Nuestra intención siempre ha sido acercarnos a lo que escuchan los jóvenes, primero con la influencia de la música urbana, afirma el líder de La Cruzada. Autor: Eduardo Pérez Publicado: 20/02/2021 | 09:52 pm
Que Gustavo González Rodríguez (G-Rhymes) conozca, no existe en su familia tradición musical alguna, sin embargo, ello no fue obstáculo para que el ingeniero industrial devenido líder del proyecto La Cruzada consiga poblar de melodías que provocan, una poesía honda e irreverente. «La inquietud artística siempre estuvo latente y te confieso que intenté más de una vez crear una obra que mostrar con orgullo, pero jamás me salió. Así que no me resultó difícil entender que no solo se requiere un talento natural, sino que luego este debe perfeccionarse, ejercitarse de alguna manera.
«Soy cienfueguero y en mi casa siempre se escuchó mucha música. Me tocó ser hijo de una generación que oía de todo. Fue en ese ambiente cálido que descubrí el rap en español a través de Aquel que había muerto, el famoso disco de Vico C que tanto sonó a finales de los 90. Ese hallazgo me puso a pensar que quizá “esto sí lo pueda hacer”. Consciente de que no poseía dotes para cantar melódico, el rap me parecía una variante viable.
«Claro, la revelación me llegó algo tarde. Muchos de mis colegas ya andaban enredados con canciones en la secundaria y el pre, mientras que yo me estrené en el tránsito del servicio militar hacia la universidad, donde junto a mi colega Rodney “Ro” García, que luego se graduó del Instituto Superior de Diseño, fundamos La Cruzada y emprendimos esa ruta que venimos recorriendo desde hace casi 13 años», le refiere a JR quien como coordinador de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en La Habana ha convertido nuevamente a La Madriguera en un refugio de ávidos e inquietos creadores.
No somos solo comunicadores que usan la música como un pretexto, sino que tenemos necesidades estéticas y pretendemos conquistar a un público, asegura Gustavo González. Foto: Eduardo (EDDOS) Pérez
«Al principio nuestra trayectoria se mantuvo bastante silenciada, sobre todo durante esos cinco años de carrera, y los dos años de servicio social, tiempo en el que construimos nuestro propio estudio de grabación que nos ha ayudado a crecer en lo musical y nos dio la posibilidad de intentar insertarnos en un medio en el cual éramos completamente neófitos. Así, en 2012 sacamos a la luz nuestro primer disco Hagan sus apuestas, que constituyó un paso muy importante dentro de ese necesario proceso de irnos superando poco a poco. No tardaron mucho en llegar luego Más de mí (2013) y Pedazo de cielo (2014).
Hace ya casi cinco años, Gustavo González «G-Rhymes» y Rodney «Ro» García fundaron La Cruzada. Foto: Eduardo (EDDOS) Pérez La Cruzada2
«Lo que nos ha movido hasta hoy es el deseo de decir nuestras verdades; decirlas de una manera que le llegue a la gente; nos interesa muchísimo el público joven, hablar de joven a joven y, sobre todo,a través de un discurso que se entienda, matizado por nuestros preceptos, por los conceptos que tenemos de la vida, por la filosofía que nos guía, por nuestra fe. Considero que la música es un mecanismo de diálogo. Buscamos que nuestra obra sea representativa de lo que somos y pensamos».
— ¿Cómo diste con Rodney?
—Nos conocemos desde el IPVCE (Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas). Entramos en la Lenin en 2003, donde permanecimos hasta 2006. Rodney llevaba un camino más avanzado, involucrado como ya andaba en la música electrónica y los softwares, en aquel entonces algo muy incipiente pero que venía ganando fuerza. Para ese momento había preparado, de hecho, un demo junto a otro colega.
«Esa fue la época también del auge del hip hop cubano, gracias a grupos como Los Aldeanos, Hermanos de Causa, Escuadrón Patriota..., que llegaron a ser insignia y catalizadores de un movimiento que se gestó desde los jóvenes. Ahí se prendió la chispa que nos impulsó. Aunque luego cada cual va encontrado su propio discurso, en términos musicales ese fenómeno tuvo, sin duda alguna, una influencia muy fuerte.
