interesante fórmula, Ópera de la Calle expone la identidad cultural cubana desde una visión enriquecida. No solo ha cambiado las percepciones artísticas de los auditorios, sino también la vida de sus legítimos protagonistas. Para el solista Yunier Pérez García, conocido como el Gape, ha significado «el complemento exacto en la formación como artista y ser humano. Yo creo que soy mejor persona ahora que hace diez años cuando ingresé, y debo esta evolución a la compañía. Me ha otorgado mayor seguridad sobre el escenario, me ha hecho descubrir facetas en mí que ni sospechaba. Me ha dado un sitio definitivo al cual pertenecer y eso no es poco».

Tras licenciarse en Historia del Arte y recibir algunas clases en la Academia de Canto Popular de 10 de Octubre, el Gape tuvo la suerte de aprobar las audiciones. Desde entonces, forma parte de lo que él mismo considera «una gran familia». Esto te atrapa, asegura, «más allá de lo profesional, funciona como una escuela para la vida, un hogar. No es solo que te refina, por el vínculo con el arte lírico, también te cubaniza, que, en mi opinión, es más útil en estos tiempos. En Ópera… se trabaja con swing, sin tanta rimbombancia, y ahí está el resultado: una compañía respetable que ha vestido al género de pueblo, perfumándolo de tradición y actualidad».

Graduada de canto lírico, Laura Ansorena lleva seis años en el cuerpo artístico de la compañía. Su pasión era el teatro musical y, según dice, poder «fusionar diversos estilos, dominar no solo el canto, sino también el baile y la actuación. Exactamente lo que ofrece Ópera de la Calle». Desde su perspectiva, entre lo más interesante de esta experiencia ha sido compartir la escena «con jóvenes que, sin haber egresado de conservatorios, aportan nuevos puntos de vista. El no estar marcados por los esquemas de una academia los “libera” en sus múltiples maneras de hacer arte.

«En nuestro país no existe otra compañía tan versátil en estilos y géneros. Nos esforzamos y dedicamos horas de entrenamiento para obtener un excelente resultado. Llevamos el arte lírico a las nuevas generaciones de forma amena y placentera».

Para Ópera de la Calle, cuyas propuestas logran paralizar avenidas enteras con la fuerza de su proyección escénica, la COVID-19 ha representado una verdadera amenaza. «Este período ha resultado muy difícil», explica Ansorena. «El hecho de que seamos tantos dificulta nuestro quehacer, pero no hemos parado ni dejado de ejercitarnos en casa para estar en forma. Yo, por ejemplo, he realizado algunos clips, videos caseros para los talleres infantiles que imparto como profesora de canto, y sobre todo, grabaciones dedicadas a nuestro decimoquinto aniversario. Grabamos el tema de amor de Tierra Brava, escrito por el maestro Frank Fernández, arreglado para voz y con letra del gran poeta y trovador Manuel Argudín».

A tres lustros de su creación, Ópera… evidencia una consolidación en su estructura y atesora memorias de actuaciones trascendentes en espacios como los parques John Lennon, en la capital, y Céspedes, en Santiago de Cuba, o en el Pabellón Cuba, en medio de una popular feria al estilo de Arte en la Rampa. Ha tenido asimismo la dicha de contar con el amparo de la inolvidable Alicia Alonso, quien la propulsó en países como España, Italia, Costa Rica, Nicaragua, Colombia.

A decir de creador, Ulises Aquino, «la Ópera de la Calle (…) es una estructura compleja. Es escuela, es el teatro con el que ayudamos a exponer otros talentos que no son de nuestra agrupación. Es también El Cabildo, espacio construido por nosotros, al que asiste un público más relajado, buscando entretenimiento y disfrute a partir de diversas ofertas, tanto gastronómicas como artísticas. Donde pueden disfrutar de nuestros solistas y músicos, al tiempo que los artistas obtienen ingresos colaterales por esa actividad.

«Es también los talleres vocacionales, en los que preparamos niños desde los cinco años y vamos desarrollando sus potencialidades. Consolidamos sus gustos y preferencias estéticas para que, a la hora de decidirse, valoren las bellas artes, las artes del crecimiento espiritual y cultural.

«El público no me dejaría mentir, porque es sabio», sentencia Aquino, dueño de una experiencia vivida que avala todas sus palabras. «Hasta hoy, en los más refinados teatros y eventos, en La Tropical, los carnavales, las casas de la música, hemos gozado del favor de nuestro pueblo, y de muchos otros pueblos y lugares dentro y fuera de Cuba. Hemos tenido, por fortuna, el favor de los públicos a los que nos hemos presentado».

El barítono Ulises Aquino, maestro y fundador de Ópera de la Calle, junto a miembros de su compañía. Foto: Cortesía de la compañía

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