«Desde el comienzo hubo claridad plena que queríamos proponer algo muy similar a lo que defendemos en la actualidad. Algunas personas me preguntan si La Cruzada ha sido un cambio de estrategia, pero, en verdad, en aquel instante no éramos capaces de lograr el nivel de ahora, no sabíamos, te lo digo con honestidad. Soñábamos con armar una banda, reunir a varios músicos a nuestro alrededor. No lo hubiéramos podido conseguir sin la musicóloga Neris González Bello, pilar de este proceso de fundación y formación de la banda».
Nos interesa que la música sea un escenario de discurso, pero también arte. Foto: Eduardo (EDDOS) Pérez
— ¿Qué te propusiste con La Cruzada desde el punto de vista artístico, estético?
—La banda pronto cumplirá cinco años, pues se constituyó formalmente el 31 de marzo de 2016 (Ro García y este servidor llevamos en la «pelea» desde mucho antes), y nuestra intención siempre ha sido acercarnos a lo que escuchan los jóvenes, primero con la influencia de la música urbana, entendida a veces como un género y no como una familia de géneros o un movimiento, por tanto es mucho más de lo que a veces se veta o censura. Dentro de toda esa polémica, el rap, en su esencia, parte de una situación problémica justo por lo cual genera polémica.
«Proyectamos defender un discurso de palabras de bien, que ponga en altovalores humanos, principios, que vaya en pos de aquello que como sociedad hemos intentado construir durante tantos años, sin ser impositivos, con un diálogo de respeto, abierto, capaz de interactuar con el que piensa diferente. Nos interesa que la música sea un escenario de discurso, pero también arte, y como tal debe cumplir con determinados parámetros. No somos solo comunicadores que usan la música como un pretexto, sino que tenemos necesidades estéticas y pretendemos conquistar un público.
«De manera general, el hilo conductor de la banda es precisamente su discurso y desde el punto de vista musical la fusión: una etiqueta en la que casi todos quieren escudarse para no mencionar “música urbana”debido a la posición institucional que hay al respecto. Nos atrae generar fusión desde lo cubano y lo foráneo, sobre todo en nuestro caso que no poseemos formación musical, redescubriendo las raíces de la música cubana, su carácter autóctono,para luego asumirlas a partir de una perspectiva contemporánea, renovadora y abierta, con un carácter más inclusivo.
«Es por ello que en nuestra propuesta encuentran cabida el reggae, la world music en su sentido más amplio; el dancehall, como expresión del Caribe, específicamente en Jamaica; pero también la rumba, el pilón, el changüí, la conga, la timba..., sin que un género prevalezca por encima de otro. En La Cruzada la música urbana también está presente por medio de un disc jockey, de sets secuenciados en la computadora o sonoridades que se programan digitalmente, todo lo cual se suma como si se tratara de un músico que se integra al resto de los instrumentistas. De ese modo creamos una especie de caldo de cultivo de lo que llamamos urban world music (música urbana del mundo).
El Lele, de Van Van, estuvo entre los invitados del concierto El velorio de la bobería, realizado en noviembre de 2019. Foto: Eduardo (EDDOS) Pérez
«En lo personal me atrapa cómo suenan las escalas del Medio Oriente, árabes, hindúes... Mezclarlas con la música cubana contribuye también a ir encontrando una sonoridad propia, lo que resulta un reto inmenso en un país plagado de tanta buena música y de tanta tradición, pero yo creo que si logramos que converjan divertimento y reflexión,estaremos dándole un carácter auténtico a nuestro quehacer».
‒En Cuba el hip hop, el rap, han ido perdiendo fuerza en comparación con otros géneros urbanos. ¿Sientes que a pesar de ello La Cruzada puede conectarse con los jóvenes?
‒Mira, en los últimos tiempos hemos tenido la suerte de actuar en muchos espacios abiertos, en parte gracias a la estrategia que asumimos de hacer más visible la banda luego de alcanzar el Premio de la Popularidad de Cuerda Viva. Aprovecho para agradecer a Ana Rabasa, a su genial equipo; por supuesto, a Yasser Edén, director de Zona Franca, la otra agrupación con la que realizamos este trabajo, y aquellos que lo hicieron posible.
«Tocar en las plazas nos ha demostrado que el público sí está dispuesto a consumir otros tipos de música más allá de la que supuestamente le gusta; lo que ocurre es que esas propuestas no le llegan. Claro, nosotros estamos proponiendo un rap más flexible, y cuando digo flexible no hablo en términos de contenido, sino en la forma en que lo interpretamos, más alejada de esa postura quizá más cerrada del hip hop underground.
«Muchos, cuando me ven, aseguran que no parezco rapero, y es que el rap lo asumo como un modo de interpretar y no como un estilo de vida, aunque creo que cuando el modo de rapear se torna flexible, más oportunidad tienes de aproximar a la gente, decirle lo que piensas sin hacer concesiones en términos de ética ni de estética, y lograr que tu obra sea bien recibida.
El maestro Pancho Amat y G-Rhymes en el concierto audiovisual El velorio de la bobería. Foto: Eduardo (EDDOS) Pérez
«Nosotros, ciertamente, le hemos dedicado tiempo a estudiar los públicos, a observar sus reacciones. Sin concesiones éticas ni estéticas, repito, el artista debe entender que existe un público al cual queremos hacer llegar nuestro trabajo. La postura más común es: “yo hago música, si a la gente le gusta bien y si no también”, pero me parece muy errada. Para eso mejor quedarse con la música en casa.
«Estoy convencido de que hay un público ávido de escuchar otras propuestas. En ello resulta esencial el repertorio que ofreces, que en nuestro caso va desde temas bailables a otros que son quizá más para reflexionar. El reto ha sido hacer converger ambas líneas en una misma canción que consiga que la pases bien y te deje con un pensamiento dando vueltas en la cabeza.
«También nos hemos propuesto que sean más picantes los títulos de las canciones de estos últimos tiempos, así funcionan mejor, como ha sucedido con El velorio de la bobería(Live), un concierto audiovisual que se grabó en noviembre de 2019 y que por la pandemia aún se halla en proceso de posproducción e incluye canciones con nombres como: Pónchala, Qué loquera yo tengo, Sentencia del barrio, Toque de queda, Mi verso a tus pies...
«Son en total 18 temas los que forman parte de este material del cual saldrá el álbum de estudio homónimo, bajo el sello Bis Music, y donde aparecen, además, La teoría del hit, Sin extirparnos el cerebro y El velorio de la bobería, que integran una saga la cual presenta el personaje Bobería.Dramatúrgicamente es como si se tratara de una obra en tres actos... En todas estas canciones ponemos los puntos sobre las íes, pues tocan asuntos medulares sobre los que nos interesa dialogar. Siempre hay quien solo se queda con lo rítmico, con lo bailable, pero está el que es capaz de ir un poco más profundo».
‒No conozco de muchos proyectos que estén asociados a una musicóloga con el objetivo de hacerlo crecer. ¿Cuánto le ha aportado a La Cruzada los conocimientos de Neris González?
‒Contar con Neris desde el principio ha sido una bendición. Juega el papel de ser el catalizador en el crecimiento de la banda. Cuando armamos La Cruzada no sabíamos a quién llamar o contactar, ni cómo hacer, y ella nos orientó. Y luego no solo ha sido fundamental con su asesoramiento en el proceso musical, sino también en cuanto a velar por la disciplina, por el rigor que debemos mantener como agrupación.
La musicóloga Neris González Bello y el también coordinador de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en La Habana, Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado
«Considero que es conveniente tratar de tener dentro del equipo a personas que aporten allí donde uno es más débil, sobre todo si es alguien capaz de criticarte sin ningún temor si fuera necesario, y dice lo que piensa. Neris pasó de asesora a ser decisora, parte medular en la dirección; los músicos de la banda le dicen cariñosamente “la jefita”. Parece que le tocamos el corazón porque hasta hoy sigue con nosotros.Tenemos esa suerte».